Un cineclub para 'gremlins'
Los clausurados cines Luna abren una vez al mes para acoger unas surrealistas sesiones gratuitas de terror y erotismo de serie B
Entre una nube de humo de cigarrillos aparece en la pantalla el tronco desnudo de una atractiva chica separado de las piernas por un corte limpio de motosierra. El p¨²blico se levanta de las butacas y vitorea la imagen. La protagonista muerta conserva en el rostro el horror de su grito final. Tiene las tripas derramadas por el suelo. Un espectador lanza al aire una bolsa de confetis de colores.
Los 340 j¨®venes (la mayor¨ªa veintea?eros) que llenaban la sala fumando, bebiendo copas de vodka, riendo, cantando, saltando y soltando burradas acordes al filme compon¨ªan un cuadro similar a una de las ¨²ltimas secuencias de la pel¨ªcula Gremlins: una guerrilla de pringosos monstruitos verdes con orejas como parab¨®licas asaltan una sala de cine y crean un ambiente enloquecido mientras disfrutan de Blancanieves y los siete enanitos.
Cineshock es un homenaje a las pel¨ªculas marginales
En este caso son personas y ven una pel¨ªcula de una delicadeza inversamente proporcional a la diadema roja de Blancanieves. Mil gritos tiene la noche, dirigida en 1982 por el cineasta espa?ol Juan Piquer Sim¨®n, una obra de terror de serie B con la que arranc¨® el viernes pasado a las diez de la noche la sesi¨®n doble de Cineshock, un programa de filmes extravagantes que se celebra mensualmente desde febrero en los clausurados cines Luna (plaza de Mar¨ªa Soledad Torres Acosta, detr¨¢s de la Gran V¨ªa). Entrada gratuita.
La primera escena es bizarra. Un ni?o peque?o monta en su habitaci¨®n un puzle de una se?orita en cueros. De repente entra su madre, lo abofetea por sucio y se pone a buscar m¨¢s pecados en sus cajones. El ni?o reaparece por detr¨¢s con un hacha.
"?M¨¢tala! ?M¨¢tala!", berrea el p¨²blico.
Desde que tres amigos (un periodista, Popy Blasco, y dos profesionales del cine, Miguel Agnes y Julio Prieto) pusieron en marcha Cineshock, en cada una de las siete veladas que han montado el p¨²blico que va supera la capacidad de la sala 1 de los Luna, la ¨²nica que utilizan. Muchos se quedan fuera y tienen que esperar a que haya sitio en la sesi¨®n golfa, a las doce. El viernes, al filo de la medianoche, se proyect¨® Emmanuelle en Am¨¦rica, pel¨ªcula estadounidense realizada en 1977 por Joe D'Amato y subtitulado ahora en espa?ol por cortes¨ªa de Cineshock.
-Amor m¨ªo, eres la chica m¨¢s sal¨¢ del mundo -le dice un actor yanqui a la moldeada protagonista.
-?Sigilosa! ?Sigilosa! -grita un espectador.
No citamos las voces m¨¢s groseras entre el p¨²blico. Baste decir que la bula expresiva es total y que no altera a nadie. Alguien dir¨ªa que el comportamiento de la gente, tan de serie B como las propias pel¨ªculas, se debe a las litronas que beben en la cola antes de entrar, sumadas a las dos copas a las que invita la marca de licor que financia el espect¨¢culo. Ello explicar¨ªa en parte que dos amigos se pongan a simular una c¨®pula (uno de ellos con los pantalones y los calzoncillos por los tobillos) durante breves segundos en la fila dos.
Pero la raz¨®n del surrealismo festivo de Cineshock tiene que ver primero con la apertura an¨¢rquica de un espacio en el que se acostumbra a callar y no molestar. Ahora s¨ª, a?adiendo alcohol, juventud y barbarie cinematogr¨¢fica, se entienden la c¨®pula, las exhortaciones a que un ni?o mate a hachazos a su mam¨¢ y la liberaci¨®n de confetis al ver a una chica difunta tras ser dividida con una motosierra. Otra cosa es que se asimile. "No, hermano...", dec¨ªa el viernes Andr¨¦s, un joven colombiano, "esto en mi pa¨ªs es impensable".
Uno de los impulsores del proyecto, Popy Blasco, explica que Cineshock es un homenaje a las estramb¨®ticas pel¨ªculas que ocupaban estantes marginales en los videoclubes de su infancia, en los a?os ochenta, y la reivindicaci¨®n de las salas de cine como espacio comunitario. "Queremos recuperar la experiencia de ver pel¨ªculas con otra gente, como si fuese una fiesta. Esto no es un cineclub, no se viene a analizar pel¨ªculas de la nouvelle vague, que est¨¢n muy bien, pero esto es la antifilmoteca. Aqu¨ª uno viene a pas¨¢rselo bien".
Escogieron los cines Luna (cerrados desde hace cinco a?os) con intenci¨®n. Para ellos simbolizan dos fen¨®menos de la Gran V¨ªa. Por delante, la sustituci¨®n de cines tradicionales por tiendas de comercio de masas (ropa y comida r¨¢pida, alimentos de serie B); por detr¨¢s, la pobreza urbana a espaldas del escaparate tur¨ªstico de Espa?a (calles sucias, locales cerrados, prostitutas, camellos). Una realidad escrita en la triste fachada del edificio: Cines Luna. Se vende o se alquila.
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