La reforma de la Constituci¨®n
En un mundo tan dado a las medias palabras, hay que agradecer el estilo directo del gobernador del Banco de Espa?a, Miguel ?ngel Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, apelando al Gobierno a que ponga en cintura a las comunidades aut¨®nomas por sus excesos en el gasto: "Las comunidades son soberanas hasta cierto punto si nos fastidian a todos", ha dicho. En estos a?os de hegemon¨ªa ideol¨®gica conservadora, se ha ido asentando esta peculiar figura que son los cargos independientes. Seg¨²n la doctrina al uso, los gobernadores de los bancos centrales tienen que ser independientes. Independientes ?de qu¨¦? De la pol¨ªtica, por supuesto, porque esta doctrina forma parte de un discurso muy extendido de descr¨¦dito de la pol¨ªtica y de los pol¨ªticos. Independientes de la pol¨ªtica, pero no del poder econ¨®mico, que es precisamente el que quiere que sean independientes de la pol¨ªtica para seguir acreditando la idea de que la econom¨ªa tiene unas leyes propias que los Gobiernos solo pueden violentar.
Miguel ?ngel Fern¨¢ndez Ord¨®?ez cumple exquisitamente con este modelo de independencia. Es un int¨¦rprete impecable e implacable de los deseos del poder econ¨®mico, con tal capacidad para leerlos que muchas veces los anticipa. Cuando habla, Fern¨¢ndez Ord¨®?ez va en serio. Formula sus sentencias como una orden, nunca como un juicio susceptible de ser sometido a cr¨ªtica. Y el Gobierno atiende raudo las indicaciones. Manda quien manda.
Tras el ruidoso inicio de verano en torno al Constitucional y su sentencia sobre el Estatuto catal¨¢n, lleg¨® septiembre y dio la impresi¨®n de que las vigilias electorales impulsaban una ca¨ªda de los decibelios en este debate. Llev¨¢bamos ya m¨¢s de un mes entre mensajes muy medidos, tanto en la pol¨ªtica catalana como en la espa?ola, porque ante la proximidad de las urnas todos quieren ser prudentes. Y porque el PP, tradicional impulsor de las bajas pasiones antiauton¨®micas, ha dejado de insuflar inquina porque quiere que el electorado catal¨¢n olvide sus pecados.
Durante este tiempo he notado que, tanto en el PP como en el PSOE, se espera el retorno de CiU como una bendici¨®n del cielo. Esta esperanza se funda en un recuerdo: el recuerdo del pujolismo. Pujol, estadista de d¨ªa, siempre presto al pacto con Madrid y garante de que el orden reinara en Catalu?a; nacionalista de noche, siempre atento a mantener viva la llama de la patria. Pero ?est¨¢n seguros de que la llegada de Artur Mas ser¨ªa el retorno del pujolismo? Mas y los suyos insisten en que no. Que es un tiempo distinto, el del derecho a decidir.
En Madrid, fundan su confianza en CiU en la tradicional mansedumbre de la llamada sociedad civil catalana, poco amante de correr riesgos y exponer al riesgo a una buena parte de su mercado. Pero tengo la impresi¨®n de que en Madrid no se dan cuenta de que ha crecido lo que podr¨ªamos llamar el nacionalismo econ¨®mico catal¨¢n. Dicho de otro modo, que las motivaciones del soberanismo ya no son solo culturales e identitarias sino cada vez m¨¢s econ¨®micas. El argumento de que Espa?a es un mal negocio para Catalu?a es el que m¨¢s est¨¢ cundiendo.
En este periodo de expectativa hasta que lleguen los resultados electorales, ha irrumpido Fern¨¢ndez Ord¨®?ez, lo que dar¨¢ vidilla al discurso reivindicativo, y una extra?a y repentina renovaci¨®n del Constitucional. ?Por qu¨¦ se ha ablandado s¨²bitamente la resistencia del PP? Me sorprendi¨® recientemente, en una reuni¨®n, en Barcelona, de personas de diversas posiciones ideol¨®gicas, pero fundamentalmente de orden, ver que el punto de consenso, al que se apuntaba incluso gente pr¨®xima al PP, era la reforma de la Constituci¨®n. Despu¨¦s, en Madrid, verifiqu¨¦ que esta opci¨®n ganaba enteros. ?Por qu¨¦? Quiz¨¢s porque algunos ya piensan que es la ¨²nica forma de frenar los procesos soberanistas por unos cuantos a?os y evitar que el desencuentro se acelere.
Ahora parece que, en la capital espa?ola, algunos se han dado cuenta del error cometido carg¨¢ndose el Estatut. Sospechan que han perdido 20 a?os de tranquilidad en la cuesti¨®n catalana. De ah¨ª que la reforma de la Constituci¨®n pudiera ser la v¨ªa para recuperar esta tregua perdida. Puede que por esta v¨ªa tengamos pronto una prueba de si Artur Mas es o no una nueva versi¨®n del pujolismo. A CiU, con su extra?a propuesta de un refer¨¦ndum sobre el concierto econ¨®mico, no le gusta nada la reforma de la Constituci¨®n. ?Por qu¨¦? ?Para mantener vivo el juego de la reivindicaci¨®n y del regateo (pujolismo) o porque considera que ser¨ªa un paso atr¨¢s en el camino hacia la plenitud pol¨ªtica de Catalu?a (soberanismo)? Esta es la cuesti¨®n.
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