Cuando el adulterio es delito y algo m¨¢s
La sociedad isl¨¢mica repudia la infidelidad y el sexo fuera del matrimonio - Solo una minor¨ªa de los 57 Estados con leyes inspiradas en esa religi¨®n dan cobertura legal a la lapidaci¨®n
La condena a morir lapidada impuesta a la iran¨ª Sakineh Ashtian¨ª ha movilizado a medio mundo contra ese castigo. La mirada dulce que lanza desde la vieja fotograf¨ªa que publican los peri¨®dicos implora ayuda. Tambi¨¦n ha dado pie para que los agoreros del choque de civilizaciones a?adan le?a al fuego contra el islam.
Pero m¨¢s all¨¢ de la crueldad de la pena y del (necesario) debate para acabar con ella, el caso de Sakineh revela importantes diferencias de valores. Partidarios y detractores discrepan adem¨¢s sobre la causa, el adulterio, sobre las relaciones sexuales y, en especial, sobre el derecho de la mujer a su cuerpo.
Para Ir¨¢n, sometido a un intenso escrutinio internacional por su pol¨¦mico programa nuclear y la represi¨®n a los opositores, ha sido la gota que ha colmado el vaso. No es el ¨²nico pa¨ªs que mantiene en su legislaci¨®n castigo tan b¨¢rbaro. Pero descartada Somalia, donde la ausencia de un Estado digno de ese nombre deja a los ciudadanos a merced de las bandas armadas, es en el que m¨¢s sentencias de apedreamiento se promulgan.
En Ir¨¢n, ninguno de los casos ha llegado tan lejos como el de Sakineh
Las autoridades iran¨ªes se quejan de una campa?a contra su pa¨ªs
El apedreamiento no se menciona en el Cor¨¢n, el libro sagrado del islam
El sexo fuera del matrimonio heterosexual se considera ilegal
Un castigo se hizo tristemente c¨¦lebre porque se grab¨® y colg¨® en Internet
Los mal llamados cr¨ªmenes de honor son en realidad asesinatos
Seg¨²n Amnist¨ªa Internacional, adem¨¢s de Sakineh, "al menos nueve mujeres y cuatro hombres han recibido esa condena, aunque varios casos se est¨¢n revisando y pueden conmutarse por penas alternativas".
El Comit¨¦ Internacional contra la Lapidaci¨®n (stopstonningnow.com), que a pesar de su nombre centra su trabajo en Ir¨¢n, eleva esa cifra a 22. Tanto ese dato como las 136 sentencias ejecutadas desde la revoluci¨®n de 1979 que esta organizaci¨®n ha logrado documentar dejan a la Rep¨²blica Isl¨¢mica en muy mal lugar. Otros pa¨ªses cuyas leyes incluyen esa pena, como algunos Estados de Yemen, Sud¨¢n o Nigeria, est¨¢n muy lejos del nivel de desarrollo social y econ¨®mico de Ir¨¢n; o, en el caso de Arabia Saud¨ª o Emiratos ?rabes Unidos, hace a?os que no ejecutan ese tipo de castigo.
Las autoridades iran¨ªes se quejan de una campa?a contra su pa¨ªs. Aunque siempre hay interesados que se suben al carro por motivos espurios, la movilizaci¨®n que gener¨® hace ocho a?os el caso de la nigeriana Amina Lawal debilita su argumento.
M¨¢s dif¨ªcil resulta contrarrestar las acusaciones de islamofobia. Cualquiera que busque un poco encontrar¨¢ que los or¨ªgenes de la lapidaci¨®n se remontan al Antiguo Testamento y a lo largo de la historia ha sido utilizada por distintas religiones y culturas. La antigua ley jud¨ªa castigaba as¨ª el asesinato, la blasfemia y la apostas¨ªa. En tiempos de los griegos se dictaba contra prostitutas, ad¨²lteros y asesinos. Sin embargo, llegados al siglo XXI, la pena aparece exclusivamente asociada a pa¨ªses isl¨¢micos y, en gran medida, al adulterio (si bien algunos Estados de Nigeria tambi¨¦n castigan con ella la homosexualidad).
