Tengo derecho
Hace algunos a?os, cuando uno visitaba Argentina y entraba por el aeropuerto de Buenos Aires, le llamaban la atenci¨®n carteles profusamente distribuidos por todas las esquinas en los que personas j¨®venes de rostro serio proclamaban que "la soluci¨®n est¨¢ en Ezeiza" y mensajes parecidos. Al principio uno cre¨ªa que se trataba de un anuncio publicitario, hasta que comprobaba estupefacto que Ezeiza es precisamente el nombre del aeropuerto internacional. O sea, que en la Argentina del corralito para los j¨®venes la ¨²nica soluci¨®n era emigrar. ?Qu¨¦ gran verdad es esa de que la rueda de la fortuna gira incesantemente! Hoy, con un 40 % de paro juvenil, Espa?a no tardar¨¢ en ver carteles con el lema "la soluci¨®n est¨¢ en Barajas" o "la soluci¨®n est¨¢ en Manises". Por aquellos a?os no solo estaba mal Argentina, en otros pa¨ªses latinoamericanos el hambre, el narcotr¨¢fico y las guerrillas hab¨ªan convertido la vida de la gente en un infierno. Pero era diferente: ten¨ªan esperanzas de mejorar, algo que los j¨®venes argentinos ya ni se planteaban dentro del pa¨ªs. La serie de reportajes que lleva publicando este diario -(Pre)parados- no puede ser m¨¢s deprimente, pues hace patente un estado de ¨¢nimo parecido en los j¨®venes espa?oles. Y, sin embargo, esta depresi¨®n coexiste con unas exigencias ilusorias y contraproducentes que podr¨ªamos simbolizar en la expresi¨®n tengo derecho. La culpa no es suya: sus padres, sus maestros, sus representantes pol¨ªticos, buscando su propia tranquilidad y beneficio, les han convencido de que tienen derecho a casi todo. Solo que no les explicaron que, como en el chiste, predicar no es dar trigo. Yo no entiendo que los j¨®venes se conformen y prefieran seguir vegetando en un sistema educativo que claramente no sirve para facilitar su inserci¨®n laboral, en vez de reclamar a los Gobiernos, nacional y auton¨®mico, la reforma que llevan un cuarto de siglo eludiendo con cataplasmas de buenismo pseudopedag¨®gico, los unos, o con beater¨ªos tridentinos, los otros. A lo que parece l@s chic@s tienen derecho a un t¨ªtulo, pero no a que les sirva de algo. Tampoco entiendo c¨®mo se puede seguir perpetuando el fraude de un sistema social que los incita a consumir desenfrenadamente sin poner los medios para que sean due?os de su destino: tienen derecho a la marcha, pero no a un sueldo digno, ni siquiera a un sueldo a secas. Creo que somos mayor¨ªa quienes encaramos el futuro de Espa?a con franco pesimismo. Todos sabemos que este oto?o tampoco habr¨¢ brotes verdes, que la convivencia interregional se seguir¨¢ agriando y que los pol¨ªticos seguir¨¢n sacrificando el pa¨ªs a sus expectativas electorales. ?Acaso la huelga general no fue un puro simulacro, una representaci¨®n en la que no cre¨ªa nadie? Lo m¨¢s grave, con todo, es el encanallamiento de los ciudadanos. Por eso, a lo que de verdad tenemos derecho es a que todo nos vaya de mal en peor.
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