Los Donoso: un exorcismo literario
El libro 'Correr el tupido velo', escrito por la hija del gran autor chileno, constituye un exhaustivo y sensible ejemplo de biograf¨ªa filial con todas sus luces y sombras
Todo el mundo necesita un d¨ªa poner en orden su existencia. Algunas personas comienzan (y acaban) con su familia. Es lo que hace Pilar Donoso (1967), la hija del escritor chileno Jos¨¦ Donoso (1924-1997) en Correr el tupido velo (Alfaguara). Escribir un libro que es una biograf¨ªa de su padre. Y como tal, termina siendo su autobiograf¨ªa. O un exorcismo para liberar esos demonios familiares que todos llevamos, con mayor o menor pesar, dentro. Correr el tupido velo es una investigaci¨®n vital, pero tambi¨¦n es una investigaci¨®n espiritual y est¨¦tica. La historia de ese fervor o esa incurable enfermedad en que Jos¨¦ Donoso convirti¨® su literatura.
Donoso se retir¨® del mundo convencido de que su oficio era lo m¨¢s cercano a la verdad. Lo expres¨® siempre que pudo a trav¨¦s de su literatura. O mejor dicho, del lenguaje. Este era su instrumento de comunicaci¨®n con la vida. Poco antes de morir hab¨ªa afirmado: "La muerte es la falta de lenguaje". Una hermosa frase y una no menos hermosa verdad, como sacada del dep¨®sito conceptual del mism¨ªsimo Lacan.
Pilar Donoso se busca a s¨ª misma en un atormentado contexto familiar
Donoso fue autor de varias y valiosas novelas. Pero a veces parece que s¨®lo lo fue de El obsceno p¨¢jaro de la noche (1970), novela de parto doloroso que consolid¨® el prestigio que hab¨ªa comenzado a adquirir con Coronaci¨®n (1956) unos a?os antes, adem¨¢s de situarlo en la ¨®rbita del legendario boom. De su vida tuvimos noticias a trav¨¦s de su Historia personal del boom (1972). Este fue el retrato de un fen¨®meno literario, de un grupo de novelistas que coincidieron con obras muy distintas en prop¨®sitos est¨¦ticos, incluso en fundamentos ideol¨®gicos, pero muy vinculadas por un evanescente esp¨ªritu de tribu de la palabra. Tambi¨¦n fue un intento de definir qui¨¦n era qui¨¦n, de respetuosa jerarquizaci¨®n de sus componentes, de tasar sus obras. Pero al mismo tiempo fue una cr¨®nica donde su autor nos daba informaci¨®n de su situaci¨®n dentro del grupo, de las relaciones y los eventos (p¨²blicos y privados) que los trenzaban y los separaban con no poca acritud y eco medi¨¢tico. La familia bien avenida que todos creyeron que conformaba el boom, no lo era tanto: de ah¨ª la eficacia desmitificadora de ese libro que todav¨ªa sigue vigente, y que sirve como met¨¢fora de la irritante susceptibilidad egoc¨¦ntrica de los escritores, sean de donde sean y escriban en el idioma que escriban. (Recu¨¦rdese, de paso, que la edici¨®n de 1987 de este libro incluye un texto de su mujer, Mar¨ªa Pilar, titulado con inequ¨ªvoca iron¨ªa El boom dom¨¦stico)
Correr el tupido velo es la pieza que faltaba para completar la mirada sobre la familia Donoso: el padre, la madre y, ahora, la hija, Pilar. Escribir sobre los padres puede decirse que se ha convertido en una especie de g¨¦nero literario. Tan meritorio y digno como el que m¨¢s, siempre y cuando no se utilice para medrar a costa de los progenitores. Comprendo que alguien se acerque a estas investigaciones familiares con la sospecha del resentimiento, la venganza, la ingratitud o la venalidad. No es el caso del libro de Pilar Donoso. La hija del escritor chileno ejercita un g¨¦nero en el cual han descollado en libros recientes Patrick Modiano (Un pedigr¨ª) y Richard Ford (Mi madre); y en nuestro pa¨ªs Soledad Pu¨¦rtolas (Con mi madre) y Marcos Giralt Torrente (Tiempo de vida). El libro de Pilar Donoso se inscribe en esta l¨ªnea, en la b¨²squeda de respuestas, en la b¨²squeda de s¨ª misma en un contexto familiar sumamente conflictivo y atormentado, pero donde a la vez aprende que la palabra es el instrumento m¨¢s id¨®neo para llevar a cabo esta dif¨ªcil y arriesgada indagaci¨®n.
