Hartos de las bombas
Los vecinos de Palomares ans¨ªan ser reconocidos por sus campos y playas
"?D¨®nde est¨¢n los muertos para tanto foll¨®n?". Esta es una de las m¨²ltiples respuestas evasivas que ofrece la poblaci¨®n de Palomares (1.500 habitantes) sobre el accidente nuclear ocurrido en esta pedan¨ªa de Cuevas de Almanzora (Almer¨ªa) el 16 de enero de 1966.
Esa ma?ana un avi¨®n B-52 de las fuerzas a¨¦reas de EE UU liber¨® por accidente -tras colisionar con una nave nodriza- cuatro bombas nucleares sobre Palomares: dos sobre el suelo y otras dos en el agua. Instantes despu¨¦s, mientras los militares estadounidenses pusieron en acci¨®n un operativo al que denominaron Broken Arrow (Flecha Rota) para localizar los proyectiles perdidos y descontaminar la zona, algunos j¨®venes del pueblo ya se hab¨ªan llevado un trofeo a casa. "Yo tengo un trozo de la carcasa de una bomba como pisapapeles en mi casa", cuenta Manolo Gonz¨¢lez Navarro, a punto de cumplir 80 a?os y "sano como una manzana" sin la menor muestra de radioactividad en su cuerpo, seg¨²n deduce del "negativo" que reza en sus pruebas.
"Nos preocupa la salud de los vecinos y que limpien ya la zona", dice el alcalde
Este a?o deb¨ªa someterse por cuarta vez a los an¨¢lisis peri¨®dicos que realiza el Centro de Investigaciones Energ¨¦ticas, Medioambientales y Tecnol¨®gicas (Ciemat) por encargo del Consejo de Seguridad Nuclear, para verificar la salud de la poblaci¨®n de Palomares. El Ciemat asegura dar "cumplida informaci¨®n" al consejo a quien se recrimina no publicar estos estudios.
"A nosotros nos preocupa la salud de los vecinos y que limpien ya la zona", resume el alcalde de Cuevas de Almanzora, Jes¨²s Caicedo (PP). Cada a?o se realiza un muestreo estad¨ªstico sobre 150 ciudadanos de la primera y segunda generaci¨®n de este n¨²cleo urbano. Todos se desplazan a Madrid, se alojan en un hotel cercano a la sede del Ciemat donde se les realizan an¨¢lisis de sangre, orina y heces, entre otros. Las pruebas se prolongan durante dos d¨ªas y, nuevamente, regresan a sus casas.
As¨ª viene sucediendo desde 1966. Los an¨¢lisis forman parte del dispositivo de actuaciones que se llevan a cabo en Palomares desde el accidente nuclear, que firmaron EE UU y Espa?a hace 44 a?os y del que desde 2009 se ha desvinculado el Gobierno estadounidense.
"El que rompe debe pagar y llevarse los tiestos", considera el alcalde ped¨¢neo de Palomares, Juan Jos¨¦ P¨¦rez Celdr¨¢n. El Ciemat ha elaborado un mapa tridimensional con la contaminaci¨®n de Palomares tras comprobar que hab¨ªa afectado a m¨¢s terreno del previsto inicialmente.
Ahora queda limpiar el lugar, eliminar cualquier resto de elementos radiactivos y, con ello, dejar descansar a la poblaci¨®n, hastiada de tanta fama y que ans¨ªa ser conocida por sus cultivos de lechuga y servicios tur¨ªsticos de sol y playa; costa que qued¨® inmortalizada con el ba?o de Manuel Fraga con el que intent¨® acallar las teor¨ªas sobre la contaminaci¨®n del agua de mar en Palomares. "No creo que fuese un montaje. Muchos vecinos dicen que le vieron", relata P¨¦rez Celdr¨¢n. De todos modos, no hay mal que por bien no venga. "Dentro de lo negativo, el pueblo ha cogido mucha relevancia. ?A nadie le caen cuatro bombas at¨®micas todos los d¨ªas!", sopesa.
Ahora s¨ª es consciente, como el resto de sus paisanos, de las dimensiones que podr¨ªa haber adquirido la tragedia, pero en su momento cada d¨ªa era una aventura para los m¨¢s j¨®venes que se acercaban a la zona cero, delimitada y acotada hace un par de a?os, traslada el alcalde ped¨¢neo. "Durante 40 a?os el terreno ha estado abierto y la gente ha vivido con normalidad", explica, e invita a visitar su pueblo donde la gente "no tiene antenas en la cabeza", solo ganas de enterrar la fama sobrevenida y que creen inmerecida.
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