Municipios rotos
Llevamos m¨¢s de tres d¨¦cadas discutiendo obsesivamente la estructura de la Administraci¨®n central y de las comunidades aut¨®nomas, y dejando para m¨¢s adelante la naturaleza de las corporaciones locales, sus responsabilidades y la financiaci¨®n. La hora ha llegado, probablemente en el momento menos oportuno: en medio de una soberbia crisis econ¨®mica que ha acabado de arruinarlas, o por sus propios excesos (vivir por encima de las posibilidades) o por caer estrepitosamente sus ingresos estructurales, vinculados en buena parte al sector de la construcci¨®n.
La puntilla a esta situaci¨®n lleg¨® con las medidas de austeridad del Gobierno, del pasado mes de mayo, que prohibi¨® a los Ayuntamientos endeudarse a largo plazo a partir del a?o que viene. Con ello, al problema de solvencia se le sum¨® otro de liquidez: la imposibilidad de pagar los servicios que proporcionan, el empleo que generan, los proveedores que les sirven y el servicio de la deuda adquirida. En el mejor de los casos, los alcaldes se plantean cumplir con unos u otros, pero no con todos. Adem¨¢s, por la proximidad con los ciudadanos, los ayuntamientos han asumido competencias que no les correspond¨ªan, sin tener las asignaciones necesarias para asumirlas.
El debate sobre las competencias y financiaci¨®n de los municipios lleva mucho tiempo olvidado
El Gobierno llevar¨¢ a los Presupuestos del Estado una flexibilizaci¨®n de las medidas de mayo: los Ayuntamientos podr¨¢n endeudarse con condiciones (cuando su deuda no sobrepase determinado porcentaje de los ingresos, que los cr¨¦ditos sean finalistas y sirvan para pagar la inversi¨®n en curso y no el gasto corriente...). Pero ello, en el mejor de los casos, solucionar¨¢ las dificultades puntuales de liquidez y no el problema estructural de la solvencia. Para ello ha de hacerse una reflexi¨®n sobre el modelo de las corporaciones locales a trav¨¦s de las leyes de bases de R¨¦gimen Local, que regula sus competencias, y la de Haciendas Locales, que aborda su financiaci¨®n.
Hay otro an¨¢lisis adicional que no suele ser popular entre algunos ediles y muchos ciudadanos: en Espa?a hay m¨¢s de 8.000 ayuntamientos, muchos de ellos m¨ªnimos. M¨¢s all¨¢ de los abusos de corrupci¨®n que han surgido -y que son m¨¢s abundantes que en los otros niveles de la Administraci¨®n- muchas de estas unidades administrativas locales no son eficientes por su tama?o y heterogeneidad. En otros lugares de nuestro entorno, sobre todo en el norte de Europa, se ha llevado a cabo un proceso de reagrupamiento y consolidaci¨®n sistem¨¢tica de municipios por razones de austeridad y de eficacia administrativa. Este debate no se ha producido en Espa?a. Todo lo contrario: se conocen ejemplos de pedan¨ªas que pretenden desgajarse de su Ayuntamiento en una tendencia centr¨ªfuga, y cuando se crean unidades administrativas mayores como las mancomunidades u otras asociaciones voluntarias, se mantienen las preexistentes. M¨¢s a m¨¢s.
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