Aguirre purga el populismo

Ha hecho bien Esperanza Aguirre en poner fin, aunque tard¨ªamente, a la ya imposible ocupaci¨®n de un cargo p¨²blico por parte de Jes¨²s Neira, tras ser condenado a una multa de 10 euros diarios durante seis meses, un total de 1.800 euros, la retirada del carn¨¦ de conducir durante 10 meses y trabajos en favor de la comunidad por haber dado positivo -triplic¨® el nivel permitido- en un control de alcoholemia en la M-40. La esquinada estratagema elegida por Aguirre, suprimir el pomposo Observatorio Regional Contra la Violencia de G¨¦nero de la Comunidad de Madrid, no hace sino confirmar algo ya sabido: que el cargo fue una pura e in¨²til invenci¨®n populista de la presidenta madrile?a, tan aficionada a estos gestos de verbena y organillo.

La historia tan repetida de lo f¨¢cil que es pasar de h¨¦roe a villano en r¨¢pida mudanza tiene en Neira una demostraci¨®n cristalina. Aquel meritorio protector de una mujer que estaba sufriendo malos tratos, en un gesto muy digno de aprecio, se ha convertido en muy poco tiempo en un extremista de palabra y gesto, adem¨¢s de reincidente en declaraciones inadmisibles para un cargo pol¨ªtico.

No parece muy sensato que Neira echara pestes p¨²blicas de la justicia, o que gritara en una de esas tertulias que tanto le gustan que el presidente del Gobierno "es un antidem¨®crata y un autoritario de mierda". O que esgrima a voces su derecho a llevar armas "porque estaba en su derecho". Menos mal: no parece el profesor tener el mejor perfil para llevar un rev¨®lver en la guantera del coche...

Jes¨²s Neira ha cometido, adem¨¢s, el error de echar un pulso a los dirigentes de la Comunidad. Primero, al consejero de Presidencia, Francisco Granados, que le inst¨® a dimitir. Y segundo, a quien le nombr¨®, la propia presidenta de la Comunidad, Esperanza Aguirre: "No dimito ni voy a dimitir, quiero que me echen", respondi¨® chulescamente. Las eses y el peque?o choque con un cami¨®n del hasta ahora presidente del ya extinto Observatorio Regional vinieron a facilitar su despido. Quienes buscaron la demagogia de su nombramiento han aprovechado ahora para rectificar, aunque con subterfugios, aquella atolondrada ocurrencia.