Barreras
Donde Austria se estrecha, comprimida entre Italia y Alemania, los valles y monta?as evocan la imagen de la caja de l¨¢pices de colores Alpino. Una imagen que contrasta con el paisaje seco, agostado, de nuestras tierras mediterr¨¢neas al finalizar el verano. Por aquellos valles no se tropieza con charcas repletas de peces muertos, como las aparecidas en el r¨ªo Albaida. All¨¢ hay agua para todos, que la miman para que se mantenga oxigenada; hay tambi¨¦n una econom¨ªa sostenible basada en el turismo y la agricultura ecol¨®gica; hay peque?os municipios con los servicios p¨²blicos, culturales, deportivos y tur¨ªsticos mancomunados. Las autopistas brillan por su ausencia, porque los lugare?os temen la masificaci¨®n, y se niegan a vender terrenos, evitando as¨ª que les destrocen paisaje y tranquilidad. Y en cada lugar y aldea tienen su banda de m¨²sica y sus conciertos de marchas tirolesas, m¨¢s repetitivas que los pasodobles en las plazas de nuestros pueblos valencianos.
Pero m¨¢s all¨¢ de las bandas y la m¨²sica popular, apenas se descubren en aquellos municipios usos y costumbres semejantes a los nuestros. Nuestros pueblos, ciudades, lugares y aldeas han tenido y tienen hasta ahora, por lo general, una vocaci¨®n independentista o extremadamente localista, acentuada quiz¨¢s los ¨²ltimos decenios por regidores y mun¨ªcipes principales. Aqu¨ª todo el mundo quiere, o aparenta querer, su piscina cubierta y climatizada, aunque el calor nos atosigue la mayor parte del a?o. Poco importa que el n¨²cleo poblado a escasos kil¨®metros tenga una buena casa de cultura y un buen teatrito, en nuestro pueblo queremos la nuestra y nuestro escenario porque no vamos a ser menos. Y no hablemos ya de pol¨ªgonos industriales que se rozan en los l¨ªmites municipales pero tienen administraci¨®n y gesti¨®n municipal diferentes. El listado en el ¨¢mbito de los servicios, la cultura o el deporte ser¨ªa inacabable. Que luego las mil y una instalaciones necesitan de mantenimiento, y que las arcas p¨²blicas municipales est¨¢n vac¨ªas porque estall¨® la burbuja descontrolada del ladrillo, poco importa. Aunque deber¨ªa importar a tanto caudillo electoralista local, personajes que entre nosotros crecieron como las setas. Y no hace falta indicar un nombre, un apellido o un top¨®nimo valenciano. Est¨¢n ah¨ª, en la esquina de nuestra calle; en esa calle donde ahora manda la crisis, gobierna la deuda p¨²blica, en gran parte municipal, y preocupa el paro.
Por eso quiz¨¢s, y para paliar la triste impresi¨®n de esas charcas sin ox¨ªgeno donde se amontonan los peces muertos, resultan refrescantes como la atm¨®sfera de los montes del Tirol, esos intentos de algunos de nuestros municipios, de aunar servicios y mancomunar gastos, barriendo barreras municipales sin sentido, compartiendo infraestructuras y gastos. Es otra forma de hacer pol¨ªtica municipal, la que se intenta hacer por donde Benissa y Teulada, tal y como se informaba puntualmente en estas p¨¢ginas. Y no hay otro camino, porque lo dem¨¢s no es el Tirol sino el endeudamiento asfixiante como las charcas del Albaida.
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