Arqueol¨®gico s¨ª, moderno tambi¨¦n
El museo de la Dama de Elche y otros tesoros de la antig¨¹edad se sacuden el polvo con una radical renovaci¨®n - Nuevos accesos y techos de cristal, entre las novedades
Cuando hace dos a?os comenzaron las obras de restauraci¨®n del Museo Arqueol¨®gico Nacional , el edificio sufr¨ªa todas las deficiencias imaginables. Era un coloso repleto de tesoros, s¨ª, pero un coloso obsoleto, un gigante dormido y anclado en el pasado. Y, sobre todo, un museo inc¨®modo y d¨¦mod¨¦. No s¨®lo sus magn¨ªficas piezas (las damas de Elche y Baza, el tesoro de Guarrazar....) se estaban exponiendo en deficientes condiciones: tambi¨¦n se contraven¨ªan las m¨¢s elementales normas de seguridad (incendios, accesos...) en un edificio que comparte estructura con la Biblioteca Nacional (un tercio es museo y el resto Biblioteca), algo que complicaba la rehabilitaci¨®n del espacio.
Pero por fin ha sonado la hora del renacimiento para el Arqueol¨®gico Nacional. El museo, que exhibir¨¢ su nueva cara a partir del verano de 2011 pero mostrar¨¢ al p¨²blico una de sus remodeladas alas el pr¨®ximo mes de octubre, presenta ya un aspecto que corta definitivamente con su pasado y entra de lleno en el siglo XXI. Para resolver el espinoso tema de las colecciones y su necesaria reordenaci¨®n, el Ministerio de Cultura abri¨® el 3 de agosto un concurso museogr¨¢fico p¨²blico que deber¨¢ resolverse tambi¨¦n en el pr¨®ximo mes.
Antes de la obra, el MAN reun¨ªa todas las deficiencias de espacio y seguridad
El nuevo museo abrir¨¢ sus puertas al p¨²blico en el verano de 2011
El responsable de esta radical transformaci¨®n es el arquitecto Juan Pablo Rodr¨ªguez Frade (Madrid, 1957), cuya rehabilitaci¨®n del Palacio de Carlos V, en la Alhambra granadina, logr¨® el Premio Nacional de Restauraci¨®n en 1995. Las cifras b¨¢sicas dan idea de la envergadura del proyecto: el espacio del museo ha pasado de 14.350 metros a 20.510, y el espacio expositivo que exist¨ªa, 7.300 metros, ha aumentado hasta 9.715. El presupuesto l¨ªmite es de 35 millones de euros y la fecha de terminaci¨®n se ha dilatado un a?o.
El nuevo aspecto del Museo Arqueol¨®gico se aprecia ya desde la entrada principal. Se ha mantenido y concedido a¨²n m¨¢s protagonismo a la bella y protegida escalinata que va a dar a la calle de Serrano en medio de unos de los escasos jardines hist¨®ricos que se pueden ver en el madrile?o barrio de Salamanca. Una de las principales novedades en el lifting del edificio se refiere a los accesos: en el nuevo Arqueol¨®gico, el p¨²blico entrar¨¢ por unas puertas laterales; ¨¦stas confluir¨¢n en un espectacular vest¨ªbulo que servir¨¢ de punto de encuentro, informaci¨®n y venta de entradas; dos salones de actos para 100 y 200 personas, cafeter¨ªa, ascensores, rampas para minusv¨¢lidos y dos salas de exposiciones temporales.
Desde ese vest¨ªbulo, el visitante se adentra en lo que el arquitecto considera como la joya de la obra y su gran apuesta creativa: la recuperaci¨®n de los patios romano y ¨¢rabe de 20 metros de altura, 30 de largo y 14 de ancho cubiertos con cristal. Presididos por sus fuentes originales, est¨¢n rodeados de las salas en las que se exhibir¨¢ la colecci¨®n permanente. Una vistosa escalera interior hecha de madera remata la zona central.
