"Quieren hacer con Liliane Bettencourt como con Mar¨ªa Antonieta"
Nadie dir¨ªa que ese hombre que se baja de una moto tipo Mobilette, se quita el casco, aparca junto al caf¨¦ Petit Suisse, en mitad de Saint-Germain-des-Pr¨¦s, se presenta amablemente, sonr¨ªe y se toma un descafeinado con un cruas¨¢n, posee una fortuna que muchos quisieran. Cerca de 1.000 millones de euros cuentan que le ha regalado a lo largo de sus a?os de estrecha relaci¨®n Liliane Bettencourt, de 87 a?os, la mujer m¨¢s rica de Francia, reina del imperio L'Or¨¦al.
Es Fran?oise-Marie Banier. Escritor, fot¨®grafo, artista y rey de todas las cremas parisinas. Llev¨® a Dal¨ª en su moto. Afirma haber resucitado las ganas de tocar el piano a Vlad¨ªmir Horowtz cuando estaba en un periodo negro de su vida, poco despu¨¦s de perder a una hija. Ha nombrado perfumes como Poison, de Christian Dior, y ha disfrutado de sus muchos minutos de fama antes del esc¨¢ndalo. Fue celebrado y entronado como joven promesa hace m¨¢s de 40 a?os, cuando comenzaba, por leyendas como Louis Aragon, que alab¨® sus primeras novelas: Les r¨¦sidences secondaires o La?vie distraite. Ahora aparece en Espa?a Pasado compuesto (Libros del Silencio), una obra sobre un tr¨ªo de amor fantasmal escrita por ese joven arrebatador a quien Aragon defini¨® cuando apareci¨® hace cuatro d¨¦cadas as¨ª: "Un personaje fuera de serie, de aquella estirpe rara y molesta que lleva en la frente la marca del porvenir".
"Nunca se hab¨ªa hablado de la hija de Liliane. ?Tiene algo que decir?"
"Es fascinante hablar de negocios con Liliane. Es una gran empresaria"
"No soy un especialista en captar dinero. Cuando necesito algo, trabajo"
El pasado le hab¨ªa deparado una infancia traum¨¢tica. Sobrevivi¨® a intentos de suicidio entre un padre violento, con una ascendencia jud¨ªa h¨²ngara mal digerida, y abusos en colegios de curas. "Trataron de tocarme y penetrarme", afirma. Luego le machacaron tras descubrirle una historia de amor tierno con otro alumno. En esos a?os de adolescencia un tanto quebrada tambi¨¦n conoci¨® otros ambientes. Aprendi¨® espa?ol en su barrio al escuchar hablar a las mujeres emigrantes que iban a buscarse los cuartos a Par¨ªs, y que inmortaliz¨® en una novela: Les femmes du m¨¦tro Pompe.
Pero el porvenir fue m¨¢s feliz. Le procur¨® historias junto a personajes m¨ªticos. Lecciones particulares a la vera de los maestros. Amistades glamourosas e influyentes que iban de Dal¨ª a Fran?ois Mitterrand. Se mov¨ªa como un gato entre los humos de la bohemia, la porcelana de los palacios y las excentricidades de las estrellas de cine. Desde Samuel Beckett hasta Carolina de M¨®naco o Johnny Depp, nadie se le resist¨ªa. Algunas amistades le marcaron profundamente: "De no haber conocido en su d¨ªa a Fran?oise Giraud, hoy ser¨ªa un tontito de derechas", asegura.
Quiz¨¢ por eso se empe?a en mostrar su lado comprometido con el arte y los desarrapados en un estudio que ocupa varios pisos cerca de la iglesia de Saint Sulpice. Los retratos de mendigos, inmigrantes y gente corriente, pillados a contrapi¨¦, en la calle. O sus fotograf¨ªas escritas, acompa?adas con textos po¨¦ticos entre las luces y las sombras.
Giraud, entre otras personas, se?al¨® a Banier el camino de la aventura. Le introdujo en el devenir de una vida bohemia y amante de ciertos excesos. Se convirti¨® en artista, hoy esconde m¨¢s de 700.000 fotograf¨ªas en sus archivos y ahora vive una pol¨¦mica que quema al Gobierno de Francia. Su relaci¨®n con Bettencourt le ha hecho saltar a las primeras p¨¢ginas de los peri¨®dicos y a las escaleras de los juzgados de Par¨ªs -a los que acude hasta que se celebre el juicio pospuesto- para responder por un supuesto abuso de confianza de Banier sobre la millonaria. Las denuncias han venido por parte de Fran?oise, la hija de Liliane.
