Identidad taurina
Escapadito y Lastimoso, Morosito y Baratero, Submarino y Copito de Nieve, tienen nombre e identidad propias: son astados procedentes de conocidas ganader¨ªas que correr¨¢n estos d¨ªas por las calles de La Vall d'Uix¨®. A las nobles bestias no se les ha preguntado, si durante unas horas se prestan a ser motivo central del jolgorio de centenares de j¨®venes y no tan j¨®venes ciudadanos valencianos, que tienen al toro como n¨²cleo central de la fiesta. En cualquier caso, si los corn¨²petas tuvieran la capacidad humana de hablar y razonar como los perros de Cervantes, quiz¨¢s podr¨ªan informarnos sobre sus gustos y preferencias. A lo mejor, Morosito y Lastimoso, corren desorientados sin meta y sin fin por las calles de la poblaci¨®n de La Plana Baixa, de grado. Y prefieren el espect¨¢culo y el hipot¨¦tico aunque posible palo a una estancia sedentaria y maloliente en un establo a la espera del matadero. Pero es harto improbable que lleguemos a enterarnos de cuanto sucede en el cerebro animal.
Nos enteramos, eso s¨ª y con excesiva frecuencia las ¨²ltimas semanas, de que hubo dos heridos esa otra noche en las calles de Almassora; de que en La Vall fue tal el golpe de un toro contra una barrera o ratera met¨¢lica que se le cort¨® el aliento a la fiesta; de que en Almenara corne¨® una vaquilla a un chamaco de veinte y pocos a?os con herida de siete cent¨ªmetros; de que en Xilxes se llev¨® un astado por delante la vida de un vecino de 73 a?os; de que la Junta de Extremadura ha prohibido claramente los toros ensogados y embolados en sus festejos; de que a nuestros vecinos al otro lado del Ebro les dio, en un arranque patriotero y rid¨ªculo, que no patri¨®tico, por ser abolicionistas y defensores de los toros al poco tiempo; de que un prudente y sensato valenciano ha dimitido de su cargo en el Consell Valenci¨¤ de Cultura porque a lo peor ve¨ªa descabellado considerar las exhibiciones taurinas callejeras como Bien de Inter¨¦s Cultural. Y la enumeraci¨®n de percances en torno al toro la puede alargar usted, vecino, cuanto quiera. En las comarcas valencianas del norte nos desayunamos pr¨¢cticamente todos los d¨ªas con noticias de esta ¨ªndole. Y preocupan y entristecen, porque uno siempre vio con agrado a los recortadores, a nuestros populares "retalladors", esos ¨¢giles y flexibles j¨®venes que juegan con la bestia sin da?arla, la saltan y la evitan con regates, que recuerdan las pinturas de antiguos vasos cretenses, dibujos con el toro y la juventud como protagonistas.
Y da que pensar a¨²n m¨¢s las destartaladas defensas taurinas durante les ¨²ltimos meses en estas tierras valencianas donde se usa y se abusa de la fiesta y de los toros hasta llevarlos a l¨ªmites hiperb¨®licos. Ahora, desde determinados ¨¢mbitos del poder entre los que se incluyen los provincianistas de la Diputaci¨®n castellonense, quieren oficializar el D¨ªa del Toro, porque, dicen, forma parte de la identidad y la tradici¨®n de todos los valencianos. "Todos", afirman. Y se quedan tan tranquilos y tan orgullosos, los muy descalabazados.
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