De la "mili" a la perpetua
Miguel Montes, el preso m¨¢s antiguo de Espa?a, acumula 34 a?os en prisi¨®n
Despu¨¦s de 34 a?os en prisi¨®n, Miguel Montes Neiro hace ya lustros que perdi¨® la fe en el tiempo y la justicia. Para ¨¦l, la realidad ha convertido ambos conceptos en par¨¢metros tan ambiguos como la libertad. Adem¨¢s, de una forma u otra, parecen haberse aliado para someterlo. Miguel lo reconoce con un hilo de voz que vence al tel¨¦fono, desde donde recibe ¨¢nimos de Encarnaci¨®n, su hermana, que est¨¢ convencida de que ha llegado el momento de lograr la excarcelaci¨®n del preso m¨¢s antiguo de Espa?a.
"No puedo entender c¨®mo en un pa¨ªs en el que no existe la cadena perpetua puede darse esta situaci¨®n con alguien que no ha cometido ning¨²n delito de sangre", repite una vez m¨¢s, con la esperanza de que un disparo certero del fot¨®grafo motive cierta piedad o compasi¨®n en quien deba revisar el caso o firmar un expediente o admitir un error.
Miguel Montes, a sus 60 a?os, es un enfermo cr¨®nico de ri?¨®n que, adem¨¢s, padece un c¨¢ncer. Condenado por 20 delitos, ninguno de ellos de sangre, ha intentado suicidarse en varias ocasiones, en busca de una evasi¨®n que de otra manera se le antoja complicada. "No creo que salga si no me escapo de nuevo, a no ser que est¨¦ muerto", repite convencido de que algo tiene que haber que sostenga su historia, alg¨²n elemento que se le escapa y que llena sus pensamientos de conspiraciones que siempre le conducen a un callej¨®n sin salida.
El 7 de octubre de 1976, por "desertar" del Ej¨¦rcito, Montes fue detenido en rebeld¨ªa y pis¨® por primera vez la c¨¢rcel. Aquel fat¨ªdico d¨ªa comenz¨® a soplar una brisa que se convertir¨ªa en un hurac¨¢n judicial lleno de vistas y condenas, de aplazamientos y fugas, de sue?os improbables.
"Mi hermano se fug¨® y desde entonces comenz¨® a enredarse mucho la situaci¨®n. Despu¨¦s volvi¨® a fugarse varias veces y ha ido sumando condenas por robos menores o falsificaci¨®n de documentaci¨®n. Le han ido a?adiendo a?os por delitos que est¨¢n relacionados con sus fugas. Es muy injusto que mi hermano entrara en prisi¨®n la primera vez y que siga all¨ª", explica Encarnaci¨®n, sin poder reprimir las l¨¢grimas.
La historia, que parece imposible, se sostiene. Sin ir mar lejos, el pasado mi¨¦rcoles la Audiencia de Granada deneg¨® la excarcelaci¨®n de Montes, que hab¨ªa solicitado que se refundiera su condena actual con la de una sentencia anterior. El Tribunal de la Secci¨®n Primera consider¨® que no puede refundirlas porque la doctrina del Supremo exige "como requisito inexcusable" que los hechos se pudieran haber enjuiciado en un solo proceso.
"Ya s¨®lo nos queda la posibilidad del indulto. Vamos a intentarlo, aunque ser¨¢ dif¨ªcil que el sistema admita su error. Si la c¨¢rcel est¨¢ para reinsertar esto no tiene mucho sentido", coment¨® el abogado del preso, F¨¦lix ?ngel Mart¨ªn Garc¨ªa, que admiti¨® que Miguel est¨¢ convencido de que s¨®lo mediante la fuga podr¨¢ salir.
Analizando su historia con mirada emp¨ªrica, su reflexi¨®n no resulta un disparate. Montes tiene ya experiencia en dar esquinazo a la polic¨ªa. Durante sus cinco fugas ha logrado permanecer a sus anchas unos 1.400 d¨ªas. La m¨¢s espectacular fue en 1986, en M¨¢laga, cuando se ahorc¨® en su celda y lo dieron por muerto. "Mi hermano cuenta que se despert¨® con mucho dolor en el cuello en una sala en la que hab¨ªa otros cad¨¢veres", dice Encarnaci¨®n. Se trataba de la morgue de un hospital. "No dud¨® y salt¨® por una ventana, entonces estuvo huido algunos meses", recuerda con melancol¨ªa la mujer, que lo visita con relativa frecuencia en la prisi¨®n de Ja¨¦n.
"Es un caso sorprendente, desde luego que no he visto nada parecido. Cuando se dan situaciones de este tipo suele aplicarse el triple de la pena mayor. Miguel no ha tenido una condena superior a seis a?os, por lo que dieciocho habr¨ªa sido algo prudencial", concluye su abogado.
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