Unas conversaciones grabadas a traici¨®n a la mujer desvelan, adem¨¢s de las supuestas financiaciones ilegales al partido de Sarkozy en las que est¨¢ envuelto uno de sus ministros -Eric Woerth, responsable de Trabajo-, suntuosos regalos a Banier. Desde una isla hasta seguros y obras de arte que nadie puede calcular a cu¨¢nto ascienden. Incluso, parece que lleg¨® a nombrarle heredero de una fortuna valorada en 17.000 millones de euros. Pero la mujer se retract¨® despu¨¦s. Adem¨¢s, L'Or¨¦al anunci¨® que rescind¨ªa su contrato con Banier, a quien pagaba 710.000 euros al a?o por sus servicios.
Es el ¨²ltimo cap¨ªtulo de una vida construida en un verdadero tono surrealista. En el caso de Banier, si uno cuenta sus amistades, de Dal¨ª, Man Ray y Aragon a Marie-Laure de Noialles, mecenas de algunos de los militantes de esta corriente, acerca de este gran personaje controvertido, simp¨¢tico y desinhibido, solo cabr¨ªa decir: "Dime con qui¨¦n andas?".
La verdad es que no muchas veces desayuno con alguien de quien dicen posee 1.000 millones de euros. Es divertido que me diga eso. Lo comentan, pero, no. Se lo aseguro: no es cierto.
?No lo tiene? No lo tengo. No lo tengo. Pero si se sentara delante de Madame Bettencourt estar¨ªa frente a alguien que posee 30 veces lo que yo.
?As¨ª que no le hizo todos esos regalos que comentan? No me ha regalado nada, al parecer, podr¨ªa haber algo en el testamento, pero no he recibido nada.
El testamento lo cambi¨® ella para no dejarle a usted lo que dicen que le hab¨ªa dejado. El testamento es lo de menos. No importa. No existe una ¨²ltima voluntad definitiva sobre todos sus bienes. Me regal¨® un seguro de vida, algo que yo desconoc¨ªa por completo. Lo hizo hace 13 a?os y no lo he recibido entero. Solo una parte que se aleja bastante de lo que usted comenta.
Veo su vida? Da lo mismo mi vida, para m¨ª es duro esto. Cuando me propusieron una entrevista para El Pa¨ªs Semanal advert¨ª de que no deseaba hablar del caso porque quiero hacerlo delante del juez. Aqu¨ª es la mafia la que ha organizado una campa?a. La mafia del establishment, alentada por la rabia de una hija que tiene problemas con su madre. Son muy fuertes y cuentan con un abogado que es como un perro terrible, me acusa de ser un don nadie, de no hacer nada? Son capaces de cualquier cosa. Yo no soy el problema para toda esta gente. No hablo con periodistas, si lo hago con usted es por haber escrito hace a?os y porque me publican ahora en Espa?a Pasado compuesto. Un libro del que dicen en cantidad de blogs que era la ra¨ªz de mi relaci¨®n con los Bettencourt y ni siquiera les conoc¨ªa entonces.
'Pasado compuesto' trata de un tri¨¢ngulo fantasmal y amoroso. Pues claro.
Y en ese libro hay un personaje, Olivier, que parece usted, pero est¨¢ muerto. Adoro a ese personaje. Soy yo, exactamente. No hay una palabra en ese libro que no est¨¦ ah¨ª sin pensarla bien. Es como un reloj de Cartier. Lo escrib¨ª en caf¨¦s, lo cortaba, lo correg¨ªa. Tard¨¦ nueve meses. Fue una tortura. Lo que pasa es que la gente cambia las cosas a su conveniencia. Nadie sabe cu¨¢ndo ni c¨®mo nos conocimos Liliane y yo. ?Qu¨¦ pueden decir, entonces?
Pero son buenos amigos, e insisto, le ha regalado algunas cosas. Pinturas, por ejemplo. S¨ª, s¨ª. ?Y yo? ?Qu¨¦ le he dado? Es una campa?a loca. Se lo han inventado todo. Ni siquiera quieren ir a juicio. Saben que lo van a perder. La hija lo sabe. Si lo quisieran no habr¨ªan puesto micr¨®fonos en casa de la madre durante un a?o para implicar al Gobierno. El juicio tendr¨ªa que haberse celebrado en julio, pero lograron retrasarlo porque aseguraban poder mostrar m¨¢s cosas. ?Para qu¨¦ lo hacen? Para enmierdarme y montar campa?as. No lo quieren. Y cuando vean que no pueden utilizar nada contra m¨ª, empezar¨¢n a implicar a mis amigos, adem¨¢s de alargarlo para seguir perjudic¨¢ndome.