"La lapidaci¨®n es un asunto muy debatido entre los ulemas y no hay consenso entre la comunidad musulmana sobre la validez de esa pr¨¢ctica como ley isl¨¢mica", asegura la Campa?a Global contra el Asesinato y la Lapidaci¨®n de Mujeres (stop-killing.org), una asociaci¨®n que agrupa a organizaciones de defensa de los derechos de la mujer de media docena de pa¨ªses de ?frica y Asia.
El apedreamiento no se menciona en el Cor¨¢n, el libro sagrado de los musulmanes. Quienes lo defienden remiten a los dichos del profeta, los hadices, aunque en algunos casos se contradicen unos con otros. Otros acad¨¦micos isl¨¢micos lo cuestionan porque su menci¨®n fue recogida al menos dos siglos despu¨¦s de la muerte de Mahoma y choca con lo establecido en el Cor¨¢n. Incluso hay quien, como el ayatol¨¢ Hosein Musav¨ª Tabriz¨ª, argumenta que debe ponerse fin a esa pr¨¢ctica "en respuesta a las exigencias de la vida moderna". De hecho, la mayor¨ªa de los 57 Estados miembros de la Organizaci¨®n de la Conferencia Isl¨¢mica no contempla en sus legislaciones la lapidaci¨®n, ni otros castigos f¨ªsicos como amputaciones o latigazos. Cuesti¨®n distinta es la valoraci¨®n moral que en esas sociedades merecen el adulterio y otras pr¨¢cticas sexuales aceptadas en Occidente. Las relaciones prematrimoniales, entre personas del mismo sexo o simult¨¢neas al matrimonio son a¨²n tab¨² en la mayor parte de ellas, o al menos no han sido normalizadas. Tampoco en otros pa¨ªses no musulmanes.
El Cor¨¢n considera pecado cualquier relaci¨®n sexual entre personas no casadas entre s¨ª y, en consecuencia, las legislaciones que se basan en los valores del islam ilegalizan el sexo fuera del matrimonio heterosexual. Resulta significativo que en ¨¢rabe, la lengua en la que est¨¢ codificada la shar¨ªa o ley isl¨¢mica, solo hay una palabra, zina, para designar la fornicaci¨®n y el adulterio. Esto da lugar a que en algunas traducciones se hable err¨®neamente de "adulterio entre personas casadas", como si existiera un "adulterio entre solteros".
Pero mientras que el Cor¨¢n remite al l¨¢tigo para castigar ambas conductas, la versi¨®n de la shar¨ªa que aplican algunos pa¨ªses isl¨¢micos, como Arabia Saud¨ª, Ir¨¢n, Sud¨¢n, Yemen, Emiratos ?rabes Unidos, Qatar, Somalia o algunos Estados de Nigeria, estipula la lapidaci¨®n para el adulterio. Son, en general, los mismos que mantienen en sus legislaciones castigos f¨ªsicos como la amputaci¨®n y los azotes. Dado que estamos hablando de dictaduras, es imposible estimar el grado de respaldo de la poblaci¨®n a esas penas y los gobernantes suelen aducir que existe consenso social.
Ninguna de la docena de condenas pronunciadas en Nigeria ha llegado a ejecutarse. En Emiratos ?rabes Unidos, donde existe en la pr¨¢ctica una moratoria para todas las ejecuciones, se ha conmutado la ¨²nica lapidaci¨®n dictada en los ¨²ltimos a?os. Hace por lo menos dos d¨¦cadas que no se tiene constancia de ning¨²n apedreamiento judicial en Arabia Saud¨ª, aunque el a?o pasado se sentenci¨® a una pareja de Sri Lanka de cuya situaci¨®n no se ha sabido nada desde entonces. Incluso Ir¨¢n acept¨® suspender ese castigo en el a?o 2002. Que volviera a aplicarlo cuatro a?os m¨¢s tarde pone de relieve la divisi¨®n que el asunto genera en el poder judicial. El proyecto de nuevo C¨®digo Penal iran¨ª -falto a¨²n de ratificaci¨®n legislativa- no lo incluye.
