Zavalita conquista el Nobel
Mario Vargas Llosa obtiene la m¨¢xima recompensa literaria del mundo - La Academia sueca destaca su retrato del poder y de la resistencia individual
Mario Vargas Llosa ha ganado el Nobel de Literatura el a?o en que nadie le hab¨ªa llamado para preguntarle si se sent¨ªa favorito. Todos los a?os por las fechas en que la Academia sueca est¨¢ a punto de conceder el principal galard¨®n literario del mundo, el autor de La ciudad y los perros recib¨ªa esas llamadas, y esta vez, cuando al fin lo gan¨®, el escritor peruano, que tambi¨¦n es espa?ol de nacionalidad, no estaba ni siquiera en las quinielas. Cuando le llamaron desde Estocolmo, su mujer, Patricia Llosa, crey¨® que era una broma. La evidencia luego llen¨® de j¨²bilo al autor, a la familia y a los numerosos lectores de su obra.
La Academia sueca ha resumido con exactitud la enorme importancia de la obra del escritor que una vez aspir¨® a ser presidente de su pa¨ªs y que, para fortuna de sus lectores, fue apeado de su ilusi¨®n por Alberto Fujimori, alguien que luego pasar¨ªa a la historia como un delincuente. Dice el jurado que se le concede el Nobel a Vargas Llosa, de 74 a?os y cuya obra est¨¢ publicada por la editorial Alfaguara (Grupo Santillana), "por su cartograf¨ªa de las estructuras del poder y sus mordaces im¨¢genes de la resistencia individual, la revuelta y la derrota".
Lo obtiene el a?o en que nadie le hab¨ªa preguntado si se sent¨ªa favorito
Tiene, como dec¨ªa de ¨¦l Onetti, una relaci¨®n conyugal con los libros
Carmen Balcells, su agente, vio al genio y le rescat¨® de sus oficios alimentarios
En 1990 dijo que escrib¨ªa para huir de la pena tras su derrota electoral
Ese es su asunto, el poder, y tambi¨¦n la resistencia al poder, la revuelta contra el poder, la derrota. De eso habl¨® con Jos¨¦ Saramago en Lanzarote, en un encuentro que organiz¨® Pilar del R¨ªo; el portugu¨¦s, que fue Nobel en 1998, hizo augurios para que el peruano que acababa de cenar con ¨¦l un pescado tuviera tambi¨¦n ese cetro como ya ten¨ªa los premios Pr¨ªncipe de Asturias (1986) y Cervantes (1994). El azar ha querido que la muerte de Saramago y el Nobel de Vargas llegaran el mismo a?o.
Quiso ser presidente, quiz¨¢ para conocer de cerca la miseria, la impostura y tambi¨¦n la grandeza del ejercicio del poder. Y conoci¨® la derrota. Pero era un escritor; en medio de las excursiones electorales a las que le obligaba la campa?a, Vargas Llosa le¨ªa el Polifemo de G¨®ngora, se adentraba en una literatura central pero complej¨ªsima, como si en ese instante fuera dos: el aspirante adulto a ocupar un sitio en la historia de la pol¨ªtica y tambi¨¦n el adolescente que devoraba versos a escondidas de su madre y luego a escondidas de su padre, que consideraba que leer eso eran "mariconadas".
Para entender esos dos Vargas Llosa hay que leer El pez en el agua, un libro capital en su bibliograf¨ªa en el que est¨¢ la sustancia de lo que ahora dicen los suecos: el Vargas Llosa que mira al poder desde dentro o desde sus orillas, y el Vargas Llosa que sigue maravillado y aterrado ante algunos de los elementos m¨¢s sobresalientes de su ni?ez y de su juventud. El padre ausente (?o muerto?), el despertar de su vocaci¨®n ya irrefrenable, el encuentro complej¨ªsimo con el padre (?el poder?), las clases en el colegio militar Leoncio Prado, las amistades literarias, los maestros que le impulsaron, el viaje decisivo a Par¨ªs...