?C¨®mo? Con mentiras. Inventando mentiras como decir que su madre es incapaz, que ha perdido la cabeza. ?C¨®mo una mujer que dirige L'Or¨¦al puede estar sin juicio? Si lo estuviera, ?c¨®mo lo llevar¨ªa? Es una dama respetabil¨ªsima, inteligent¨ªsima. Lo que pretenden hacer con ella es lo que le hicieron a Mar¨ªa Antonieta. Jam¨¢s me dio un c¨¦ntimo de su empresa. Lo que me ha cedido pertenece a su propia fortuna. Dinero que se bloque¨®. No s¨¦ la cifra, 100, 200 millones, de su dinero. ?Su dinero!
?Ese que cada uno hace con ¨¦l lo que quiere? Exacto. Es una manera de pensar muy antigua, muy conservadora la de esta gente. Viene todo de lejos. Uno ve a la madre y observa a Ava Gardner, pero ves a la hija? Nunca se hab¨ªa hablado de la hija. Nunca. ?Por qu¨¦? ?Tiene algo que decir? ?Algo?? Es un tanto paranoica. Lo contrario de la gente que a m¨ª me gusta. Para m¨ª, ser amigo de Ernesto S¨¢bato o haberlo sido de Jorge Luis Borges es mucho m¨¢s enriquecedor que todo el dinero del mundo. No me importa. Haber podido compartir momentos con Salvador Dal¨ª cuando yo ten¨ªa 16 a?os y ven¨ªa todos los a?os a Par¨ªs Hablando con ¨¦l, aprendiendo de ¨¦l. Dejar volar mi imaginaci¨®n, ser libre.
Se podr¨ªa decir que su vida es una especie de acto surrealista. No solo por haber conocido a unos cuantos, sino por c¨®mo se ha ido desarrollando. S¨ª, puede ser. No es que les conociera. Es que muchos fueron ¨ªntimos amigos m¨ªos. Lo mismo entre los surrealistas: Dal¨ª, Louis Aragon o, en otros campos, el pianista Vlad¨ªmir Horowitz.
Uno de los grandes pianistas de la historia. Pero extra?o personaje. Genial y atormentado. ?Quiere que hablemos de ¨¦l? ?Ahora?
Perfecto. Me encanta el piano. Cuando yo era un chico joven y triste todav¨ªa lo soy, triste-, si no me suicid¨¦ fue por dos cosas: cada d¨ªa sal¨ªa a la calle y hablaba con todo el mundo, desde mendigos hasta empresarios. Me ha interesado siempre la gente. Mi padre me pegaba todos los d¨ªas. Era un tipo violento, un h¨²ngaro muy estricto, educado, guapo, que no llevaba bien mi energ¨ªa, mi fantas¨ªa. As¨ª que me pegaba.
Otro aspecto de su vida surrealista. Una infancia traum¨¢tica. Bien. Pero le sigo contando. Otra de las cosas que me salvaron fue la m¨²sica. Escuchaba todos los d¨ªas a Edith Piaf y obras de Lizst por Horowitz. A?os despu¨¦s tuve la suerte de que unos amigos m¨ªos me llevaron a verlo a su casa y toc¨® para nosotros unas sonatas de Scriabin. Me dijo que yo ten¨ªa unas manos preciosas, que deb¨ªa usarlas para tocar el piano? Despu¨¦s tomamos contacto de nuevo, cuando hab¨ªa muerto su hija. Llevaba a?os sin tocar y yo consegu¨ª que volviera a hacerlo. Viajamos a muchas partes. Cambi¨¦ su vida. Hablaba mucho con ¨¦l. Me dijo una vez: Fran?ois-Marie, tienes una debilidad. La m¨ªa son los gases y viene de familia. T¨² tienes otra: eres demasiado emocional, muy sensible. Ten¨ªa raz¨®n, y eso solo he podido vencerlo en la vida con disciplina.
?Es verdad que Horowitz llevaba una especie de diablo dentro, que era un hombre torturado? No tanto. Llevaba la vida con buena actitud, con sentido del humor. Cuando algo no le incumb¨ªa ven¨ªa a decir: me da igual. De un caso como el de Liliane Bettencourt hubiese respondido justo eso: me da igual. Ni me va ni me viene.
