Arcade Fire,un directo superlativo
Los canadienses confirman en Santiago que son la banda de rock del momento
Ian McCulloch, l¨ªder de Echo and The Bunnymen, es un tipo al que en 30 a?os rara vez se le ha o¨ªdo decir nada bueno de otra banda que no sea la suya. Pero el domingo por la tarde comentaba que descubrir a Arcade Fire hab¨ªa sido una epifan¨ªa. "Lo de esta noche va a ser realmente especial", a?ad¨ªa.
No se equivoc¨®. El septeto de Montreal dio esa noche en el Monte Do Gozo el concierto perfecto, si eso es posible. Unas 15.000 personas corearon cada una de las 18 canciones que interpret¨® durante una hora y media esa troupe a medio camino entre un grupo de rock y una congregaci¨®n.
Arcade Fire eran los cabezas de cartel del MTV Day Galicia, un minifestival gratuito organizado por la cadena de televisi¨®n en Santiago de Compostela. A las cinco de la tarde de un domingo de sol radiante hab¨ªa abierto el escenario Cornelius 1960, un grupo de Vilagarc¨ªa de Arousa. Les siguieron The Temper Trap, formaci¨®n australiana con un ¨²nico disco. Despu¨¦s lleg¨® Echo and the Bunnymen. Del cuarteto original solo quedan el guitarrista Will Sargeant y un Ian McCulloch balbuceante. Que una banda con un repertorio tan grande haga un concierto as¨ª deber¨ªa de ser punible. Mientras, el p¨²blico iba entrando al recinto, y entonces a las 10 en punto llegaron ellos.
Las canciones crecen y se contorsionan, aupadas por arreglos m¨¢gicos
Un poco de historia. Arcade Fire apareci¨® de la nada hace seis a?os con su primer disco Funeral. Era un grupo multitudinario, salido de la fruct¨ªfera escena alternativa de Montreal, creado por Win Butler, un m¨²sico tejano de 25 a?os, y su mujer R¨¦gine Chassagne, originaria de Hait¨ª. Eran ¨¦picos, oscuros, grandiosos y emocionantes. La noticia de su existencia se propag¨® a velocidad de v¨¦rtigo. Este agosto se edit¨® su tercer ¨¢lbum, The Suburbs, que fue n¨²mero uno en Estados Unidos, uno de esos hechos que convierte instant¨¢neamente a un grupo en estrellas.
En directo son consistentes como una roca. Siete multiinstrumentistas dotados (ocho realmente, con el refuerzo de la violinista Marika Anthony Shaw) creando ritmos casi tribales con dos bater¨ªas, percusiones y tambores sobre las que se superponen guitarras, violines y teclados. Esa mezcla trasciende con mucho el espect¨¢culo del cl¨¢sico grupo de rock de cuatro componentes. Las canciones crecen y se contorsionan, aupadas por coros casi g¨®spel y arreglos m¨¢gicos ante un p¨²blico que parece conocer el repertorio tan bien como los int¨¦rpretes. Presidiendo el escenario, una pantalla gigante en la que se combina lo que pasa en el escenario con im¨¢genes grabadas. Ellos ni se hacen de rogar, ni caen en los t¨®picos del rock de estadio. Elegantemente dan lo que se les pide: sus temas m¨¢s conocidos. M¨¢s de la mitad son de sus dos primeros ¨¢lbumes. Y terminan con Wake up, su gran himno ante el delirio del p¨²blico. A d¨ªa de hoy, Arcade Fire es, simple y llanamente, uno de los mejores grupos de rock en directo del mundo.
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