La vuelta de la Vuelta
Probablemente sean figuraciones m¨ªas, pero me da la impresi¨®n de que el moderado inter¨¦s que la reci¨¦n finalizada Vuelta a Espa?a hab¨ªa despertado entre el aficionado vasco se esfum¨® definitivamente el d¨ªa en que Igor Ant¨®n dio con sus huesos en el suelo, camino de Pe?a Cabarga. Desde entonces, s¨®lo el triunfo de Mikel Nieve nos sac¨® del sopor de las escaramuzas entre Nibali, Purito y Ezequiel.
Viene todo esto a cuento porque el pasado noviembre el Parlamento Vasco aprob¨®, con los votos de PSE, PP y UPyD, solicitar a Unipublic que la prueba regrese a nuestras carreteras. Bilbao y Vitoria parecen ser las ciudades que m¨¢s posibilidades tienen de acoger un final de etapa en 2011.
Es evidente que existen acontecimientos deportivos de indudable nivel -los partidos de "la Roja", por ejemplo- que no se disputan en el Pa¨ªs Vasco por una cuesti¨®n pol¨ªtica. Pero es igualmente cierto que s¨®lo la eterna b¨²squeda de la "normalidad" en la que nos encontramos inmersos justifica la reclamaci¨®n de otros acontecimientos cuyos alicientes resultan mucho m¨¢s discutibles. Pienso que la Vuelta se equivoc¨® cuando en 1995 abandon¨® la primavera para celebrarse en septiembre. Con el cambio de fechas se pretend¨ªa hacer frente a la rivalidad del Giro, competici¨®n preferida por las grandes figuras para preparar mejor el Tour. Con los a?os, no obstante, la ronda espa?ola se ha convertido en el ¨²ltimo cartucho para los corredores que intentan salvar temporadas mediocres.
Adem¨¢s, el ciclismo actual ha cambiado y ning¨²n aspirante a ganar el Tour disputa ya a tope el Giro. A la carrera espa?ola s¨®lo llegan en un aceptable estado de forma quienes no han brillado en la prueba francesa o ni siquiera han acudido a ella. El trazado de las etapas se ha adaptado a esta situaci¨®n, e incluso en las m¨¢s duras lo habitual es que se llegue en pelot¨®n hasta el ¨²ltimo puerto y las diferencias en meta sean escasas.
Pocos deportes son tan transnacionales como el de la bicicleta. El Tour atraviesa media Europa y la Vuelta ha cruzado pa¨ªses como Holanda, B¨¦lgica o Francia. Pero, curiosamente, el repentino inter¨¦s de algunos de nuestros pol¨ªticos por este evento coincide con la aguda crisis que aqueja al ciclismo vasco. A la desaparici¨®n de la Euskal Bizikleta, le ha seguido la de la Subida a Urkiola. Mientras, las cl¨¢sicas de Ordizia, Amorebieta, Getxo y Llodio tratan de sobrevivir en el elitista calendario de la UCI. En 1973 tuve la suerte de ver esprintar a Merckx para obtener la bonificaci¨®n de la meta volante instalada en el Ayuntamiento de Eibar. El can¨ªbal gan¨® la Vuelta por delante de Oca?a y Thevenet, y adem¨¢s logr¨® 6 triunfos de etapa. Nos dejaban salir del colegio para que pudi¨¦ramos animar a nuestros ¨ªdolos. No creo que los Nibali, Mosquera o Velits vaciasen las aulas hoy en d¨ªa.
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