Expiaci¨®n
El curso pol¨ªtico parece haberse iniciado bajo un ominoso clima de final de r¨¦gimen. Al parecer, seg¨²n afirman casi todos los observadores, y a juzgar por lo que anuncian m¨²ltiples encuestas, el mandato de Zapatero toca pr¨®ximamente a su fin. Es verdad que a¨²n quedan dieciocho meses de legislatura, durante los que podr¨ªa pasar casi de todo. Pero lo cierto es que, para las esperanzas del partido gubernamental, lo peor est¨¢ por llegar. Si se cumplen los pron¨®sticos, el mes que viene caer¨¢ derrotado el tripartito catal¨¢n que se form¨® bajo su advocaci¨®n. La pr¨®xima primavera esa derrota se extender¨¢ por efecto domin¨® como un reguero de p¨®lvora por todas las dem¨¢s autonom¨ªas y Ayuntamientos de las capitales de provincia. Y finalmente el curso pr¨®ximo, cuando ya no puedan aprobarse los siguientes Presupuestos del Estado, el presidente se ver¨¢ obligado a proclamar la disoluci¨®n anticipada de las Cortes adelantando las elecciones generales.
El clima de final de r¨¦gimen est¨¢ construido en la interesada lectura de hechos medi¨¢ticos
Pero mucho antes de que todo eso llegue a suceder, ya desde este mismo oto?o los principales analistas dan por finiquitado al Gobierno de Zapatero. As¨ª se comportan como esos inversores burs¨¢tiles que compran con el rumor y venden con la noticia, descontando los hechos del presente inmediato incluso antes de que se produzcan. Y de igual forma, el clima de final de r¨¦gimen que hoy predomina est¨¢ construido tan solo a partir de la interesada lectura de algunos acontecimientos medi¨¢ticos que est¨¢n en la mente de todos: la masiva huelga del 29-S, el adverso resultado de las primarias de Madrid, el sonoro abucheo recibido en el desfile de la Hispanidad, etc.
Pues bien, admitamos a t¨ªtulo de hip¨®tesis que todos esos indicios agoreros sean anuncio cierto de la pr¨®xima ca¨ªda de Zapatero. ?Cabr¨ªa por ello alguna sorpresa o entra m¨¢s bien dentro de lo que podr¨ªamos llamar la normalidad, si tenemos en cuenta la grav¨ªsima situaci¨®n de la econom¨ªa espa?ola, dado su elevado endeudamiento y el insufrible desempleo que duplica el promedio europeo? Adem¨¢s, si recordamos que Zapatero neg¨® con obstinaci¨®n la inminencia de la crisis, y despu¨¦s se empe?¨® en paliarla con inveros¨ªmiles pa?os calientes, ?acaso no deber¨ªamos concluir que ahora s¨®lo obtiene lo que se merece? Al fin y al cabo, de las tres opciones previstas por Hirschman como reacci¨®n ante el deterioro de las instituciones (salida, voz y lealtad), cabe esperar que sus votantes le ajusten las cuentas a Zapatero en t¨¦rminos de mucha voz de protesta y todav¨ªa mayor salida hacia la abstenci¨®n, pero sobre todo retir¨¢ndole su anterior lealtad electoral.
Sin embargo, con ser veros¨ªmil, esto no lo explica todo. En este clima de final de r¨¦gimen parece haber algo m¨¢s. Yo he hablado antes de aut¨¦ntico suicidio pol¨ªtico para referirme al giro que dio Zapatero en mayo pasado (cuando sustituy¨® la protecci¨®n social por el ajuste fiscal) a sabiendas de su irreparable coste electoral, del que probablemente ya no logre recuperarse m¨¢s. De ah¨ª que ahora estemos hablando de si se presentar¨¢ a la reelecci¨®n u optar¨¢ por ceder su puesto a un sucesor designado para perder. Pero ahora deseo retomar esta figura del suicidio reinterpret¨¢ndola de otro modo. Si Zapatero est¨¢ optando por suicidarse pol¨ªticamente ante las c¨¢maras (dej¨¢ndose maltratar por la opini¨®n p¨²blica como un Ecce Homo que apura el c¨¢liz hasta las heces), no es tanto para expiar los errores cometidos antes (no desactivar la burbuja cuando pudo, y no advertir la magnitud cr¨ªtica de su estallido) como para poder construirse una salida digna.
Las segundas legislaturas de un presidente del Gobierno son letales, seg¨²n revela la experiencia americana (una excepci¨®n es Lula da Silva). Sobre todo en Espa?a, pues no hay m¨¢s que recordar el v¨ªa crucis por el que hubieron de pasar en sus ¨²ltimas legislaturas tanto Su¨¢rez como Gonz¨¢lez y Aznar. Y tras su calvario, los tres presidentes tuvieron que abandonar el poder cubiertos de oprobio (aunque los dos primeros lograsen m¨¢s tarde recuperar su dignidad). Pues bien, como Zapatero sabe esto muy bien, pretende salir del poder dignamente, de tal modo que no le suceda como a sus antecesores. Y para ello ha optado por escenificar en directo este suicidio pol¨ªtico a c¨¢mara lenta, present¨¢ndolo como un doble sacrificio redentor de expiaci¨®n e inmolaci¨®n ("me cueste lo que me cueste"). Y digo doblemente redentor porque 1): con su impopular pol¨ªtica de austeridad conf¨ªa en salvar de su actual postraci¨®n a la econom¨ªa espa?ola; y 2): as¨ª espera redimirse tambi¨¦n ¨¦l, pagando con creces el precio debido por sus pasados pecados. De ah¨ª esa especie de masoquismo revestido de dignidad con que hoy parece disfrutar representando el papel de mes¨ªas iluminado, que carga con la cruz de la crisis a cuestas camino del calvario.
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