Mientras esa campa?a electoral ten¨ªa efecto, y en la que le ayudaron su mujer, Patricia, sus hijos y cientos de amigos, Vargas Llosa no solo le¨ªa a G¨®ngora, sino que escrib¨ªa ese libro que ahora parece la caja negra de la poderosa llamada de la literatura. Como si estuviera purgando el pasado, haciendo examen de lo que fue. Cada d¨ªa, con el mismo bol¨ªgrafo, del mismo color granate, en cuadernos que rellenaba con su letra picuda y avanzada. Parec¨ªa que Vargas Llosa, que ya era uno de los grandes escritores del mundo, se preparara para decir adi¨®s a su vocaci¨®n para dedicarse de lleno al servicio p¨²blico. Una decisi¨®n que era un desgarro al que se entreg¨® como hace siempre ante un proyecto o una novedad: con el entusiasmo a veces atolondrado de un chiquillo.
Ah¨ª, en ese libro, est¨¢ la descripci¨®n minuciosa de su origen; sobre esos fundamentos edific¨® una obra en la que combina tambi¨¦n los rasgos de su autobiograf¨ªa con su capacidad de fabulador, de contador de historias. Es minucioso, no perdona ni un d¨ªa de su trabajo; desde que era el trasunto de Zavalita (el periodista juvenil de Conversaci¨®n en La Catedral) hasta ahora mismo, Vargas Llosa no se ha perdonado un d¨ªa de trabajo, y as¨ª se comport¨® en el colegio, en la universidad, en casa, en los trabajos, y as¨ª va desarroll¨¢ndose ese libro que deber¨ªa ser central en los an¨¢lisis de su vida y de su obra. Ah¨ª est¨¢n, como est¨¢n en Conversaci¨®n en La Catedral o en La Fiesta del Chivo, las im¨¢genes que ¨¦l fue viendo en su propio pa¨ªs cuando era un joven pose¨ªdo por el estupor ante los excesos del poder.
Todas sus f¨¢bulas (La guerra del fin del mundo, La casa verde, El para¨ªso en la otra esquina, hasta la ¨²ltima novela, El sue?o del celta, a punto de aparecer) nacen de esa capacidad para combinar mundos, para tener en cuenta los materiales de la realidad y para contar esta con los instrumentos de la ficci¨®n. La primera ¨¦poca de su escritura es una b¨²squeda incesante de un estilo; luch¨® para romper los esquemas habituales de la novela, y aunque su ra¨ªz es Faulkner, por ejemplo, rompi¨® los moldes y alumbr¨® novelas que eran ejemplo de su af¨¢n por mostrar su rebeld¨ªa literaria, su pasi¨®n por tener una voz propia. Cuando ya domin¨® esos materiales y dej¨® ejemplos de sus dotes de fabulador (Pantale¨®n y las visitadoras, El hablador, La t¨ªa Julia y el escribidor, Los cuadernos de don Rigoberto), se decidi¨® por un asunto que ser¨ªa decisivo en su bibliograf¨ªa y en su manera de ser: La Fiesta del Chivo.
Los lectores de EL PA?S (y de muchos diarios donde se publican los art¨ªculos que este diario sindica) saben que Vargas Llosa es un gran periodista, minucioso, al que le cuesta (aunque no se note) much¨ªsimo escribir sus notas quincenales. Para hacer esos textos indaga, investiga, pregunta, corrige; a veces lo hace en caf¨¦s o en bibliotecas; lee toda la prensa diaria, espa?ola e internacional, cuando est¨¢ aqu¨ª, va a la Academia, de la que es miembro, interviene en actividades culturales, pasea todas las ma?anas para mantenerse en forma, va a la cl¨ªnica de Marbella donde se somete a reg¨ªmenes de los que sale con el hambre que le hace saludable... Pero tiene (como dec¨ªa de ¨¦l Juan Carlos Onetti, uno de sus grandes maestros) una relaci¨®n conyugal con la literatura, y cumple como si estuviera pendiente de un examen en el colegio militar. Su agente, Carmen Balcells, que ayer dec¨ªa que era como si Vargas hubiera ganado la Copa del Mundo, vio el genio y la disposici¨®n del escritor, al que rescat¨® de sus oficios alimenticios, le asign¨® un sueldo y le grit¨®: "?A la literatura!".
