Rabindranath Tagore: un indio cosmopolita
Han comenzado en el mundo las celebraciones que, durante un a?o, conmemorar¨¢n el 150? aniversario del nacimiento de Rabindranath Tagore, un gigante de la vida intelectual y cultural de India en el siglo XX, nacido el 7 de mayo de 1861.
En su apasionante introducci¨®n a Gitanjali, W. B. Yeats escribi¨®: "Estos poemas muestran en su concepci¨®n un mundo con el que he so?ado toda mi vida. Es la obra de una cultura superior". Han pasado m¨¢s de 100 a?os desde que Yeats hizo ese comentario entusiasta sobre la poes¨ªa del intelectual indio. En Occidente, el nombre de Rabindranath Tagore ya no figura hoy entre las grandes figuras de su tiempo. La exuberante recepci¨®n que se le tribut¨® en los primeros a?os ha ido dejando paso a una indiferencia casi total.
Se celebra el 150? aniversario de un escritor que promovi¨® el di¨¢logo intercultural
El poeta defend¨ªa la unidad, que no la uniformidad, en la diversidad
Podemos tener la tentaci¨®n de restarle importancia y considerarlo un poeta rom¨¢ntico e idealista, cuyos escritos son poco realistas para un mundo que se enorgullece de su sentido pragm¨¢tico. Pero no es as¨ª. Muchas opiniones de Tagore sobre nacionalismo, educaci¨®n y di¨¢logo entre culturas tienen a¨²n validez intelectual, y algunas de sus ideas han atra¨ªdo e influido a pensadores contempor¨¢neos tanto en India como en otros pa¨ªses.
Ahora bien, debemos preguntarnos: ?qu¨¦ importancia tiene Tagore para nosotros, los "pos-modernos", en la primera d¨¦cada del nuevo milenio? Sin duda, en medio de la violencia y el fanatismo del mundo contempor¨¢neo, es urgente que nos aproximemos lo m¨¢s posible a la filosof¨ªa de paz y armon¨ªa de Tagore.
Devoto de la paz, Tagore denunci¨® el nacionalismo y la violencia. Intent¨® inspirar a los seres humanos un sentimiento de que hab¨ªa muchas cosas que los un¨ªan. No pose¨ªa ninguna f¨®rmula m¨¢gica para salvar a la humanidad. No cre¨ªa en las ideolog¨ªas. Se limit¨® a destacar algunos principios b¨¢sicos que los fil¨®sofos han conocido siempre y que los seres humanos hacen mal en ignorar.
Tagore no era un pol¨ªtico y aborrec¨ªa la pol¨ªtica del poder. En una carta escrita a William Rothenstein el 6 de octubre de 1920, resume con gran claridad su amargura por la exhibici¨®n de poder. "No tengo ninguna relaci¨®n directa con la pol¨ªtica", afirma. "No soy nacionalista, moderado ni extremista en mi doctrina ni mi inspiraci¨®n pol¨ªtica. Pero la pol¨ªtica no es una mera abstracci¨®n, tiene su personalidad y se inmiscuye en mi vida porque soy humano. Mata y hiere a las personas, cuenta mentiras, utiliza su sagrada espada de la justicia para matanzas, extiende la miseria a lo largo de siglos de explotaci¨®n, y yo no puedo decirme a m¨ª mismo: 'Poeta, t¨² no tienes nada que ver con esas cosas, porque son cosas de la pol¨ªtica".
Para Tagore, el hombre espiritual no puede ser completamente apol¨ªtico, sino que debe acabar refugi¨¢ndose en un pensamiento pol¨ªtico que garantice el acceso directo a todas las culturas. La cuesti¨®n del di¨¢logo intercultural preocup¨® a Rabindranath Tagore toda su vida, un inter¨¦s que queda bien patenteen la expresi¨®n "Unidad en la diversidad", que utilizaba a menudo en sus ensayos y conferencias.
