De 'La traviata' a la gloria
Con frecuencia, los intelectuales y escritores viven de espaldas a la realidad musical. No es el caso de Mario Vargas Llosa, al que habr¨ªa que conceder otro premio -Nobel o no- por su apasionamiento como espectador musical. Conoc¨ª personalmente a Mario en el Festival de Salzburgo, en la ¨²ltima d¨¦cada del siglo XX, la dirigida por Gerard Mortier. Nos separaban un par de filas de la Felsenreitschule. La representaci¨®n de La condenaci¨®n de Fausto, de Berlioz, con La Fura dels Baus y el Orfe¨®n Donostiarra, hab¨ªa concluido. Los aplausos y bravos m¨¢s entusiastas ven¨ªan del grupo de espectadores de Mario, Patricia (su mujer) y sus amigos. Nos presentamos y en este juego de complicidades art¨ªsticas y entusiasmos compartidos comenz¨® una amistad.
?l y varios amigos lime?os ayudaron al tenor Juan Diego Fl¨®rez
En la primera cena que compartimos en Salzburgo hablamos de Juan Diego Fl¨®rez, el tenor peruano al que Mario y varios de sus amigos lime?os hab¨ªan ayudado econ¨®micamente para su perfeccionamiento t¨¦cnico en Estados Unidos. La infinita admiraci¨®n de Mario por Juan Diego va mucho m¨¢s all¨¢ de las afinidades geogr¨¢ficas. Es la manera de hacer m¨²sica lo que importa, su mezcla de profundidad y poes¨ªa. Recordamos en aquella conversaci¨®n la tradici¨®n de las voces de tenor en Per¨² con la misma entrega que evocamos destellos de Cuzco o Arequipa. Juan Diego es una referencia constante en nuestras conversaciones. Por ello despu¨¦s de su viaje al Festival wagneriano de Bayreuth este verano, con las impresiones que el lector de este diario conoce, le escrib¨ª para sugerirle una visita a Pesaro, con su tenor favorito cantando una ¨®pera de Rossini. ?En 2012?
No falta Mario Vargas Llosa a la cita salzburguesa de los veranos por nada del mundo. Disfruta de la m¨²sica con una alegr¨ªa contagiosa que se renueva en cada concierto o representaci¨®n. Despu¨¦s de La Traviata, con Villaz¨®n y Netrebko, estaba directamente en la gloria. Verdi es uno de sus compositores predilectos. De hecho, y desde su puesta en marcha, Mario Vargas Llosa pertenece al comit¨¦ de honor de tutto Verdi de la ABAO en Bilbao, al lado de los Abbado, Bergonzi, Chailly o la recientemente fallecida Simionato. Un d¨ªa fuimos juntos en coche desde Madrid, con nuestras mujeres, para ver en Bilbao A¨ªda, con la Orquesta del Teatro Regio de Parma. Disfrutamos tanto que nos parec¨ªa que la felicidad es posible. Verdi: las pasiones; Mario: el entusiasmo. Es un c¨®ctel irresistible. Como irresistible es el pr¨®logo que ha escrito para un libro sobre la ¨®pera Falstaff, de Verdi, a punto de aparecer.
Conversador l¨²cido e infatigable, mel¨®mano delirante, lector ejemplar, gastr¨®nomo inteligente y sutil (ay, las alubias; ay, los tiraditos de lubina), Mario Vargas Llosa es la imagen del intelectual cercano, de la energ¨ªa positiva, del narrador de pura sangre, de la curiosidad insaciable, de la pasi¨®n por la vida. Su escritura es un reflejo de su personalidad. Su pasi¨®n por la m¨²sica es una elecci¨®n que va m¨¢s all¨¢ de las apariencias y muestra que la vida y el arte pueden estar tan unidos que no hay manera de distinguir sus diferencias.
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