De esa manera escribe los art¨ªculos, y de esa manera escribe las novelas, siguiendo el mismo r¨¦gimen. Como si fuera un periodista que, urgido por sus jefes, cumple en territorio dif¨ªcil el primer encargo complicado de su vida. Y La Fiesta del Chivo, sobre el r¨¦gimen brutal del dictador dominicano Trujillo, fue la piedra de toque (por citar el t¨ªtulo de sus columnas quincenales) de esa caracter¨ªstica ins¨®lita de su investigaci¨®n literaria, que surge de nuevo, con enorme vitalidad, en El sue?o del celta y como sucedi¨® en la a¨²n no bien le¨ªda El para¨ªso en la otra esquina. Ah¨ª act¨²a Vargas (o Varguitas, o Zavalita, pues con esos nombres fue conocido el primitivo periodista en Per¨²) como si fuera un enviado especial, un hombre obligado por su ansiedad por el rigor a acopiar datos, a rellenar cuadernos, a hablar con todos aquellos que pudieran darle luz acerca de los sucesos que luego convierte en materia narrativa.
El esfuerzo no es su ¨²nico leitmotiv; su motivaci¨®n literaria principal es esa que apunta la Academia sueca: toda su obra (la period¨ªstica y la literaria, incluidos sus ensayos aqu¨ª) est¨¢ marcada por la b¨²squeda, en los recovecos del alma y del poder, de aquellos elementos que hacen malvadas o excelsas a las personas. En El sue?o del celta, la ascensi¨®n y el descenso a los infiernos convierten la novela en un vadem¨¦cum de las obsesiones narrativas de Vargas Llosa; constituye, en cierto modo, su po¨¦tica.
Aunque donde est¨¢ ese Vargas Llosa ingenuo y vital que entra en las librer¨ªas y en las bibliotecas como si buscara el libro que va a cambiarle la vida es en La verdad de las mentiras; si en El sue?o del celta est¨¢ el balance (por ahora) de su escritura exigente y comprometida con la historia desigual de los hombres, en ese conjunto de ensayos sobre obras maestras (Camus, Thomas Mann, Faulkner) est¨¢ el autorretrato literario del Zavalita que gan¨® ayer el Nobel en medio de su sorpresa, porque ¨¦l es siempre el m¨¢s sorprendido por sus propios ¨¦xitos. En 1990 le preguntaron en Par¨ªs por qu¨¦ escrib¨ªa. Era el momento en que diger¨ªa la derrota peruana. Y respondi¨®: "Escribo para huir de la pena". Ahora que le leer¨¢n m¨¢s, muchos entender¨¢n al fin esa respuesta, y sobre todo se quitar¨¢n las lega?as de los t¨®picos con los que han querido ensombrecer el poder¨ªo de su ejercicio literario.
Peque?a biblioteca de un escritor total
- NARRATIVA
Los jefes, 1959
La ciudad y los perros, 1963
La casa verde, 1966
Los cachorros, 1967
Conversaci¨®n en La Catedral, 1969
Pantale¨®n y las visitadoras, 1973
La t¨ªa Julia y el escribidor,
1977
La guerra del fin del mundo, 1981
?Qui¨¦n mat¨® a Palomino Molero?, 1986
El hablador, 1987
Elogio de la madrastra, 1988
Lituma en los Andes, 1993
Los cuadernos de Don Rigoberto, 1997
La Fiesta del Chivo, 2000
El para¨ªso en la otra esquina, 2003
Travesuras de la ni?a mala, 2006
El sue?o del celta, 2010
- ENSAYO Y MEMORIAS
Garc¨ªa M¨¢rquez: historia de un deicidio, 1971
La org¨ªa perpetua. Sobre Flaubert, 1975
La verdad de las mentiras, 1990
El pez en el agua. Memorias, 1993
Diario de Irak, 2003
- La obra de Vargas Llosa est¨¢ publicada por Alfaguara
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