Populismos t¨®xicos

De Obama a Sarkozy. L¨ªderes menguantes a ambos lados del Atl¨¢ntico. Arrasado por el populismo, pr¨®ximo a la insania, el presidente norteamericano, y populismo vergonzosamente oportunista, atizado desde el poder para morder en la derecha extrema y aliviar una presidencia declinante, en el caso de Francia y la deportaci¨®n de gitanos. Jibarizaci¨®n de los derechos humanos y manteo de la Uni¨®n Europea por los Estados naci¨®n, cuando se sacude su tan criticada inoperancia, se atreve a llamar las cosas por su nombre y ejerce la defensa de los tratados. Los integrantes del club miran al dedo y no a la luna, hacen pi?a corporativa con el presidente franc¨¦s y piden respeto para los gobiernos nacionales. Con el honor de Francia supuestamente a salvo, el El¨ªseo se permite se?alar la hipocres¨ªa de sus colegas, que har¨ªan lo mismo pero m¨¢s discretamente, y le recuerda a la canciller Merkel que Alemania acaba de acordar con Kosovo la deportaci¨®n de 12.000 gitanos. Al final, el problema lo provoca la comisaria Reding, de genio vivo, que se atrevi¨® a comparar las deportaciones francesas con las realizadas por los nazis en la II Guerra Mundial. Luego se excus¨®. Al frente de la manifestaci¨®n gremial de apoyo al colega franc¨¦s, Zapatero, que podr¨ªa presumir de una razonable pol¨ªtica de integraci¨®n de los 600.000 gitanos que hay en Espa?a, pero que agradece a Sarkozy la silla que nos ha prestado para participar como invitados en el G-20 y, aun m¨¢s, la impecable colaboraci¨®n de Francia en la lucha contra ETA.

Puede que Francia salve la legalidad de lo hecho. Pero no la inmoralidad de su actuaci¨®n

Es posible que Francia salve la legalidad de lo que ha hecho. Pero no la inmoralidad de su actuaci¨®n. Quedar¨¢ la ignominiosa circular dirigida por el Ministerio del Interior a los prefectos regionales para que actuaran espec¨ªficamente contra los gitanos y sus campamentos. Atreverse a decirlo y dilucidar su legalidad no es insultar a Francia. Por un breve instante hemos podido creer en la Comisi¨®n Europea y en su desdibujado presidente Dur?o Barroso. Que sirva de precedente y no cunda la melancol¨ªa. Pero acabamos de asistir a un ejemplo m¨¢s de la renacionalizaci¨®n de las pol¨ªticas europeas. El analista franc¨¦s Dominique Moissi acierta cuando afirma que "hay una gran contradicci¨®n entre el objetivo de Sarkozy de reinventarse en el escenario internacional como presidente del G-20 y al mismo tiempo hacerlo en Francia halagando a los votantes de extrema derecha".

En Am¨¦rica, una sublevaci¨®n populista zarandea la presidencia de Obama, encallada en la crisis econ¨®mica y el paro, a 50 d¨ªas de las legislativas de medio mandato en las que los dem¨®cratas pueden perder el control del Congreso. La Oficina del Censo informa de que 44 millones de estadounidenses viven en la pobreza (datos de 2009), cuatro millones m¨¢s que el a?o anterior, un 14,3% de la poblaci¨®n, algo desconocido desde los a?os sesenta. Obama lleg¨® en 2008 para cambiar el rumbo del pa¨ªs y como gran unificador. No ha logrado, de momento, ninguno de los dos objetivos. Preside una naci¨®n polarizada por una exitosa insurgencia de la derecha extrema, atizada por predicadores de las ondas, anoten los nombres de Rush Limbaugh y Glenn Beck, que ha logrado abducir al Partido Republicano, tachado de insuficientemente conservador. El Tea Party ha cruzado el r¨ªo Delaware, el que tambi¨¦n cruzara con otros objetivos George Washington, en una acci¨®n de guerra inmortalizada en un famoso cuadro. Pero Washington se convertir¨ªa despu¨¦s en el primer presidente de Estados Unidos, cosa que no ocurrir¨¢ con la nueva estrella del frente del t¨¦, Christine O'Donnell. Esta mujer de 41 a?os, indocumentada en la estela de Sarah Palin, ha alcanzado el top ten de la gloria en YouTube con el v¨ªdeo de una campa?a que llev¨® adelante contra la masturbaci¨®n, que equiparaba al adulterio. Ha triunfado en las primarias, ojo que las carga el diablo, para convertirse en candidata al Senado por Delaware por el partido de Abraham Lincoln, desplazando a un sensato republicano.

La causa es restaurar Am¨¦rica, restablecer una especie de limpieza de sangre pol¨ªtica, no tanto ganar las pr¨®ximas elecciones. El movimiento populista ha sembrado la desinformaci¨®n, comprada por muchos, de que Obama es musulm¨¢n, no naci¨® en Estados Unidos y quiere imponer el socialismo. Esta amalgama de furia, fundamentalismo religioso, patrioterismo e ignorancia, atrae a fan¨¢ticos de toda laya, con un visceral rechazo del establishment pol¨ªtico, del Gobierno intervencionista, de las ¨¦lites, de los medios liberales, de los impuestos, de la sanidad p¨²blica. Dios, patria, armas e individualismo son sus patrones. Su abono, el desencanto general con lo establecido potenciado por la frustraci¨®n econ¨®mica. Ha conseguido poner a Obama a la defensiva y definir la agenda pol¨ªtica. Es altamente t¨®xico, lo mismo que el populismo que perpetra Sarkozy en Francia.

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