La 'colombianizaci¨®n' de M¨¦xico
Los sapos, como animales que son de sangre fr¨ªa, no pueden percibir con facilidad los cambios lentos en la temperatura de su entorno; se han realizado experimentos pat¨¦ticos sobre esta extra?a condici¨®n colocando algunos de estos pobres batracios en recipientes con agua fr¨ªa que se va calentando, lentamente, hasta que, al llegar al punto de ebullici¨®n, se cocinan vivos sin darse cuenta.
Algo parecido les sucede a las sociedades v¨ªctimas de fen¨®menos como el del narcotr¨¢fico; la dial¨¦ctica de la plata o el plomo que a trav¨¦s de la corrupci¨®n o de la intimidaci¨®n utilizan los carteles para comprar o conseguir protecci¨®n jur¨ªdica y pol¨ªtica frente a sus cr¨ªmenes, termina produciendo un efecto anestesiante en la opini¨®n nacional que no se da cuenta de que, de esta forma, las organizaciones criminales van destruyendo progresivamente las instituciones que deber¨ªan derrotarlos.
La lucha contra el narcotr¨¢fico debe estar por encima de las ideolog¨ªas y ser una pol¨ªtica de Estado
En Colombia vivimos este fen¨®meno en los a?os ochenta cuando el terrorismo y la corrupci¨®n propia de los grandes carteles desafiaron abiertamente la fuerza p¨²blica, la justicia, el periodismo, los partidos pol¨ªticos, los organismos de control y los intelectuales independientes. Nadie pod¨ªa considerarse a salvo de los disparos de sus sicarios suicidas o de los cheques corruptores de sus cuentas bancarias escondidas.
El embrujo se rompi¨® cuando el cartel de Medell¨ªn orden¨® el asesinato del candidato presidencial Luis Carlos Gal¨¢n que hab¨ªa levantado en solitario unos a?os atr¨¢s la bandera del combate contra el crimen organizado. Su audacia le cost¨® la vida pero sirvi¨® para que el pa¨ªs se despertara y se diera cuenta de que los poderosos carteles no desfallecer¨ªan hasta no ver arrodillados o enterrados a quienes consideraban, dentro del sistema, como sus enemigos.
A partir de la Constituci¨®n de 1991 la clase dirigente colombiana asumi¨® de frente el combate del narcotr¨¢fico y sus secuelas como una pol¨ªtica de Estado que, independientemente de cualquier consideraci¨®n ideol¨®gica, deber¨ªa comprometer a todos los Gobiernos en la erradicaci¨®n de estas organizaciones criminales.
Se revisaron esquemas operativos, se protegieron jueces y periodistas, se depur¨® la polic¨ªa, se expidieron normas draconianas sobre penas y c¨¢rceles, se consagr¨® la extinci¨®n del dominio de bienes producto del crimen, se reglament¨® el lavado de activos y, posteriormente, durante mi Gobierno, se restableci¨® la extradici¨®n de nacionales.
Esta decisi¨®n, que tuvo ribetes de una cruzada, al principio considerada suicida, nos permiti¨® desarticular los carteles de Cali y Medell¨ªn y sentar las bases de una pol¨ªtica coherente que todav¨ªa hoy, 20 a?os despu¨¦s, se aplica.
M¨¦xico est¨¢ a tiempo de aprender la dolorosa lecci¨®n colombiana de los a?os ochenta. Aunque el presidente Calder¨®n ha declarado la guerra a los poderosos carteles de la droga en M¨¦xico, existe la percepci¨®n afuera de que esta lucha la est¨¢ librando solo ante la mirada cr¨ªtica o esc¨¦ptica de muchos sectores que piensan que se trata de una pol¨ªtica del Gobierno que no los compromete.
Algunos de ellos, como mi buen amigo Jorge Casta?eda y el propio ex presidente Fox, inclusive hablan de conseguir una especie de acuerdo de paz con los narcos para regresar al modus vivendi de los ¨²ltimos a?os y restablecer as¨ª un supuesto "balance" entre la criminalidad y la institucionalidad.
Si este acuerdo llegara a darse, ser¨ªa el comienzo del fin del Estado de derecho de M¨¦xico porque encarnar¨ªa la versi¨®n mexicana de la teor¨ªa del apaciguamiento de Chamberlain quien propon¨ªa dejar que Hitler invadiera solamente a sus vecinos para no exacerbar m¨¢s all¨¢ sus ¨¢nimos imperialistas.
Los mexicanos podr¨ªan colombianizar en el mejor sentido su estrategia de lucha contra la droga si consiguen convertirla en una pol¨ªtica de Estado y adoptan medidas de fondo como las que se adoptaron en su momento en Colombia en relaci¨®n con el combate de las fuentes de financiamiento y reciclaje de los dineros obtenidos con el crimen.
Proponer a estas alturas, como lo han hecho con alguna ingenuidad algunos intelectuales mexicanos, la legalizaci¨®n de la droga como una salida alternativa es como ofrecerle lecciones de nataci¨®n a un sobreviviente en la mitad de un naufragio.
Lo que aqu¨ª est¨¢ en juego no es si las drogas il¨ªcitas deben o no ser reprimidas -y la discusi¨®n es v¨¢lida en un contexto distinto- sino la propia supervivencia de las instituciones mexicanas como parte de un Estado social de derecho internacionalmente reconocido. Esta decisi¨®n colectiva debe partir de consenso sobre la gravedad de la situaci¨®n para evitar que al pa¨ªs, como en el cuento del sapo, lo cocinen lentamente las fuerzas criminales que hoy lo intimidan.
Ernesto Samper Pizano fue presidente de Colombia.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.