Siempre se opuso a la uniformidad y la contrast¨® con el ideal de unidad. La verdadera unidad, pensaba Tagore, solo era posible si se celebraba la diversidad mediante el di¨¢logo entre diferentes culturas. Su ideal era la b¨²squeda de la armon¨ªa por encima de los imperativos de la modernidad, como forma de relacionar distintas culturas y lograr esa unidad en la diversidad.
Podemos considerar la idea del di¨¢logo intercultural de Tagore y su cr¨ªtica antipol¨ªtica de la civilizaci¨®n moderna como una forma de preparar el terreno para el logro gradual de dicha visi¨®n. Si la filosof¨ªa de Tagore es resultado de los conflictos y las aspiraciones de la India moderna, tambi¨¦n es, a su vez, el criterio moral que le sirve para juzgar el progreso.
Tagore se opon¨ªa a la civilizaci¨®n moderna porque no ten¨ªa un car¨¢cter total y por su predilecci¨®n por el progreso material de la humanidad en vez del progreso moral. No se hac¨ªa ilusiones sobre lo que se denominaba "progreso", que en su opini¨®n se hab¨ªa convertido en sin¨®nimo de las leyes de la necesidad, no de las leyes de la verdad. Para Tagore, el progreso era la libre expresi¨®n de la personalidad humana en armon¨ªa con la vida. Por consiguiente, la verdadera crisis de la civilizaci¨®n moderna se deb¨ªa al conflicto y el choque, no entre culturas, sino entre el ser humano y la idea de la vida como algo integral.
Tagore pensaba sin duda en una cultura universal en la que las grandes mentes de cada naci¨®n estar¨ªan a disposici¨®n de todo el mundo. Por eso tuvo siempre una perspectiva fundamental y constante, en todos sus viajes por su pa¨ªs y m¨¢s all¨¢ de sus fronteras. Los conocimientos y las amistades que hizo durante sus viajes a Oriente y Occidente ampliaron sus simpat¨ªas humanistas, que ya eran suficientemente amplias, e intensificaron su comprensi¨®n de los impulsos intelectuales y espirituales que hab¨ªan empujado a las grandes mentes orientales y occidentales a alcanzar sus mayores logros. A partir de entonces, Tagore fue, m¨¢s que indio, ciudadano del mundo o, mejor dicho, un indio cosmopolita, porque pertenec¨ªa al espacio cultural indio sin involucrarse en la idea de un territorio concreto delimitado por unas fronteras.
A caballo entre Asia y Europa, sin rendirse a la idea de un choque entre ambas, Tagore ampli¨® el significado y la importancia pragm¨¢tica del di¨¢logo cr¨ªtico intercultural como ninguna otra persona antes que ¨¦l. Al extender su visi¨®n de la civilizaci¨®n m¨¢s all¨¢ del mero particularismo, otorg¨® un valor supremo a la idea de un mundo integral. Un mundo integral que era como una familia en la que sus miembros, las distintas naciones, contribuyen, cada uno con su parte, al bienestar de todos.
Hoy, en un momento en el que la humanidad se enfrenta a un panorama poco halag¨¹e?o, con choques de intereses nacionales y prejuicios ¨¦tnicos y raciales, un intento de entablar un di¨¢logo intercultural puede ser una forma fidedigna de sentar las bases de una nueva solidaridad humana en un mundo plural.
Lo que debemos preguntarnos es si nos encontramos en el momento hist¨®rico en el que debemos "perder nuestra fe en el hombre" o debemos esforzarnos en preparar las condiciones necesarias para que un di¨¢logo intercultural contribuya a forjar la solidaridad humana en un mundo plural. No cabe duda de que Tagore es el testigo cuyos textos nos ayudar¨¢n a discernir si estamos avanzando o no hacia m¨¢s di¨¢logo cultural y m¨¢s solidaridad humana en nuestro mundo.
Ramin Jahanbegloo, fil¨®sofo iran¨ª, es catedr¨¢tico de Ciencias Pol¨ªticas en la Universidad de Toronto. Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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