Jos¨¦ Antonio Labordeta: nos haces una falta sin fondo
"... Y caminamos. / Aunque se hizo el silencio / y no viniste, seguimos caminando. / Atruena la ciudad. / Los verduleros -sus voces tan hirientes / ya no hieren- bajo tu ventanal / suavizan a desgarros la ma?ana. / Atruena la ciudad / y en tu silencio, tu nombre lo ha evocado / un joven escritor / de menos de mil a?os / al preguntar por d¨®nde te has marchado. / El resto, / los se?ores de alegres corbatines, / se agobian de queridas y de acciones / y t¨² te quedas / solo. / ...". Estos son unos versos del poema que Jos¨¦ Antonio Labordeta escribe a su hermano Miguel, a la p¨¦rdida del gran poeta Miguel Labordeta. Poema que a su vez ¨¦l toma de C¨¦sar Vallejo y que da t¨ªtulo a este: Nos haces una falta sin fondo.
Hay personas, pocas, a los que el tiempo y la vida los hace ¨²nicos
No molestaba ni a los intolerantes que no quieren escuchar otras ideas
Y esto es lo que nos pasa a los que hemos tenido la gran suerte de conocer, de disfrutar de Jos¨¦ Antonio Labordeta: que cuando se ha ido sentimos que "nos hace una falta sin fondo". Porque hay personas, pocas, a las que el tiempo y la vida van esculpiendo, como el viento y el agua esculpen la roca, de tal forma que las hace ¨²nicas -todos lo somos- e imprescindibles -muy pocos lo son-. C¨®mo no va a ser imprescindible alguien que ha cantado: "Habr¨¢ un d¨ªa / en que todos / al levantar la vista, / veremos una tierra / que ponga libertad /..."; c¨®mo no nos va a hacer "una falta sin fondo" el que ha escrito: "Somos / como esos viejos ¨¢rboles / batidos por el viento / que azotan desde el mar..." o, acaso, podemos pensar que no es necesario e insustituible el que manda a la mierda o llama gilipollas con tal naturalidad que ni molesta a los intolerantes que no quieren escuchar otras ideas, otras razones, convirti¨¦ndose a partir de ese instante en la voz de cientos de miles de ciudadanos que hubiesen querido expresar ellos mismos esos sentimientos: pocas veces la representaci¨®n se ha ejercido de una manera tan exacta, tan directa.
Recuerdo como una experiencia impagable, una velada po¨¦tico-pol¨ªtico-gastron¨®mica con Labordeta, a la que tuvimos la fortuna de asistir Jos¨¦ Mar¨ªa Barreda, Clementina D¨ªez de Balde¨®n, Jos¨¦ Antonio Gri?¨¢n, Mercedes Gallizo y yo. El pretexto que nos convocaba, aparte de cenar, hablar y re¨ªr, era leer cada uno el poema que en opini¨®n de cada cual era el mejor jam¨¢s escrito, por el motivo que fuera, por la raz¨®n que cada uno estimase. All¨ª, a trav¨¦s de lecturas apasionadas, aparecieron Vallejo, Gil de Biedma, Cernuda y... Miguel Labordeta. Jos¨¦ Antonio ley¨® un poema de su hermano. Nos sorprendi¨® y nos descubri¨®, al menos a m¨ª, a un poeta importante.
Y cuando la noche transcurr¨ªa entre conversaciones, risas, poemas y ocurrencias, alguien dijo: "Oye, Jos¨¦ Antonio, por qu¨¦ no cantas algo". Y acompa?¨¢ndose del golpeo de su mano sobre la mesa empez¨® a cantar. Creo que a todos, pero a m¨ª desde luego, nos recorri¨® un escalofr¨ªo por la espalda, nos embarg¨® una emoci¨®n tan intensa como esa que es capaz de llenarte los ojos de l¨¢grimas o de erizarte la piel: "Habr¨¢ un d¨ªa / en que todos / al levantar la vista, / veremos una tierra / que ponga libertad...".
Soy un hombre con suerte. La vida me ha permitido conocer a gente interesante, he podido disfrutar de buenas conversaciones con personas con las que ni en mis mejores sue?os hubiera podido imaginar. Pero de las mejores experiencias que la vida me ha permitido vivir est¨¢, sin duda, la de haber podido conocer, hablar y compartir oposici¨®n parlamentaria con Jos¨¦ Antonio Labordeta. ?l, un beduino en el Congreso, y yo, ahora, siento que nos hace una falta sin fondo.
M¨¢ximo D¨ªaz-Cano del Rey es delegado del Gobierno en Castilla-La Mancha.
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