?Cu¨¢nta ciencia y cu¨¢nto arte?
La paleontolog¨ªa necesita ilustrar los hallazgos de f¨®siles reconstruyendo el aspecto de animales extintos - Se busca la fidelidad, pero hay sitio para la imaginaci¨®n
El taquillazo de 1993 Parque Jur¨¢sico represent¨® una novedad respecto al cine de dinosaurios. Por primera vez, se alejaba del mito del monstruo y el director, Steven Spielberg, asesorado por el paleont¨®logo Jack Horner, intent¨® reflejarlos como animales. Tiranosaurio Rex, neandertal, el hombre de Atapuerca... seres extintos hace miles de a?os pero vivos dentro del imaginario colectivo gracias a pel¨ªculas, documentales y dibujos. Los cient¨ªficos utilizan reconstrucciones para ilustrar descubrimientos que, de otro modo, ser¨ªan la fotograf¨ªa de unos huesos fosilizados.
Su fidelidad a la realidad pret¨¦rita depende de la cantidad de informaci¨®n que puedan aportar los cient¨ªficos y donde el pasado calla, entra la habilidad de unos especialistas que combinan el saber paleontol¨®gico con el art¨ªstico: los paleoilustradores. Si en un futuro remoto hallasen los huesos de un pato y encargasen una reconstrucci¨®n, el resultado ?se parecer¨ªa al animal real, no al famoso Donald? ?Cu¨¢nto hay de rigor cient¨ªfico y cu¨¢nto de creatividad art¨ªstica?
Las referencias para los dinosaurios son aves terrestres y diversos reptiles
Los dibujantes deben combinar la creatividad con los conocimientos
La animaci¨®n en tres dimensiones permite reconstruir c¨®mo se mov¨ªan
Un paleoilustrador debe ser capaz de dar a su trabajo un aspecto vivo
Ra¨²l Mart¨ªn es el responsable del aspecto de Pepito, el Concavenator corcovatus, un lagarto terrible b¨ªpedo y jorobado de seis metros de largo, con protoplumas y pies peque?os que vivi¨® en la sierra de Cuenca hace 125 millones de a?os. Como material de partida cont¨® con una reproducci¨®n del esqueleto, completada con la medida exacta de las proporciones de cada segmento e indicaciones sobre detalles importantes como los peque?os bultos del hueso del antebrazo, similares a los que sirven de punto de inserci¨®n para las plumas remeras en las aves actuales.
"Seg¨²n el conocimiento del linaje [grupo de dinosaurios] que se trate, es necesario tener alrededor del 80% del esqueleto para una hip¨®tesis de reconstrucci¨®n", explica Jos¨¦ Luis Sanz, uno de los tres descubridores de Pepito, "que sea congruente con las relaciones espaciales y topogr¨¢ficas entre los huesos desde un punto de vista anat¨®mico". La segunda parte son los m¨²sculos y tendones. "Us¨¦ como referencia aves-dinosaurios especializados-terrestres como el avestruz o el em¨² y reptiles como cocodrilos o iguanas", cuenta Mart¨ªn. "Fue relativamente sencillo, ya que est¨¢ muy bien conservado y articulado". La piel, si no se encuentra junto a los huesos ning¨²n resto, se le supone una del mismo linaje.
"Hasta aqu¨ª lo racional", puntualiza Sanz, "el color es pura suposici¨®n, no tenemos ni idea". La ¨²nica indicaci¨®n crom¨¢tica que recibi¨® Mart¨ªn para reconstruir Pepito fue que joroba y cabeza se distinguieran del resto del animal. Pese a desconocer las funciones de la chepa del reptil, los cient¨ªficos suponen que, como en los animales actuales, una de ellas ser¨ªa la exhibici¨®n. "Podr¨ªa tener colores llamativos para atraer la atenci¨®n de las hembras o asustar a otro macho", explica Mart¨ªn.
Frente al esqueleto excepcionalmente completo del Concavenator corcovatus, la mayor¨ªa de los restos f¨®siles son parciales. Mauricio Ant¨®n, el ¨²nico espa?ol ganador del premio internacional de paleoilustraci¨®n Lanzendorf, explica la reconstrucci¨®n del Chico de la Gran Dolina, un Homo antecessor de hace cerca de 800.000 a?os hallado en el yacimiento burgal¨¦s de Atapuerca. Como refleja Ant¨®n en su libro El secreto de los f¨®siles, la metodolog¨ªa b¨¢sica es la misma que hace ya m¨¢s de un siglo usaba el maestro estadounidense Charles Knight (1874-1953). Estudiar los huesos del ser desaparecido y compararlos con especies actuales emparentadas hasta reconocer las principales zonas de inserci¨®n de las masas musculares para reconstruir, desde dentro hacia afuera, el volumen del animal hasta llegar a su contorno externo.
Este sistema no est¨¢ exento de errores. La imagen cl¨¢sica de los neandertales como hom¨ªnidos encorvados, con la cabeza hundida entre los hombros y las piernas arqueadas se debe a la reconstrucci¨®n del paleont¨®logo franc¨¦s Marcelin Boule en 1913 de un esqueleto hallado en La Chapelle-aux-Saints (Francia).