Se trata de descorrer algunos velos. All¨ª donde su padre (la autora es hija adoptiva) y su madre los corr¨ªan, ella debe atreverse a enfrentarse con lo que encuentra detr¨¢s. El libro es un recorrido por la vida de sus padres: llena de exilios voluntarios, tocados por ese sublime y autodestructivo s¨ªndrome de la generaci¨®n perdida. Pilar estructura su libro en dos grandes bloques: la estancia de Donoso y su familia, a partir de 1967, fuera de Chile, y el regreso en 1980. Hay un cap¨ªtulo dedicado a la relaci¨®n del escritor con el psicoan¨¢lisis y otro sobre su muerte. La autora alterna su relato familiar con fragmentos de los pol¨¦micos diarios de su padre. Tambi¨¦n participan cartas del escritor y p¨¢ginas del diario de su madre.
Resulta enjundioso que Pilar Donoso no juzgue. Deja que seamos los lectores los que emitamos alg¨²n veredicto. Las depresiones abismales de Mar¨ªa Pilar, sus incalculables ingestiones de alcohol, las depresiones de Donoso, su enfermizo af¨¢n de reconocimiento, sus ataques de paranoia, sus enfermedades (reales e imaginarias), la constante falta de liquidez del matrimonio. Tales circunstancias, parecen no haber dejado ninguna huella de resentimiento en la autora. Comprensi¨®n s¨ª. Y cierto aire de para¨ªso perdido, cuando evoca el pueblo fronterizo de Calaceite. Y gratitud, a pesar de todo, por los escasos momentos de felicidad plena que sus padres trataron, siempre que pudieron, que no le faltara.
Los diarios de Donoso, tan cercanos a los de John Cheever. Alcohol, hirientes reproches matrimoniales, angustia, el fantasma de la homosexualidad. El s¨ªndrome de Scott Fitzgerald y Zelda. Y en medio, una ni?a que mira atr¨¢s sin ira y escribe un libro de prosa sencilla. Esa sencillez que exigen la sinceridad y la inteligencia.
Retrato de padre
- "Mi realidad ha sido
crecer bajo la sombra
de un gigante".
- "Mi adopci¨®n se convirti¨® en un aspecto literario m¨¢s de su propia imagen de clochard que tanto le obsesionaba; se identific¨® conmigo en ese aspecto
y eso nos uni¨® mucho".
- "Como marido, mi padre
le exige a mi madre dos cl¨¢usulas matrimoniales indispensables. La primera, que supiera manejar
un auto, ya que ¨¦l no sab¨ªa
y no iba a aprender nunca
y, la segunda, que deb¨ªa
leer a Proust, porque si
no, no tendr¨ªan de qu¨¦ hablar".
- "La amistad [con Vargas Llosa] se hace fuerte, se admiran mutuamente (...) Gabriel Garc¨ªa M¨¢rquez tambi¨¦n vive en Barcelona, pero mi padre, un poco celoso, creo yo, lo encuentra parco, menos humano
y amistoso que Mario".
- "Mi padre se sinti¨® integrante de este boom [latinoamericano] por converger en un mismo momento y en un mismo lugar con este grupo,
pero intuy¨® que en el fondo nunca fue parte importante del movimiento".
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