Lula se apodera de la campa?a
El presidente brasile?o es la estrella de los actos de su heredera, Dilma Roussef
"Luuu-la", "Diiil-ma", as¨ª, por este orden, cantan los miles de asistentes a los m¨ªtines de la candidata del Partido de los Trabajadores (PT) en todo Brasil. El presidente Luiz In¨¢cio Lula da Silva busca que su heredera gane el pr¨®ximo d¨ªa 3 sin necesidad de acudir a una segunda vuelta (los ¨²ltimos sondeos la mantienen en el 51%), y se est¨¢ empleando a fondo los ¨²ltimos 15 d¨ªas para conseguirlo. Vi¨¦ndoles moverse juntos por el escenario de Campinas (en el Estado de S?o Paulo, feudo de Jos¨¦ Serra, su principal rival, con un 25%) se comprende muy bien la importancia de ese apoyo y las razones de las quejas de la oposici¨®n. Lula es realmente el protagonista de esta campa?a electoral y est¨¢ convirtiendo cada acto en una clamorosa despedida, con su correspondiente exigencia de afecto.
El mandatario convierte en una clamorosa despedida cada mitin electoral
Los brasile?os adoran a Lula, y Lula, el sindicalista que gobern¨® este pa¨ªs durante ocho a?os, con un ¨¦xito deslumbrante, adora los ba?os de masas. A Dilma Rousseff, por el contrario, una economista de 62 a?os, con antecedentes de guerrillera leninista, le cuesta mucho m¨¢s aceptar las demostraciones de cari?o o reprimir el gesto de cansancio. Tiene, sin embargo, muy buena voz y ha aprendido a dar buenos m¨ªtines. Incluso baila en los escenarios (pese a que un esguince le obliga a llevar una bota ortop¨¦dica), pero, por mucho que se esfuerce, nunca consigue la aplastante naturalidad del actual presidente. "Luuuu-la", gritan sus seguidores y "Luuuu-la", grita ella misma sin parar.
"Ganar en primera vuelta ser¨ªa una sorpresa, desde luego. No creo que el Partido de los Trabajadores confiara hace pocos meses en un ¨¦xito tan grande", reconoce una de las asesoras de la candidata presidencial. La verdad es que el PT ni siquiera consider¨® que Dilma fuera la mejor candidata posible. Se trata de una apuesta personal de Lula. Rousseff era ministra de Energ¨ªa cuando el presidente decidi¨® llamarla para ocupar el influyente cargo de jefa de la Casa Civil y acabar as¨ª con la pelea entre quienes se consideraban sus posibles sucesores y quer¨ªan situarse en las puertas de la presidencia. Dilma fue aceptada precisamente como una soluci¨®n "neutral" porque nadie sospechaba, ni remotamente, que tuviera semejantes aspiraciones.
"Es injusto que se diga que toda la campa?a es Lula", se queja una colaboradora de Dilma. "El m¨¦rito de ella es muy grande: en los debates y en los espacios de televisi¨®n ha sabido demostrar que es seria, capaz, una alternativa cre¨ªble. Ha ganado alg¨²n debate con m¨¢s del 56% de los espectadores consultados. Sin todo esto, el apoyo de Lula ser¨ªa insuficiente", asegura.
Lula intent¨® primero presentarla como "la madre" de los brasile?os, pero como ese papel no le va, en absoluto, a esta en¨¦rgica mujer, ahora insiste m¨¢s en presentarla como la persona junto a la que ¨¦l mismo aprendi¨® a gobernar. "Ella fue quien me ayud¨® a hacer un Brasil mejor", proclama.
Lula vio r¨¢pidamente, adem¨¢s, que si convert¨ªa la campa?a electoral en una formidable campa?a de despedida, su partido, el PT, podr¨ªa quiz¨¢s conquistar nuevas esferas de poder, distritos y esca?os que no han estado hasta ahora a su alcance, y la verdad es que se ha lanzado a esa tarea con pasi¨®n, confiando casi exclusivamente en sus propias fuerzas.
La imagen de Dilma Rousseff, hija de un comunista b¨²lgaro que emigr¨® y una maestra brasile?a, ha cambiado sustancialmente en el ¨²ltimo a?o. Tiene una hija, Paula, y un nieto (Gabriel, que naci¨® hace menos de un mes), y ha superado hace poco un c¨¢ncer linf¨¢tico, que fue, quiz¨¢s, lo que m¨¢s la anim¨® a ensayar un nuevo aspecto. Ahora lleva el pelo mucho m¨¢s corto y han desaparecido las gafas y algunas arrugas (no todas, afortunadamente).
"Claro que Dilma no puede aspirar a los mismos niveles de popularidad que Lula. Ni se le ha pasado por la cabeza. Pero se equivocan quienes creen que ser¨¢ una marioneta, ni de Lula ni del PT", asegura su colaboradora. Quienes la rodean se?alan m¨¢s su capacidad para decir no, que su simpat¨ªa. Dilma va a tener que hacer frente, nada m¨¢s ganar, a un problema muy serio, la corrupci¨®n que ha podido rodearla estos ¨²ltimos a?os en la Casa Civil que ella dirigi¨® desde 2005. Erenice Guerra, que se ha visto obligada a dimitir por posible tr¨¢fico de influencias, no era una simple colaboradora, sino su aut¨¦ntica mano derecha, durante mucho tiempo. "La investigaci¨®n judicial debe seguir adelante", reclama, sosegada pero inflexible, Marina Silva, del Partido Verde.
En los m¨ªtines, Dilma sale al paso de esos ataques, pero su mensaje principal no gira en torno a su trabajo, sino en torno a Lula y a su legado. En Campinas, fue Lula quien arremeti¨® con furia contra las acusaciones de corrupci¨®n en su entorno: la prensa es mentirosa, la oposici¨®n, brutal, el DEM (partido de centro-derecha) debe ser "erradicado". La c¨®lera de Lula son¨® terrible, (el cantante Caetano Veloso, pr¨®ximo a los Verdes, lleg¨® despu¨¦s a llamarle incluso "golpista"), pero el presidente detect¨® r¨¢pidamente el ambiente festivo del mitin y volvi¨® de pronto a los elogios. "Presten atenci¨®n. Ella tiene un coraz¨®n eficaz y bonito", brome¨®, mientras se acercaba por detr¨¢s y la abrazaba cari?osamente. Luuu-la, gritaban miles de brasile?os, encabezados por Dilma Rousseff.
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