La recreaci¨®n es muy precisa pero los huesos pertenec¨ªan a un anciano aquejado de patolog¨ªas ¨®seas, por lo que no se le puede considerar representativo de un individuo sano de la misma especie. El consenso actual es que ten¨ªan m¨¢s masa muscular que los humanos, con una talla media ligeramente menor (1,7 metros para machos y 1,6 en las hembras) y con extremidades proporcionalmente m¨¢s cortas. El rostro con el que suele retrat¨¢rseles es, a entender de Ant¨®n, veraz. "La morfolog¨ªa del cr¨¢neo no deja dudas respecto a estos rasgos".
Otros fallos resultan m¨¢s c¨®micos, como el cometido por el retratista estadounidense Charles Wilson Pelae (1741-1827) al poner los enormes colmillos de un mamut americano en las orbitas oculares.
Ant¨®n dispon¨ªa del frontal y el maxilar pertenecientes al mismo individuo y un fragmento de mand¨ªbula de otro joven Homo antecessor. Con conocimiento sobre las relaciones geom¨¦tricas y proporcionales de los cr¨¢neos de humanos, simios y otros hom¨ªnidos extintos, Ant¨®n cruz¨® las l¨ªneas de los huesos para minimizar los errores y trabaj¨® con las referencias de homos emparentados evolutivamente con el Chico de la Gran Dolina como el Homo erectus o el Homo ergaster, hasta lograr la suposici¨®n razonada del cr¨¢neo.
Sobre esta base comienza la labor de situar los m¨²sculos y tendones. "Los m¨¢s profundos, de inserci¨®n tendinosa y carnosa que modifican la geometr¨ªa del cr¨¢neo, son los m¨¢s fiables", explica Ant¨®n, "los superficiales, como los de la expresi¨®n, son pura inferencia y supones que se insertar¨ªan de la misma manera que en nosotros y los grandes simios". Las alas de la nariz se marcan con un porcentaje de la apertura nasal que es com¨²n tanto en simios como en humanos.
Ant¨®n obtiene estos conocimientos consultando a cient¨ªficos. "No basta con uno" puntualiza, "el grado de especializaci¨®n es muy alto y el que m¨¢s sabe de la anatom¨ªa craneal de los hom¨ªnidos primitivos no domina el campo de la locomoci¨®n y del resto del esqueleto". Las lagunas las resuelve gracias al anatomista de la universidad de Valladolid Juan Francisco Pastor, que le avisa cuando va a diseccionar un esp¨¦cimen del inter¨¦s de Ant¨®n, como un gran simio o un le¨®n. Una de sus obsesiones son los felinos dientes de sable.
En la parte m¨¢s superficial, como piel o pelo, "hay que buscar el razonamiento funcionalista en relaci¨®n con lo que suponemos de la meteorolog¨ªa de la ¨¦poca, la locomoci¨®n del hom¨ªnido y su postura corporal...". La teor¨ªa en boga es que al convertirse los homo en b¨ªpedos, se conserva el pelo en la cabeza que es lo que queda expuesto al sol y en el resto del cuerpo se vuelve m¨¢s importante el intercambio t¨¦rmico a trav¨¦s del sudor. "Son especulaciones razonadas, con una base menos tangible y en las que est¨¢s supeditado a la hip¨®tesis m¨¢s de moda", reflexiona.
"Uno de los retos del futuro es saber c¨®mo diablos se mov¨ªan estos seres", afirma Sanz, "y una de las t¨¦cnicas para comprobarlo es la animaci¨®n en tres dimensiones". Ant¨®n lleva explorando cuatro a?os este camino junto al animador Juan P¨¦rez-Fajardo, de la empresa The Fly Factory. "Al principio, ¨¦l pon¨ªa los conocimientos y yo el trabajo", explica P¨¦rez-Fajardo, "pero ahora ¨¦l ya hace los modelados por ordenador de los personajes y yo me encargo de animarlos". Su trabajo combinado hace posible ver a mamuts y dientes de sable interactuando en el lago asturiano de Covadonga.
Sanz aclara la capacidad m¨¢s intangible de un paleoilustrador. "Nadie ha visto nunca a estos seres, pero Mart¨ªn y Ant¨®n", comenta, "son capaces de insuflarles la chispa de la vida".
Esta vitalidad se ve en la reconstrucci¨®n realizada por Ant¨®n de los 32 preneandertales de la Sima de los Huesos, tambi¨¦n en Atapuerca. Una foto de familia de hace m¨¢s de 350.000 a?os, de la que conocen el n¨²mero de miembros gracias a encontrar 32 fragmentos del mismo hueso, algunos de ni?os y otros con rasgos menos pronunciados, que se suponen de hembras. El cr¨¢neo n¨²mero 5, el primero completo de un Homo heidelbergensis, le dio a Ant¨®n en 1995 un canon con el que trabajar. A este individuo ideal se le bautiz¨® Miguel¨®n en honor al ciclista Miguel Indurain, entonces en la cima de su carrera.
Algunos de los personajes portan lanzas de madera, un complemento que se pudo incorporar despu¨¦s del hallazgo anterior en Alemania de ocho astas conservadas milagrosamente, ya que la madera no fosiliza. "Antes ten¨ªamos una serie de herramientas de piedra con restos de haber afilado troncos de ¨¢rboles, evidencias circunstanciales", y bromea Ant¨®n, "pero claro, con esas no ganas un juicio".
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