Pelonas, gais y piquetes
La ofensiva la inici¨® el mismo peri¨®dico que anda todav¨ªa buscando por lejanas monta?as nevadas a los verdaderos autores de la masacre del 11-M, ignorando los miles de folios que dan por cerrado el caso. El titular no pod¨ªa ser m¨¢s obsceno: "Gri?¨¢n busca mujeres rapadas hace 70 a?os para darles 1.800 euros".
De inmediato sigui¨® un batall¨®n de analistas y articulistas varios, unos pretendidamente chistosos, otros pat¨¦ticos, que pusieron a caer de un burro al Gobierno andaluz, que acaba de aprobar un decreto por el que todas las andaluzas que fueron vejadas durante el franquismo ser¨¢n indemnizadas con 1.800 euros. Primero, porque dicen que quedan pocas vivas y segundo, por la magra indemnizaci¨®n asignada.
Pero eso es solo una excusa. En realidad, les molesta que un Gobierno socialista quiera reparar, en parte, las heridas causadas por sus mayores.
Aprovech¨¦ la jornada del 29-S, d¨ªa de la huelga general -s¨ª: yo tambi¨¦n fui; por eso esta columna aparece con siete d¨ªas de retraso- para terminar de leer la ¨²ltima y extraordinaria novela de Almudena Grandes, In¨¦s y la alegr¨ªa. La protagonista, In¨¦s, sufre el abuso de uno de esos descerebrados fascistas, el comandante Garrido. Uno de esos "buenos chicos que besaban las manos de los obispos", mientras se val¨ªan de su pistola para forzar a una mujer desvalida.
No es un tema pasado. Es una realidad desgraciadamente palpable. Una herida que a¨²n sangra. Ayer mismo, este peri¨®dico recog¨ªa una carta estremecedora de un lector, Miguel Aceituno, en la que cuenta que su abuelo, su t¨ªo y su padre fueron fusilados por los franquistas en su pueblo, Rute (C¨®rdoba), y su madre, condenada a limpiar las letrinas del cuartelillo de la Guardia Civil por las ma?anas y por las tardes obligada a cantar el Cara al Sol. Cuando se negaba, le hac¨ªan tragarse un frasco de aceite de ricino.
Aunque, 70 a?os despu¨¦s, muchas de aquellas andaluzas hayan fallecido, se merecen este reconocimiento. Lo mismo que los homosexuales, tambi¨¦n represaliados y encerrados en siniestros manicomios. Para ellos, el Gobierno andaluz elabora otro decreto.
A la derecha, tan crecida, tan rabiosa, le molesta que nos sigamos acordando de las v¨ªctimas del franquismo. Les duele que haya gobiernos, el de Zapatero, el de Gri?¨¢n, que intentan reparar y devolver la dignidad a todos los machacados por el franquismo: los que fueron ejecutados y a¨²n reposan en cunetas, los que fueron encarcelados y torturados; las mujeres violadas, humilladas, rapadas; los gais recluidos por vagos y maleantes...
Esa derecha rabiosa clama contra cualquier medida de reparaci¨®n del mal causado, porque en el fondo siguen teniendo el coraz¨®n te?ido de azul. Porque quienes comet¨ªan aquellas tropel¨ªas eran sus abuelos y sus padres ideol¨®gicos.
Est¨¢n rabiosos y se les nota. Gracias al Ojo izquierdo, un blog indispensable para saber por d¨®nde vienen los tiros (Jos¨¦ Mar¨ªa Izquierdo, en elpais.com), estamos al d¨ªa de la ofensiva contra todo lo que se mueva en la izquierda. Estos d¨ªas, adem¨¢s de a gais y a pelonas, han apuntado a los sindicatos.
A sus dirigentes les han dicho de todo. Al d¨ªa siguiente de la huelga, estas son algunas de las lindezas aparecidas en los medios de esa derecha furiosa: matones vagos, gandules, mafiosos energ¨²menos camorristas, trileros, macarras... Uno les recomend¨®, ante el fracaso de la huelga, la soga en la buhardilla, mientras el exquisito Carlos Herrera resum¨ªa: "Que les den por donde el sol no brilla".
?Se imaginan a ese batall¨®n de plum¨ªferos con mando en plaza, en un Gobierno del PP? S¨ª, es cierto que el giro a la derecha de Zapatero es indigerible. Pero imaginen por un minuto a unos cuantos de esos gacetilleros controlando el pa¨ªs...
Todos al cero. Pelones. ?Para echarse a temblar!
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.