?Fue perfeccionista? Ese t¨¦rmino es muy burgu¨¦s. El perfeccionismo no existe en el arte, es rid¨ªculo. Los pianistas como Horowitz estaban por encima de eso. Respetaba el tempo en la m¨²sica y eso lo traslado yo a la fotograf¨ªa. Respeto el tempo. Reflejo lo que est¨¢ enfrente de la c¨¢mara. Eso es el tempo de la fotograf¨ªa, la partitura. ?l sufr¨ªa un complejo. No ser creativo. No componer. Pero no era real. Para m¨ª hac¨ªa improvisaciones, me extra?a que nunca las grabara. Era como un m¨²sico de blues. Y eso me ha sido mucho m¨¢s valioso y provechoso que todo lo que haya podido regalarme Madame Bettencourt. Una vez, Rockefeller le ofreci¨® un mill¨®n de d¨®lares para que tocara para ¨¦l una hora y lo rechaz¨®. A m¨ª me toc¨® durante d¨ªas. Soy mucho m¨¢s rico que toda esa gente.
En cierto sentido, s¨ª. ?l sab¨ªa que yo valoraba su talento creativo. No es que tenga poder, pero puedo descubrir y discernir el poder creativo de la gente. De ¨¦l, a usted, a ese se?or que est¨¢ ah¨ª, a alguien que pueda hacer una buena paella. Para eso tienes que ser un genio, por cierto. Como para la tortilla de patata. Es muy dif¨ªcil.
Ve como usted es un puro surrealista. Mir¨¦ esa cara, ah¨ª, en la calle. Es como un Greco. Me gusta mirar. Odio la arrogancia y valoro el aislamiento. Porque alguien me haya visto en tal o cual sal¨®n no soy un moderno, soy lo contrario de un moderno. Me quedo cada noche en casa pintando, escribiendo. He hecho m¨¢s de 700.000 fotograf¨ªas? Eso es trabajo. Escribir Pasado compuesto hace 40 a?os. Como un joven de 23 a?os puede escribir ese libro, eso es lo que importa.
Entonces era muy joven y muy guapo. Dec¨ªan que se parec¨ªa a Rimbaud. Era exactamente igual que ¨¦l.
?C¨®mo conoci¨® a Dal¨ª? Ten¨ªa 16 a?os y pintaba. Quer¨ªa saber si lo hac¨ªa bien y fui a verle. Al entrar me dijo: "No hablemos de arte. Usted tiene un enorme atractivo sexual que no debe volcar en sus pinturas. Lave su mente y dir¨ªjase hacia lo invisible. Le contar¨¦ que Federico Garc¨ªa Lorca quiso penetrarme, pero mi agujero del culo era tan estrecho, que me abrasaba?". Y nos hicimos amigos.
As¨ª que usted le atra¨ªa. No, no creo.
?l era un ser asexuado. En Par¨ªs fueron famosas las fiestas que se hac¨ªan en su honor con cientos de personas desnudas a su alrededor y ¨¦l, Dal¨ª, el ¨²nico hombre vestido en la sala. Cierto, cierto. Pero nunca estuve en ninguna. A m¨ª hab¨ªa algo que me acomplejaba de mi cuerpo, no ten¨ªa pelos.
Era como un efebo. S¨ª, hasta muy tarde.
?Fue Dal¨ª quien le ense?¨® bien el significado de su Avida Dollars? Lo que me interesaba de ¨¦l era ¨¦l mismo.
Dal¨ª fue una obra de arte 'surreal' en s¨ª. Se construy¨® como tal. Un genio en lo que no quer¨ªa serlo: en la escritura, en el cine, en la autopromoci¨®n, en la creaci¨®n de un personaje, pero no tanto en su pintura. Exacto. Cuando fui a ver su retrospectiva llor¨¦ y llor¨¦, como si hubiera perdido a alguien. Me ahogu¨¦ en l¨¢grimas sala a sala.
?Por qu¨¦? ?Porque era horrible!
Salvo la ¨¦poca que llega hasta los a?os treinta. Ah¨ª s¨ª. Pero a Picasso, siento decirlo, le pasa un poco lo mismo. Su gran aportaci¨®n a la historia es el cubismo. Es dif¨ªcil ser un genio toda tu vida. Quiz¨¢s Matisse, para m¨ª, lo fue.
