El m¨¦dico que burl¨® a la Gestapo
La hija de Eduardo Mart¨ªnez novela la epopeya del vigu¨¦s que salv¨® a miles de jud¨ªos
La infancia a caballo entre embajadas sudamericanas, las grandes cities brit¨¢nicas y su Vigo natal hicieron de Eduardo Mart¨ªnez Alonso (Vigo, 1903) un gentleman de sonrisa gallega. Su vocaci¨®n m¨¦dica y una ¨¦tica contraria al embozo de las banderas pusieron el resto para convertirlo en uno de los 164 agentes secretos espa?oles (SOE, en sus siglas en ingl¨¦s) con los que el Gobierno de Winston Churchill salv¨® en los a?os cuarenta a 300.000 refugiados huidos de la Alemana nazi. Su misi¨®n consist¨ªa en burlar los controles de la Gestapo para que polacos y jud¨ªos pudiesen alcanzar sin riesgo la frontera lusa.
La historia de Eduardo Mart¨ªnez permaneci¨® oculta en los ficheros de la National Archives de Londres hasta que en 2005 la hija de ex agente, Patricia Mart¨ªnez, pudo acceder a ellos. El motivo: el goteo de an¨¦cdotas y pasajes sin conexi¨®n que escuchaba de ni?a y que su padre nunca le pudo aclarar por el juramento de silencio que en 1943 hizo al Servicio de Inteligencia Secreto (SIS). "Nunca lo dijo", aclara Patricia Mart¨ªnez, "de ni?a escuchaba comentarios que fueron despertando mi curiosidad". Los archivos, el rosario de an¨¦cdotas que conserva y los testimonios de su propia madre, Ramona de Vicente, constituyen ahora el argumento de La clave de Embassy, la novela que acaba de publicar relatando la haza?a de su padre.
Durante 60 a?os su historia permaneci¨® oculta en el Archivo de Londres
Las misiones de Mart¨ªnez se orquestaban a trav¨¦s de la Cruz Roja brit¨¢nica, dirigida por el mismo MI6 -el servicio secreto brit¨¢nico- en Vauxhall Cross, que a?os despu¨¦s se har¨ªa c¨¦lebre tras descifrar el C¨®digo Enigma empleado por las SS. All¨ª obten¨ªa la lista de prisioneros a los que m¨¢s tarde visitaba en la c¨¢rcel de Miranda de Ebro con una carpeta de partes m¨¦dicos falsos bajo el brazo. S¨®lo su sangre fr¨ªa de cirujano y las mil argucias de diplom¨¢tico le permitieron frecuentar el presidio franquista entre 1939 y 1941 y sacar de all¨ª a cientos de polacos.
La parte m¨¢s arriesgada, sin embargo, consist¨ªa en trasladar a los prisioneros desde Miranda de Ebro a Gibraltar y Galicia, las dos principales v¨ªas de salida. Patricia Mart¨ªnez recuerda c¨®mo la labor del m¨¦dico se centraba en la frontera con Portugal. "Hab¨ªa dos puntos para escapar, uno era Redondela y otro, el principal, el de Guillarei". La participaci¨®n de Mart¨ªnez en aquellas operaciones la atestigua un plano trazado a mano por el propio ex agente en el que explica a los aliados brit¨¢nicos c¨®mo moverse por el r¨ªo Mi?o para recoger a los refugiados.
Ning¨²n plan dura eternamente y en 1942, cuando las investigaciones de la Gestapo cercaron a Mart¨ªnez, el MI6 decidi¨® sacarlo de Espa?a. Tras casarse el 3 de enero, Eduardo y Ramona viajaron en luna de miel a Lisboa en lo que constitu¨ªa una huida camuflada a Londres. El exilio dur¨® cuatro a?os, pero no puso fin a la colaboraci¨®n de Mart¨ªnez con la inteligencia brit¨¢nica. C¨®mo consigui¨® regresar a Espa?a en 1946 e instalarse c¨®modamente en Madrid es uno de los enigmas que ha centrado las investigaciones de Patricia a lo largo de los ¨²ltimos a?os. Para ella la respuesta es clara. El papel neutral de Espa?a durante la II Guerra Mundial permiti¨® a los aliados una "intervenci¨®n en los asuntos internos" del R¨¦gimen franquista. La buena posici¨®n social de Mart¨ªnez y su falta de relaciones con la Rep¨²blica hac¨ªan que el riesgo lo representase la Gestapo, no la dictadura. "Mi padre era afranquista", aclara Patricia, "¨¦l s¨®lo era un mon¨¢rquico partidario de Alfonso XIII".
De car¨¢cter afable, Patricia aclara que Eduardo Mart¨ªnez poco tiene que ver con los agentes especiales al uso. El fue un "antitopo", que a¨²n manteniendo silencio sobre sus viajes, nunca se priv¨® de alimentar la rica vida social de la que disfrutaba como m¨¦dico madrile?o. El t¨ªtulo que da nombre a su novela, La clave Embassy, escogido en honor del selecto sal¨®n Embassy, que su padre visitaba con frecuencia, es buena muestra de ello. El Embassy era un local de moda en el Paseo de la Castellana (Madrid), pero al mismo tiempo serv¨ªa de punto de encuentra a los angl¨®filos que colaboraban en la liberaci¨®n de refugiados.
Rico, con una posici¨®n social prometedora y sin antecedentes que le hiciesen temer a la dictadura, la opci¨®n escogida por Eduardo rompi¨® con los esquemas del momento. "Mi padre se meti¨® en esto por ¨¦tica y por amor a la vida", aclara Patricia. Su haza?a le vali¨® la Medalla al Valor del Gobierno brit¨¢nico en 1945 y una propuesta en 2007 para distinguirlo como Justo entre las Naciones.
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