Una velada de magia cl¨¢sica
Se?oras y se?ores: he aqu¨ª un hombre (o mujer), un escenario, una t¨¦cnica, las palabras precisas: "Nada por aqu¨ª, nada por all¨¢". Y ante sus ojos surgir¨¢ la historia que siempre existi¨®: la de la magia. O mejor, la de todo aquello que estamos dispuestos a creer y ver con nuestros propios ojos. Un mago podr¨¢ atrapar proyectiles disparados desde ca?ones (como Patrizio), sostener en sus manos aceite hirviendo (la "mujer incombustible", la Signora Girardelli), cortar cabezas (Servais Le Roy), hacer crecer plantas al instante (Karl Germain) o sacar de entre los dedos cigarrillos, naipes, bolas (el elegante Cardini)? Habilidades extraordinarias. Lo vemos. Lo juramos. "Un buen mago es capaz de abrir las puertas de un universo paralelo de desconcertantes posibilidades, mucho m¨¢s all¨¢ de la imaginaci¨®n humana; es capaz de poner patas arriba nuestra visi¨®n sobre los hilos que mueven el mundo, sobre lo que nos dictan nuestros sentidos". Lo escribe Noel Daniel, editora apasionada de este libro de Taschen titulado Magic. 1400s-1950s, que es en s¨ª una grandiosa sesi¨®n de magia, enciclop¨¦dico. Nada m¨¢s y nada menos que 550 a?os de su historia a trav¨¦s de textos de expertos (como Mike Caveney, autor de medio centenar de obras sobre su teor¨ªa y pr¨¢ctica, o de Ricky Jay, gran prestidigitador) y un millar de fotos que ilustran n¨²meros impactantes y ponen rostro (en imagen y carteler¨ªa, ese otro arte extraordinario) a nombres reconocidos. "Desde los primeros artistas ambulantes hasta los m¨¢s avispados ilusionistas del XIX, pasando por los pioneros de la edad de oro o temerarios genios como Houdini", escribe Daniel.
"Un verdadero buen magoes capaz de abrir las puertas a un universo paralelo"
"Los mayores enga?osdel ilusionista se gestan siempre en la mente del p¨²blico"
Y s¨ª, aqu¨ª est¨¢n todos ante ustedes. ?Oyeron hablar de Fu Manch¨², quien no era tal; de Szeny, uno de las decenas de imitadores del gran Houdini; de Mary Toft, la mujer que alumbraba conejos; del rey de las monedas Nelson; de la mentalista Maudeena Heller; de los hermanos Davenport, pioneros en llevar el espiritismo a escena; de Blaise Manfre, que escup¨ªa l¨ªquidos de colores??
Llevar al espectador de la fascinaci¨®n al estremecimiento, esa era y es su tarea. Y el primer impulso al hablar de sus dotes es preguntarles a los magos mismos c¨®mo hacen aparecer el conejo del sombrero o la paloma del bolsillo, c¨®mo sierra uno a su asistente para luego hacerla aparecer intacta, c¨®mo uno se ata y resurge desatado, c¨®mo adivina el pensamiento o el naipe? Desvelar el misterio. Bastar¨ªa una pista m¨ªnima. ?Qui¨¦n desea saberlo todo? Nadie. Pero no. Ni eso. Los magos casi nunca desvelan. No hay gremio m¨¢s solidario. Y solitario. Sin misterio, adi¨®s profesi¨®n. Y esta siempre fue muy individual: Pinetti, Robert-Houdin, Herrmann El Grande super¨¢ndose a s¨ª cada d¨ªa. Imaginen a Houdini, all¨ª solo, encerrado en la jaula bajo las aguas del r¨ªo Hudson?
