Visiones del 'Guernica'
Adorno contaba una an¨¦cdota a prop¨®sito de Picasso: "Le visit¨® en su estudio un oficial de las tropas de ocupaci¨®n alemanas y, se?alando al Guernica, le pregunt¨®: '?Lo ha hecho usted?', a lo que, al parecer, Picasso contest¨®: 'No, usted". Me acord¨¦ de ello la ¨²ltima vez que vi una reproducci¨®n de su archifamosa pintura. Fue en el cartel del "Acuerdo para un escenario de paz y soluciones democr¨¢ticas", firmado el 25 de septiembre en Gernika por la autodenominada izquierda abertzale, EA, Aralar y Alternatiba. ?C¨®mo interpretar esta inclusi¨®n? ?Como un alegato en contra de la violencia y la sinraz¨®n? No dudo de que muchos de los firmantes tengan verdadero deseo de propiciar el fin de la violencia etarra. Pero no a cambio de nada, desde luego. Porque eso exigir¨ªa una feroz labor de autocr¨ªtica, tambi¨¦n por parte de aquellos que dec¨ªan estar de acuerdo en los fines y no en los medios, y que han contribuido -y tanto- a la permanente labor de deslegitimaci¨®n de las instituciones y las reglas de derecho por las que nos gobernamos.
El potencial simb¨®lico del Guernica se desmorona cuando uno empieza a leer punto por punto lo all¨ª suscrito. Entre otras peticiones que indican una propuesta de alto al fuego m¨¢s bilateral que unilateral, esta aportaci¨®n incluida por Aralar: adopci¨®n de medidas como primer paso "hacia la amnist¨ªa, que conduzca a la ausencia total de presos/as y exiliados/as a consecuencia del conflicto pol¨ªtico". O sea, aqu¨ª paz y despu¨¦s gloria. Como si tal cosa, como si nada hubiera ocurrido, o todo lo ocurrido estuviera perfectamente justificado.
Los mismos convocantes, junto con el inestimable apoyo del PNV, desfilaron por Bilbao el pasado s¨¢bado, con el lema Derechos humanos, derechos civiles y pol¨ªticos. Adem¨¢s de quejarse por las cuestionables decisiones judiciales que prohib¨ªan manifestaciones anteriores, los congregados corearon los lemas habituales -"Presoak kalera, amnistia osoa", etc¨¦tera- y gritaron "traidor espa?ol" a Andoni Ortuzar (a buen seguro, el insulto m¨¢s doloroso imaginable para un jeltzale). Despu¨¦s vino el gesto de damisela ofendida de I?igo Urkullu, declar¨¢ndose enga?ado por las verdaderas intenciones de los convocantes...
?Enga?ado? El mismo d¨ªa Joseba Egibar hab¨ªa presentado la iniciativa Batu gaitezen, donde arremete a partes iguales contra la violencia etarra y la "violencia del Estado", aunque, desde luego, no le duele poco ¨¦sta ¨²ltima, que "lejos de respetar el sujeto pol¨ªtico que constituye el pueblo vasco pretende trasformarlo, diluirlo", anestesiarlo. Seg¨²n ¨¦l, la idea de que "no hay pueblo, s¨®lo ciudadanos" es un "mantra" y una "nueva doctrina". Cierto: es m¨¢s antigua la creencia de que lo que importa es el pueblo, la raza o el grupo. El Guernica evoca lo que ocurre cuando eso se lleva al extremo. Precisamente por eso los derechos humanos son individuales y constituyen la base de la ciudadan¨ªa democr¨¢tica.
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