La vacante de Dios
Supongo que la resonancia que suele darse a las opiniones del sabio Stephen Hawking se debe en parte a la espectacularidad tecnol¨®gica con que lucha, tan animosa como eficazmente, contra su terrible minusval¨ªa f¨ªsica. Se ha convertido en una especie de Doctor Strangelove de la f¨ªsica y la cosmolog¨ªa, lo cual fascina a los medios de comunicaci¨®n hasta el punto de obstaculizarles a veces comprender exactamente el alcance de sus comentarios m¨¢s populares. As¨ª ha ocurrido ahora, cuando en un avance de su ¨²ltimo libro El gran designio advirti¨® que no hace falta la hip¨®tesis de un Dios creador para explicar el origen del universo.
Tal advertencia es, claro, una obviedad. La ciencia, que trata de explicar el funcionamiento de los seres naturales, no necesita ni puede recurrir en ning¨²n caso a un ser sobrenatural para dar cuenta de la realidad. Ni cuando se trata del origen del universo ni cuando habla de la funci¨®n faner¨®gama de las plantas. Si hiciera tal apelaci¨®n dejar¨ªa de ser ciencia y se convertir¨ªa en teolog¨ªa o nigromancia. Los cient¨ªficos procuran comprender lo que ocurre en la naturaleza hasta donde pueden y a veces incluso un poco m¨¢s all¨¢, pero siempre aplicando criterios ligados a la experiencia y la deducci¨®n racional. Si de pronto invocasen a Dios no aclarar¨ªan nada sino que confesar¨ªan paladinamente que ya no saben m¨¢s, porque como bien dijo Spinoza, la voluntad de Dios no es sino el asilo de la ignorancia. En este punto, por cierto, tambi¨¦n la gente sencilla que no somos sabios (incluidos los creyentes m¨¢s fervorosos), compartimos su criterio: prueben a decir a los pasajeros de un avi¨®n a punto de despegar que se han sustituido las revisiones t¨¦cnicas de rigor por rociar los motores con agua bendita y ya ver¨¢n la que se organiza en las salidas de emergencia.
Dios no "explica" nada en el orden de lo material, ni la evoluci¨®n de los seres vivos, ni el origen del universo, ni la poluci¨®n de los oc¨¦anos o el calentamiento global. Por supuesto, tampoco la ciencia puede "explicar" por qu¨¦ lo que hay existe y si tiene alg¨²n "sentido" comprensible para nosotros. Los cient¨ªficos metidos a te¨®logos -aunque sean negativos- son tan risibles como los te¨®logos que intentan hacer ciencia... ficci¨®n. Entonces, ?qu¨¦ pensar de la polvareda levantada por las afirmaciones de Hawking, magnificadas y distorsionadas por el sensacionalismo? Pues que su libro, de pronta aparici¨®n, va a venderse... divinamente.
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