Reflexiones fr¨ªas
En mayo de 1992, los sindicatos convocaron la tercera huelga general contra los Gobiernos de Felipe Gonz¨¢lez. Fue la tercera de las siete huelgas generales de la democracia, pero esta ten¨ªa una caracter¨ªstica especial: dur¨® solo ocho horas y no 24, como las dem¨¢s, lo que resalta la debilidad de los convocantes. El motivo de la queja sindical fue la reducci¨®n de las prestaciones sociales (el tiempo del seguro de desempleo) y un proyecto de ley de huelga considerado muy restrictivo.
Cuando la protesta ces¨®, los sindicatos se pusieron inmediatamente a negociarlo con los grupos parlamentarios. Los interlocutores eran Nicol¨¢s Redondo y Antonio Guti¨¦rrez. Despu¨¦s de muchos meses de reuniones se lleg¨® a un consenso b¨¢sico y el proyecto pas¨® el visto bueno del Congreso y del Senado; cuando solo faltaba el ¨²ltimo tr¨¢mite para la regulaci¨®n del derecho de huelga, Felipe Gonz¨¢lez disolvi¨® el Parlamento, convoc¨® elecciones generales anticipadas, y el proyecto decay¨®.
La dualidad f¨¢bricas cerradas-calles llenas de gente que se dio el 29-S es propia de sociedades de servicios, como esta
De esto hace 17 a?os. Entre los puntos que abordaba aquel proyecto fallido se contemplaba la regulaci¨®n de los servicios m¨ªnimos en fr¨ªo, para que ninguna de las partes pudiese abusar, como acaba de ocurrir con reiteraci¨®n en la Comunidad de Madrid. Se regulaba tambi¨¦n la actividad de los piquetes informativos, que son consustanciales al derecho de huelga seg¨²n sentencia del Tribunal Constitucional. Incluso se abordaban las limitaciones en caso de servicos b¨¢sicos concomitantes, por ejemplo en el transporte (no se pod¨ªan hacer huelgas a la vez en trenes, autobuses y aviones), para no dejar indefenso al ciudadano.
No es, pues, cierto, como falsamente se ha repetido hasta la saciedad estos d¨ªas, que en Espa?a no haya ley de huelga por la oposici¨®n de los sindicatos, que opinar¨ªan que la mejor ley es la que no existe para hacer de sus mangas capirotes. Y aunque el asunto no se halle ahora en la agenda pol¨ªtica, alg¨²n d¨ªa habr¨¢ que desempolvar aquel texto y sacarlo a la luz p¨²blica.
Como tambi¨¦n habr¨¢n de revisar las centrales sindicales sus t¨¦cnicas de movilizaci¨®n en sociedades de servicios y no en entornos industriales como los de anta?o. La huelga del 29-S fue masiva en la industria e inexistente en los servicios, provocando esa dualidad tan evidente (calles llenas de gente ajena al conflicto y f¨¢bricas vac¨ªas). Cualquier expectativa de emular a la m¨¢s c¨¦lebre y masiva huelga general contempor¨¢nea ("par¨® hasta el aliento", dijo Felipe Gonz¨¢lez), la del 14 de diciembre de 1988, es un sinsentido, pues la Espa?a de hoy tiene poco que ver con la de hace un cuarto de siglo.
Ese aggiornamiento de las t¨¦cnicas de movilizaci¨®n era una necesidad muy evidente el pasado mi¨¦rcoles en Bruselas: mientras decenas de miles de trabajadores europeos se manifestaban en contra de la austeridad, la Comisi¨®n Europea aprobaba medidas para hacer m¨¢s r¨ªgido el Pacto de Estabilidad y Crecimiento.
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