A prop¨®sito de Matisse? Madame Bettencourt le regal¨® un cuadro suyo. S¨ª.
No s¨¦ si ser¨¢ verdad esa an¨¦cdota que cuentan. Que fue al contemplarlo juntos cuando usted le dijo: "Este Matisse es azul, como el color de nuestra relaci¨®n". ?Es cierto? No es verdad. Eso es rid¨ªculo y le digo por qu¨¦: ese Matisse es verde. Otra mentira. ?Qui¨¦n estaba all¨ª para verlo? Cuando me lo regal¨® ni siquiera me lo dijo. Lo dej¨® ante notario y ya.
Ahora podemos desmentirlo. Muy cierto. Pero ella me lo coment¨® hace dos a?os. Que me daba las pinturas y yo le dije que por qu¨¦, que no las quer¨ªa. Me respondi¨®: "Lo siento. Mi hija tiene el suficiente dinero para comprar eso 10 veces. Si eso refleja nuestra historia, quiero que lo tengas, me has abierto los ojos en muchas cosas, quiero d¨¢rtelo".
Dice que si ella le ha regalado mucho, usted a ella tambi¨¦n. ?Qu¨¦ tipo de cosas? No querr¨ªa decir que le he dado nada. Hemos compartido de todo. Un gusto por la alegr¨ªa de vivir. La respeto enormemente. Ella es misteriosa y fuerte.
?Decidida? M¨¢s que eso. En este mundo, por su fuerza, por su imaginaci¨®n, aunque muy reflexiva, por todo eso, la odian. Si ocurriera esto con Bill Gates nadie dir¨ªa nada. Les pone furiosos. Solo ha cometido un error en su vida. No demostrar suficientemente que era la jefa. Para m¨ª es fascinante hablar de negocios con ella. Es una aut¨¦ntica, gran empresaria.
?Por qu¨¦ cualidades? ?Por su sagacidad? ?Por su instinto? Es una mujer que busca siempre retos y posee una gran integridad.
?C¨®mo describir¨ªa su relaci¨®n con ella? Va m¨¢s all¨¢ de todo. Compartimos el tiempo, vemos las cosas venir. Caminamos juntos por la misma senda.
?Cu¨¢ndo se conocieron? Hace m¨¢s de 40 a?os. No nos volvimos a ver en a?os. Pertenec¨ªamos a mundos distintos. Pero, en fin, es una historia banal. No interesa mucho. Insisto, es m¨¢s fascinante hablar de c¨®mo un muchacho a los 23 a?os escribe Pasado compuesto. Ambos nos abrimos los ojos en muchas cosas. No hab¨ªa nada intencionado, decidido. Y he tenido relaciones mucho m¨¢s intensas, como con Nathalie Serraute.
O como con la familia de Noailles. Marie-Laure de Noailles. Nunca me dio un franco. No soy un especialista en captar dinero. Cuando necesito algo, trabajo.
Pero usted es encantador. No deben culparle por eso. Es parte de su construcci¨®n surrealista. Surreal, s¨ª. Pero no surrealista. Tampoco me gusta tanto el surrealismo, entre usted y yo. Man Ray era mi vecino. Dal¨ª, Aragon, mis amigos.
Los Noailles financiaron mucho a los surrealistas. Las primeras pel¨ªculas de Bu?uel y Dal¨ª, por ejemplo. Marie-Laure de Noailles parec¨ªa un conserje. Fue la ¨²nica mujer a la que he amado como si fuera un hombre. La echo de menos.
?Amor? Bueno, la admiraba. Era tan culta: hablaba lat¨ªn, italiano, espa?ol, alem¨¢n. Cuando la conoc¨ª nadie quer¨ªa estar con ella porque era muy provocadora. Yo la ve¨ªa todos los d¨ªas.
?En qu¨¦ sentido provocadora? Pues pod¨ªa encontrarse una mujer y decirle: me han comentado que su hijo es homosexual y no me extra?a vi¨¦ndola a usted porque me parece una vaca.
Bueno? Surrealismo. Muy surrealista y nada esnob. Muy libre. Dicen que soy un destructor de familias, pero soy muy amigo de su hija. Me gustan las familias.
?Porque la suya fue infeliz? Porque era muy r¨ªgida, muy idiota, muy espa?ola.
Bueno, no se crea, las familias espa?olas pueden ser algo muy exc¨¦ntrico, muy loco. La m¨ªa, no. La m¨ªa eligi¨® lo estricto.