Grandes y muchos trucos empleados que se reducen a "siete b¨¢sicos". Lo contaba el mago brit¨¢nico David Devant en su autobiograf¨ªa en 1931. A saber: 1. Algo (cosa o persona) aparece y desaparece. 2. Un objeto se transforma en otro. 3. Se transporta de un sitio a otro. 4. Se destruye y recompone. 5. Puede desarrollar inmunidad a las laceraciones o ser penetrado sin da?o. 6. Puede flotar en el aire o cobrar vida? Y 7. Un ilusionista puede demostrar una excepcional agudeza mental, predecir el futuro, leer la mente. ?Enga?o, argucia, mentira, cuesti¨®n de velocidad, la magia? Nada de eso. ?Entonces? "Su arte reside en sus sutiles sugerencias y sabias argumentaciones que conducen al p¨²blico a conclusiones equivocadas". La magia est¨¢ en la mente, dicen. "Los mayores enga?os se gestan en la mente del p¨²blico".
As¨ª, la magia es una forma de literatura. Y sus ejecutores, el l¨¢piz para escribirla. "El mago se limita a dar vida a esa fantas¨ªa del '¨¦rase una vez' y teje la historia con acciones". Ficci¨®n, cuento, arte?, "una mentira que nos acerca a la verdad", dec¨ªa Picasso. Se ha practicado durante milenios a trav¨¦s de hechiceros, curanderos, chamanes tras el poder, y luego -una vez hecha la transici¨®n entre brujer¨ªa antigua y magia moderna- a trav¨¦s de faquires, ilusionistas, prestidigitadores, tah¨²res, artistas deambulando por el mundo entero cargados de n¨²meros alucinantes y ex¨®ticos, adosados a los circos o instalados en teatros de vodevil. Durante su edad de oro (siglo XIX, hasta mitad del XX) se conjugaron las muchas ganas y grandes habilidades de los magos con las bellas artes, los avances cient¨ªficos, la fotograf¨ªa, el cine. Tiempo de culto. Maestros que se med¨ªan en veladas el mismo d¨ªa, en la misma calle y ciudad ("1903, Londres: act¨²an Okito en el teatro Alhambra; Downs, en el Empire; Thurston, en el T¨ªvoli; Valadon, en el Egyptian Hall; Lafayette, en le Hippodrome, y Le Roy, en el Oxford"), mientras incorporaban a sus shows nuevos elementos de una sociedad mutante: artilugios y sustancias qu¨ªmicas. Y se serv¨ªan de carteles como se?uelos: "Un brindis con el diablo" (Kellar), "El hombre que cruza paredes" (Houdini), "Un regalo de los dioses para entretener e impresionar a los mortales" (Chung Ling Soo). Los magos son los verdaderos precursores de los efectos especiales del celuloide. Algunos se convirtieron en estrellas de Hollywood, saltaron al otro lado al igual que muchos actores y directores se dejaron arrastrar por el tir¨®n de la magia (Orson Welles, por ejemplo).
No ha cambiado tanto el ilusionismo en realidad. Hace 4.000 a?os, cuando los papiros hablan del primer mago, Djedi, en Egipto, este actuaba y encantaba a los cortesanos decapitando y pegando luego cabezas de patos (el rey le ofreci¨® prisioneros, pero ¨¦l se neg¨®). Ahora act¨²an en fiestas, en televisi¨®n, y no se atreven ya con tajos tan dr¨¢sticos (lo oscuro queda reducido a la magia m¨¢s negra), pero siguen atrayendo a las masas, sea en plan mentalista (de hecho, se acaba de celebrar en Espa?a el primer encuentro internacional en Europa, The Mental Conclave lo llaman), adivinando n¨²meros de la loter¨ªa o montando festivales divulgativos y frescos (hace nada, en Santander), sea con la maestr¨ªa en el manejo de cartas en plan m¨¢s ¨ªntimos (experto es Juan Tamarit) o haciendo galas superlativas tipo Copperfield.
Se?oras y se?ores, "los placeres del misterio son muchos, y a¨²n m¨¢s las virtudes de la ingenuidad pasajera". Durante siglos, los magos han hecho lo imposible y adivinado lo intangible. Algunos de ustedes dir¨¢n que "no existen los milagros, sino la falta de explicaci¨®n". Y s¨ª. ?Pero a qui¨¦n le importa c¨®mo se esconde la paloma en la chaqueta si lo que impresiona es cuando sale volando?
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