El regreso de los leones del Tsavo
He estado varios d¨ªas viendo leones en ?frica, con la natural zozobra. Cantidad de leones, de todos los tama?os, desde machos enormes de majestuosas melenas a graciosos cachorros que disfrutaban jugando con las entra?as calientes de un ?u, pasando por musculosas leonas de mirada retorcida y belfos que rezumaban sangre. Hac¨ªa a?os que no observaba leones en libertad y o¨ªa su tremendo rugido en la larga noche de una fr¨¢gil tienda en el Serengueti: siguen provocando miedo. Es un hecho que los leones, si se les antoja y les das la oportunidad, te comen. Suele gustarles y a ra¨ªz de ello devienen devoradores de hombres.
El c¨¦lebre John Taylor Pondoro, que caz¨® durante las d¨¦cadas de 1920 y 1930 a lo largo del valle del Zambezi y al sur del r¨ªo Ruvuma muchas de esas bestias asesinas, sosten¨ªa que no hay una explicaci¨®n clara del porqu¨¦ un le¨®n se dedica a alimentarse de personas, que no son su presa habitual, a Dios gracias. Y Taylor sab¨ªa de qu¨¦ hablaba: su firme rifle libr¨® al mundo de los devoradores de hombres de Benga, Nsungu, Maiembi, Maccuan, Usori y Mandinga, entre otros. Al final de su vida, algo resentidillo por su expulsi¨®n de ?frica a causa de los rumores sobre su participaci¨®n en la trata ilegal de marfil -mat¨® muchos elefantes sin licencia- y sus inclinaciones homosexuales, se quejaba de que no hab¨ªa obtenido nada a cambio de cazar a esas fieras malvadas, una actividad que le hab¨ªa causado los naturales gastos y sinsabores (v¨¦ase su Maneaters & marauders, Dehra Dun, 1959). Con una sinceridad que yo valoro muy especialmente, Taylor admite que los leones le daban mucho miedo, "pero la experiencia me ense?¨® que deb¨ªa dejar de lado ese miedo si quer¨ªa tener ¨¦xito en cazarlos": una definici¨®n muy precisa de lo que es el valor. Adem¨¢s de historias que ponen los pelos de punta, como la de su apreciado cook boy Little Friday, que escap¨® ?tres veces! de leones devoradores de hombres -uno casi piensa que el cazador lo usaba de cebo, entre otras utilidades-, Taylor muestra un sorprendente lirismo al describir cosas en mi opini¨®n tan poco susceptibles de ser versificadas como el destello verde de los ojos de las hienas bajo la luz de la linterna. En fin, cuando hablamos de leones devoradores de hombres, el referente son, por supuesto, los del Tsavo. Esa pareja de machos desmelenados a los que supongo recordar¨¢n por el libro del hombre que los caz¨®, el coronel John Henry Patterson (publicado por Edhasa, ?con pr¨®logo de Selous!), y la pel¨ªcula Los demonios de la noche con Michael Douglas y Val Kilmer -Douglas luc¨ªa m¨¢s melena que los leones originales-, devoraron en 1898 a una treintena de trabajadores que constru¨ªan el Ferrocarril de Uganda a su paso por el Tsavo. Fue tal su reinado de terror que los nativos los consideraron Simba mtu, leones humanos, brujos.
?Un nuevo 'caso Negro de Banyoles'? Kenia pide el retorno de los devoradores de hombres disecados
No es que fueran unos bichos muy edificantes ni por los que uno pudiera sentir ni asomo de aprecio, as¨ª que imaginar¨¢n mi sorpresa la semana pasada en Nairobi cuando en una tienda de revistas y recuerdos me di de bruces con una campa?a que pide su retorno a Kenia y recoge firmas de apoyo a la iniciativa bajo el sentido lema We want them back (los queremos de vuelta). Incluso hab¨ªa camisetas con la frase y la foto de los felinos. Los leones del Tsavo est¨¢n muertos y bien muertos -al cazar al segundo, Patterson, que ya ten¨ªa los nervios de punta tras nueve meses con el asunto, se asegur¨® tanto que le meti¨® seis balas-, pero se conservan y se exhiben disecados en un diorama en el Field Museum de Chicago, al que el coronel los vendi¨® en 1925 por la bonita suma de 5.000 d¨®lares. En realidad, el cazador lo que les entreg¨® fue los pellejos, algo apolillados, que hab¨ªa usado de alfombras, y los cr¨¢neos, y fue el excelente taxidermista Julius Friesser el que los mont¨® y les otorg¨® la (relativa) apariencia de vida de que hoy gozan. Pues bien, esas dos bestias disecadas es lo que Kenia reclama considerando que constituyen una parte importante de su historia y patrimonio, como el Mau Mau, supongo. El National Museum of Kenia abandera la iniciativa que parece haber prendido bien en la sociedad del pa¨ªs. Comprender¨¢n mi enorme inter¨¦s por un tema que presenta, salvando las distancias, tantos puntos de contacto con el del Negro de Banyoles. Claro que una cosa es reivindicar el retorno de los restos de un ser humano disecado para darles digna sepultura en su tierra y otra querer que te devuelvan dos leones antrop¨®fagos ra¨ªdos. En fin, yo, por si acaso, he dado mi modesto apoyo a la iniciativa y he estampado mi firma a?adiendo como comentario la frase de alerta de los cul¨ªs indios que trabajaban en el ferrocarril y eran el principal bocado de los leones: "Khabar dar, bhaieon, shaitan ata", "Cuidado amigos, el diablo viene". We want them back!
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