A usted le gustar¨ªa. ?No dice que le gusta tocar a la gente, besarse? En Espa?a la?gente se toca y se besa mucho. ?No ve las pel¨ªculas de Almod¨®var? ?'Volver', por ejemplo, con sus besos de ventosa? ?No es verdad! ?Gracias a Dios! Yo hago eso cada d¨ªa y piensan que soy un hist¨¦rico. ?Los espa?oles hacen eso?
Por supuesto. Yo lo hago. Yo igual y me toman por loco. Mi vida es el arte.
Por eso le insisto en lo de su existencia como acto surrealista. Contra las convenciones. Pues s¨ª, me da igual lo que piensen. Nunca me ha importado.
Pero seguro que usted se daba cuenta. No, sufr¨ªa por todo. Por la estupidez, la vulgaridad, la tonter¨ªa. Valoro ser consciente de lo que importa en esta vida.
En este acto vital surrealista suyo ha llegado a poner al Gobierno de Francia contra las cuerdas. No fui yo. Fue la hija de Liliane.
Ya. Pero seguro que usted lo est¨¢ disfrutando. No, no, no.
?Seguro que no goza al ver sufrir al presidente Sarkozy con esto? No, de verdad. En serio. No es mi problema. Me da igual. Ahora estoy escribiendo, creando muchos nuevos libros con mi obra, inmerso en la producci¨®n de mis fotograf¨ªas pintadas y escritas. Tengo tantas cosas que quiero hacer? Y se me acaba el tiempo. Estoy en un momento de mi vida en el que me identifico con Rimbaud cuando dec¨ªa: "Yo soy alguien m¨¢s". Yo sent¨ªa eso en mi carne. Cuando era joven, hace 50 a?os y la gente se re¨ªa de Marcel Proust, de ese idiota mundano, dec¨ªan.
?No le gusta el tiempo que le ha tocado? Adoro esta ¨¦poca. Yo tem¨ªa la juventud cuando era joven. Esa fuerza incontrolable, como la de un ej¨¦rcito desbocado. Da miedo. Pueden pelear, decir lo que les place. Lo que es complicado en estos tiempos es enfrentarse a poderes abstractos. Cuando tuve ¨¦xito de joven con la literatura me asust¨¦. Nadie de mi edad pod¨ªa identificarse conmigo. Estaba muy solo. Por eso me acercaba a los mayores: a Samuel Beckett, a Dal¨ª, a Nathalie Serraute. Y ahora, a la gente com¨²n, a quienes veo por la calle y me apetece fotografiar. Las personas a quienes interesa mi trabajo son amables conmigo. Se me acercan cuando hago exposiciones en Par¨ªs, Tokio, Italia, y me dicen: "??nimo, esa mujer ha hecho lo que quer¨ªa!". ?Es el establishment! Yo podr¨ªa ser dos veces m¨¢s rico con los Rothschild.
?Y se niega? ?No quiere? Jam¨¢s. No.
Imag¨ªnese. Podr¨ªa incluso retirarse a esa isla que dicen que Madame Bettencourt le regal¨® un d¨ªa. Relajarse all¨ª sin problema. ?Nunca me regal¨® ninguna isla!
?Otra mentira m¨¢s? S¨ª, claro. Nunca ir¨ªa a esa isla. La odio. ?Se imagina? ?Qu¨¦ horror!
Rimbaud, en Mobilette
Fran?ois-Marie Banier naci¨® en Par¨ªs en 1947. Lo hizo en una familia acomodada. Su padre, un jud¨ªo h¨²ngaro, se dedicaba a la publicidad y era un hombre muy estricto. Pronto escap¨® de su sombra y se dedic¨® a la vida bohemia. Con 22 a?os le destacaban como un nuevo Rimbaud y public¨® su primera novela, Les r¨¦sidences secondaires, a la que han seguido otras siete, entre ellas 'Pasado compuesto', que aparece ahora en Espa?a, y obras de teatro.
Pero es m¨¢s conocido como fot¨®grafo de famosos y ha actuado tambi¨¦n en varias pel¨ªculas de ?ric Rohmer como El ¨¢rbol, el alcalde y la mediateca o La inglesa y el duque. Tambi¨¦n ha trabajado para Robert Bresson en L'Argent y para Olivier Assayas en Las horas del verano. Pero ha sido su relaci¨®n con Liliane Bettencourt la que le ha dado fama mundial.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.