La Web no ha muerto
CHRIS ANDERSON, redactor jefe de la revista Wired y autor de The Long Tail y Free, anuncia la muerte de la Web en el art¨ªculo The Web is Dead. La falta de seriedad de Anderson en este asunto, que debe su fama al tratar temas provocadores a partir de problemas reales, es obvia.
Su argumentaci¨®n se centra en este p¨¢rrafo: "Una de las evoluciones ha sido el desplazamiento de la web abierta hacia plataformas semicerradas, que usan Internet para transportar en lugar de visualizarla con el navegador. El cambio fue impulsado por el iPhone. Un mundo que los consumidores eligen cada vez m¨¢s [...] porque se ajusta a sus necesidades". Es decir: las aplicaciones que distribuye iTunes o las de Android, Blackberry o Nokia sustituyen a los navegadores de Internet. Son m¨¢s c¨®modas para el consumidor y permiten un modelo econ¨®mico m¨¢s eficiente para las empresas.
El art¨ªculo diferencia entre Internet y la Web "una de las muchas aplicaciones que existen en Internet, que usa los protocolos IP y TCP para mover paquetes. En esta arquitectura y no en las aplicaciones construidas sobre ella radica la revoluci¨®n". Anderson entiende lo que est¨¢ en juego: el control del ciberespacio. Y acusa al consumidor de entregarlo a las empresas por comodidad. "La tarifa de iTunes es el precio a pagar para adquirir lo que se desea. A medida que Facebook sea parte de su vida, m¨¢s atrapado estar¨¢ en sus redes."
Para dar relevancia a su afirmaci¨®n Anderson invit¨® al debate a Tim O'Reilly y John Battelle, organizadores del Web 2.0 Summit. Partiendo de la obviedad de que Facebook e iTunes constituyen serios retos para la Web, O'Reilly reafirma que lo esencial sigue siendo la abundancia de datos: "iPhone y Android se imponen sobre los dem¨¢s tel¨¦fonos porque tienen m¨¢s aplicaciones. Resulta esencial ver sus tiendas como ejemplo de la proliferaci¨®n de conjuntos masivos de datos accesibles por la Red. Es f¨¢cil concentrarse en las aplicaciones usadas en el tel¨¦fono y olvidar cu¨¢ntas aplicaciones son las mismas que vemos en la Web con otro interfaz".
Las afirmaciones de Anderson han levantado pol¨¦mica: Mathew Ingram lo acusa en GigaOm de confundir la evoluci¨®n del navegador con la muerte de la Web. "La Web goza de mejor salud que nunca. Un ¨²nico ejemplo lo deber¨ªa confirmar: el asombroso crecimiento de Facebook donde la mayor¨ªa interact¨²a a trav¨¦s del navegador".
Alexis Madrigal en The Atlantic afirma que no ha entendido la historia de las tecnolog¨ªas. "Nadie duda que llegan y se alejan r¨¢pido, pero es un error pensar que la ¨²ltima anula la anterior".
M¨¢s lapidario a¨²n, Nicolas Car recuerda que Wired escribi¨® en el a?o 2005 que "Somos la Web" pero, tras la reciente portada con "La Web ha muerto", llega a la conclusi¨®n de que el ¨²nico muerto es Wired.
Anderson trata de hacernos creer en una realidad para justificar su creencia en el iPad como soluci¨®n a los problemas de los medios de comunicaci¨®n y su decisi¨®n de vender Wired como aplicaci¨®n. Para ello no vacila en presentar los datos de manera poco rigurosa. Un gr¨¢fico en el art¨ªculo muestra un descenso en el tr¨¢fico de la Web cuando, bas¨¢ndose en el mismo conjunto de datos, BoingBoing demuestra que va en ascenso. Es m¨¢s, Anderson insiste en que el v¨ªdeo ocupa un espacio creciente (en detrimento de la Web), pero incluye a YouTube, que la mayor¨ªa consulta por la Web.
Anderson toma posiciones en una batalla social: opone a quienes quieren mantener a la Web como sistema abierto y descentralizado con aquellos que pretenden adue?arse de ella y/o controlarla.
Jonathan Zittrain explica en The future of the Internet and how to stop it que el inter¨¦s por los espacios cerrados (iTunes) y los avances centralizadores (Facebook) ponen en riesgo la capacidad "generadora" de la Web. Quienes la concibieron deseaban que nadie controlara lo que ocurre en ella para preservar la innovaci¨®n.
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