Los ingenieros del alma
El legado de la ingenier¨ªa del siglo XX parece equilibrado entre realizaciones portentosas y un indeterminado porcentaje de ruinas irrecuperables. Excepto en una de sus ramas m¨¢s caracterizadas, la ingenier¨ªa social, de la que solo quedar¨ªan ruinas si no fuera porque, en realidad, se trata de estremecedoras tragedias humanas. Es lo que se ha sabido de ciertas pr¨¢cticas penales en un pa¨ªs que, como Suiza, pasa por ser uno de los m¨¢s democr¨¢ticos del mundo.
Desde 1942, y hasta una fecha tan cercana como los a?os ochenta, las familias dispon¨ªan de un singular recurso para la educaci¨®n de sus hijos m¨¢s rebeldes, como era recluirlos en c¨¢rceles estatales con el objetivo de hacer de ellos adultos respetuosos con las normas y las instituciones. La diferencia m¨¢s llamativa con los presos era el color de sus uniformes, marr¨®n, y no azul, en el caso de los adolescentes. Pero no era la ¨²nica ni, desde luego, la m¨¢s desfavorable: en contraste con los reclusos, que conoc¨ªan de antemano la duraci¨®n de las condenas, los j¨®venes candidatos a engrosar las filas de los ciudadanos ejemplares permanec¨ªan en la c¨¢rcel tanto tiempo como requiriese su educaci¨®n.
Suiza est¨¢ asistiendo sobrecogida a las revelaciones sobre esta ingenier¨ªa social que convirti¨® en cobayas a miles de j¨®venes por razones tan inocentes como seguir su vocaci¨®n en lugar de la que trataban de inculcarle los padres. O como entregarse a un amor que desaconsejaban las conveniencias. O, incluso, por un simple error.
Ha alcanzado este asunto tales proporciones que la ministra de Justicia ha realizado un acto p¨²blico de reparaci¨®n a las v¨ªctimas de unas pr¨¢cticas penales que, aunque conocidas, han permanecido en el terreno indefinido del silencio.
Este episodio no es el ¨²nico que demuestra que ciertas pol¨ªticas no fueron desterradas tras el desenlace de la II Guerra Mundial, al comprobar que las potencias totalitarias se sirvieron de ellas. En el caso ahora conocido en Suiza, nadie ha demostrado que fuera bueno para construir una sociedad mejor, pero a la vista est¨¢n las tragedias que provoc¨® la fe en una imposible ingenier¨ªa del alma.
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