Los materiales empleados en la resurrecci¨®n del edificio son otro de los cap¨ªtulos esenciales.En las tres plantas del edificio se ha utilizado madera de Merbau ranurado para las paredes, mientras que los suelos ser¨¢n recubiertos de m¨¢rmol travertino. Son materiales que diferencian visualmente estos espacios respecto a otros museos y que no han sido especialmente costosos, seg¨²n el arquitecto. Juan Pablo Rodr¨ªguez Frade explica que ha querido hacer una operaci¨®n de limpieza del interior: "Mi trabajo ha consistido en depurar, en evitar agregar barreras prescindibles. Me interesa la Museograf¨ªa que emociona en silencio, que facilita la contemplaci¨®n. Soy de los que opina que hay que conjurar todos los elementos posibles para que se cree una intimidad total entre la obra contemplada y el p¨²blico", explica.
Pero conseguir ese ambiente no ha sido sencillo, seg¨²n el autor de la remodelaci¨®n: "El ambiente de aparente simpleza se ha logrado con tecnolog¨ªa de ¨²ltima generaci¨®n que est¨¢ oculta a los ojos del visitante", explica. Y como ejemplo, se?ala los cristales que cubren las b¨®vedas de los patios: unos cristales que experimentan transformaciones en funci¨®n de la intensidad de la luz y el calor. En caso de incendio, ser¨ªan los primeros en abrir se de manera autom¨¢tica para expulsar el humo.
Otro de los retos cuya resoluci¨®n t¨¦cnica m¨¢s ha satisfecho el arquitecto es la organizaci¨®n de lo que es actividad p¨²blica o privada del museo. El mundo de quienes all¨ª trabajan se cruzaba con la parte expositiva. "Los laterales de las antiguas salas eran espacios ciegos que ahora he podido aprovechar para que las actividades no se mezclen. En la tercera planta est¨¢ una de las joyas del edificio y ya est¨¢ ocupada por las 300.000 monedas que integran la colecci¨®n numism¨¢tica del museo; las monedas han sido instaladas en estantes met¨¢licos en los que se garantiza una protecci¨®n eficaz contra el paso del tiempo, algo que no aseguraban las antiguas repisas de cristal.
Los nuevos almacenes pintados en rojo y amarillo acumulan en un orden militar los armarios en los que se guardan las piezas de los numeros¨ªsimos tesoros propiedad del museo. La fr¨ªa temperatura y la tenue luz cumplen las exigencias impuestas por los ¨²ltimos avances en conservaci¨®n muse¨ªstica.
Sin duda alguna, uno de los principales alardes arquitect¨®nicos es el practicado en la biblioteca del edificio, en el espacio abuhardillado, donde metal, madera y cristal crean un espacio que recuerda las estaciones ferroviarias parisienses. Los fondos documentales de los tesoros del museo se instalar¨¢n aqu¨ª, protegidos de polvo y luz.
En la azotea del edificio confluye la maquinaria que da vida al edificio. Las espl¨¦ndidas vistas sobre el centro de Madrid se mezclan con el cableado regulador de las necesidades vitales del museo. Todo un mundo que habla de una brutal transformaci¨®n tanto del aspecto interior como exterior del edificio.
Para el arquitecto y su equipo, las obras han entrado ya en una etapa en la que se nota por fin como las piezas van encajando, y el resultado est¨¢ pr¨®ximo. "Ha habido momentos en los que aqu¨ª han trabajado simult¨¢neamente 30 empresas diferentes, cada una con un cometido espec¨ªfico", recuerda Rodr¨ªguez Frade, "parec¨ªa un milagro que no hubiera encontronazos. ?Lo m¨¢s dif¨ªcil? Hacer todo este trabajo mientras que el museo segu¨ªa abierto al p¨²blico. S¨®lo se ha cerrado durante el verano".
Como testigos mudos de las palabras del arquitecto, en una de las salas de la planta baja, perfectamente embaladas, se acumulan algunas de las piezas m¨¢s valiosas del museo. Las damas de Baza y Elche no se distinguen ahora de las momias egipcias o esculturas griegas y romanas que centran la atenci¨®n del p¨²blico. Se despojar¨¢n de sus peculiares camisas de fuerza a finales de octubre para una selectiva muestra de los fondos. La colecci¨®n permanente tendr¨¢ que estar preparada para el pr¨®ximo verano.
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