Ahora bien, con ser importante, resulta insuficiente eliminar la pena de la legislaci¨®n si no se adoptan medidas complementarias. Como lo han probado recientes casos en Irak y Pakist¨¢n, no es infrecuente que las propias comunidades se tomen la justicia por su mano. En esas sociedades, el honor de la familia se deposita en el sexo de la mujer, por lo que cualquier relaci¨®n de esta con un hombre con el que no est¨¦ casada se vive como una afrenta. Si el Estado no lo castiga, lo hacen sus familiares varones. Es lo que le sucedi¨® a la joven kurda Kurdistan Aziz, de 16 a?os, cuando hace dos muri¨® lapidada por su propia familia. Su delito: haberse opuesto a los planes de matrimonio que le preparaba su padre y haberse escapado con su novio. Aunque ni las leyes estatales de Irak ni las regionales del Kurdist¨¢n respaldan ese castigo, estas ¨²ltimas fueron c¨®mplices porque rechazaron la petici¨®n de amparo de la chica y la devolvieron a su padre bajo el argumento de que se trataba de "un asunto tribal".
Otro caso sucedido en la misma regi¨®n un a?o antes sugiere que el problema desborda el ¨¢mbito del islam. El apedreamiento de Dua Khalil Aswad, de 17 a?os y de confesi¨®n yazid¨ª, se hizo tristemente c¨¦lebre porque alguien lo grab¨® con un m¨®vil y lo colg¨® de Internet. Los yazid¨ªes no admiten el matrimonio de sus hijas fuera de la comunidad, y su familia sospech¨® que hab¨ªa huido para casarse con un musulm¨¢n sun¨ª.
Los mal llamados cr¨ªmenes de honor son en realidad asesinatos sancionados por la comunidad y a menudo quedan impunes ante la permisividad de las autoridades. Tal es el caso de las empobrecidas y olvidadas zonas rurales de Pakist¨¢n, donde cada a?o cientos de personas, la mayor¨ªa de ellas mujeres, son asesinadas bajo el pretexto de haber deshonrado a sus familias. No existe un patr¨®n y pueden ejecutarse de formas muy diversas. De hecho, los casos de lapidaci¨®n no son los m¨¢s habituales. "Nuestros investigadores no tienen constancia de que ning¨²n tribunal estatal haya pronunciado una sentencia de lapidaci¨®n en Pakist¨¢n. Esos castigos suelen darse en el contexto del sistema de justicia tribal / cr¨ªmenes de honor", explica en un correo electr¨®nico Thor Windham-Wright, de Amnist¨ªa Internacional. La p¨¢gina web Campa?a Global contra el Asesinato y la Lapidaci¨®n de Mujeres cita dos de esos casos ocurridos en 2007, una pareja apedreada en Multan (Punjab) y una mujer en Shahbaz Garhi (Khyber Pakhtunkhwa).
Adem¨¢s, tambi¨¦n se producen lapidaciones en regiones que escapan al control del Estado central, como sucedi¨® a mediados del pasado agosto en la provincia de Kunduz, al norte de Afganist¨¢n. Una pareja fue apedreada por decreto de una asamblea talib¨¢n. Desde la intervenci¨®n estadounidense y el derribo del r¨¦gimen talib¨¢n, la legislaci¨®n afgana aboli¨® la lapidaci¨®n y otros castigos f¨ªsicos. Pero el pa¨ªs no dispone de un sistema judicial digno de ese nombre. Adem¨¢s, muchos de sus pol¨ªticos est¨¢n dispuestos a sacrificar los derechos humanos de las mujeres y de ciertas minor¨ªas en aras de la reconciliaci¨®n con los talibanes. En ese pa¨ªs, de estructuras sociales medievales, hablar de libertad sexual es como hablar de extraterrestres.
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