Cuando la musa es el nuevo hogar
La exposici¨®n 'Ac¨¢ nom¨¢s' re¨²ne en el Bot¨¢nico las reflexiones de 15 artistas latinoamericanos migrantes que comparten una ciudad de destino: Madrid
Dicen que de lejos se ve m¨¢s claro. La exhibici¨®n colectiva Ac¨¢ nom¨¢s, que enmarca al Encuentro ?gora Am¨¦rica Latina, gira sobre la a?oranza que conduce el desarraigo de 15 artistas latinoamericanos que dejaron sus pa¨ªses de origen y a quienes une su nuevo hogar: Madrid. El Pabell¨®n Villanueva del Jard¨ªn Bot¨¢nico es, hasta el domingo, el sitio invadido por sus reflexiones.
Son artistas y migrantes. Sus edades van de los 30 hasta los 70 a?os. Las t¨¦cnicas viajan de la fotograf¨ªa hasta la instalaci¨®n y sus temas de la introspecci¨®n extremada hasta el espionaje urbano disimulado. "Madrid los ha acogido y ellos desde aqu¨ª estudian y reinterpretan sus entornos. Las propuestas se nutren de sus propias vivencias y, aunque no se puede hablar de un tema en com¨²n, todos resumen percepciones que al final coinciden con problem¨¢ticas globales", explica en la introducci¨®n la comisaria de la muestra, Fiorella Resenterra, directora del Museo de Arte y Dise?o Contempor¨¢neo de San Jos¨¦ (Costa Rica).
Todos resumen percepciones que al final coinciden con problemas globales
En algunos casos, el viaje parte del recuerdo. El mexicano C¨¦sar Sald¨ªvar (1960), afincado en Madrid desde hace 10 a?os, opta por el retrato "del que no se fue", traducido en los rostros de ancianos centenarios de los pueblos de M¨¦xico. El proyecto le llev¨® tres a?os. Las fotograf¨ªas est¨¢n impresas en papel reciclado por la necesidad, asegura Sald¨ªvar, "de que olieran a tierra, que tuvieran el sabor de la ra¨ªz".
Tambi¨¦n aparece la paradoja del migrante que es hijo de migrantes. La argentina Carolina Mart¨ªnez (1976) se sirve de piedras f¨®siles para retratar paisajes, recuerdo de las postales de puertos europeos que miraba en su ni?ez, que "promet¨ªan tener las respuestas a las preguntas" sobre su historia, seg¨²n relata en su blog. "Donde nac¨ª, mi familia es extranjera, llevo la nacionalidad de un pa¨ªs en el que nunca viv¨ª y en el pa¨ªs de mi familia, yo soy inmigrante", describe.
El uruguayo Alejandro Stock (1965) tambi¨¦n habla de f¨®siles, pero los utiliza como pretexto para la serie Hay sitio para todos. La obra Palimpsesto roba el nombre de la palabra griega que significa "grabado anteriormente", utilizada para los manuscritos que a¨²n guardaban trazos de una escritura anterior en la superficie. "Indistinguibles, formaremos el mismo palimpsesto", expresa.
Otros prefieren concentrarse en el trayecto. El colombiano Fernando Rubio Ahumada (1970) traza el mapa dibujado en el interior del migrante. Entrevist¨® a personas que viven fuera de su pa¨ªs, les fotografi¨® las manos y, sobre las l¨ªneas dactilares, dibuj¨® cada una de sus traves¨ªas. El resultado es Marcas de viaje, un proyecto que combina fotograf¨ªa y quiromancia, donde las manos muestran objetos y nombres, que resumen el periplo, f¨ªsico y emocional, de cada persona.
De las marcas internas de una vida errante tambi¨¦n habla el Cosmos l¨²dico y ciudadan¨ªa, del artista peruano Luis Arias Vera (1932). Con m¨¢s de medio siglo como artista profesional, asegura sentirse "ciudadano del mundo". Su obra habla de la capacidad humana de "elaborar y arraigar el sentido de identidad y pertenencia en el lugar donde interactuamos socialmente. Una inmensidad de la que formamos parte, nos guste o no".
Por su parte, Juan Francisco Yoc (Guatemala, 1960), dej¨® Guatemala en 1991, pero Guatemala no le ha abandonado a ¨¦l. Su legado maya se refleja en Convivencia, un lienzo que muestra animales fant¨¢sticos y figuras humanas, cohabitantes de un mundo on¨ªrico.
El ecuatoriano Tom¨¢s Ochoa, por el contrario, sali¨® a la calle. 7 backpacks-Atocha Station, asume el papel de la c¨¢mara de vigilancia, con la diferencia de que la suya escruta los rostros y sus trayectos, con la involuntaria -o inevitable- incursi¨®n de la literatura. Sobre las im¨¢genes, Ochoa superpone fragmentos de Rilke, de Pessoa y de El Aleph de Borges: "El punto del universo que contiene a todos los puntos".
La artista Flavia Totoro, de ascendencia chilena, mexicana e italiana, hace un zoom. Su pintura, El grito, busca el rictus que refleja la frustraci¨®n o la impotencia. No se trata del retrato de un individuo, sino de un reflejo de un sentimiento colectivo. En el mismo rengl¨®n se encuentra la colombiana Natalia Granada (1967), que se inspira en el reflejo externo del dolor emocional. La serie de esculturas Ansia retrata el impulso traducido en deseos y violencia, sus caras y sus consecuencias.
Y en las secuelas del periplo que une a todos -el de quien deja la tierra natal para buscar otro hogar- yace la obra de la venezolana Ana Blanco. Su serie N¨²cleo presenta en tres obras las sensaciones de un ciudadano en un pa¨ªs extranjero, que van desde el reflejo del momento en que se asume lo que se ha dejado hasta la vida de una persona que ha encontrado su lugar en su nuevo entorno. "Todos queremos pensar que nuestros sacrificios conducen a algo", reflexiona. Como remate, Ac¨¢ nom¨¢s re¨²ne la obra de cinco humoristas gr¨¢ficos latinoamericanos, muestra concisa de que, pese a los sacrificios, todav¨ªa hay motivos para re¨ªr.
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