Es la otra
I?aki Linazasoro fue recogiendo en sus libros, y por todo lo largo y ancho de la geograf¨ªa vasca, infinidad de significativas an¨¦cdotas, de jugosos "sucedidos". Recuerdo, por ejemplo, haber le¨ªdo en Alborada ¨¦ste de un bar cuyos servicios estaban tan pegados a la cocina que los clientes se equivocaban de puerta, una vez s¨ª y otra tambi¨¦n. Harto ya de verles irrumpir, y se supone que interrumpir, en la cocina, el due?o decidi¨® resolver el asunto colocando en la puerta de ¨¦sta un r¨®tulo que dec¨ªa: "Es la otra". Convengamos en que hay v¨ªas m¨¢s directas para se?alar la presencia de un ba?o, pero que ¨¦sta tiene la ventaja de conducir, adem¨¢s de a lo dicho, a la sonrisa.
El hecho es que me he acordado de la an¨¦cdota al ver en la televisi¨®n un anuncio de coches en el que tres se?ores -"hechos y derechos" se dec¨ªa antes, cuando se quer¨ªa apelar a la madurez; hoy el t¨¦rmino ha ca¨ªdo en desuso, posiblemente porque no se aprecian las ilustraciones rotundas del tema-, en el que tres hombres adultos se ponen de repente a gritar como locos porque en el interior del autom¨®vil se ha producido una emergencia. Hay que decir que el anuncio se fundamenta precisamente en la capacidad de ese coche para capear cualquier temporal. En este caso, la emergencia consiste en que el ni?o de corta edad que viaja con ellos, instalado en su sillita reglamentaria, debe de mostrar signos inequ¨ªvocos de querer hacer pis. Los se?ores en cuesti¨®n aparcan el coche junto a una acera y, como un solo hombre, ponen al ni?o a la tarea contra un ¨¢rbol de lo que parece ser un parque, o al menos una explanada verde.
Ha sido verlo y acordarme de aquel sucedido y echar de menos la presencia en ese ¨¢rbol de alg¨²n cartel del tipo "es la otra" o "aqu¨ª no" o "v¨¢yase usted a orinar a otra parte". Y es que hay gente que sigue necesitando orientaci¨®n en materia urinaria; tanta gente (dicho sea sin olvido de la justa perspectiva de g¨¦nero) que sorprende que no hayan aparecido ya, proliferado ya, en nuestras ciudades se?ales de prohibici¨®n aplicadas al asunto, como ¨¦sas que se ven con un pitillo, un perro o un m¨®vil dentro, representando aqu¨ª una suerte de Manneken Pis, de figurita orinante. Yo creo que el due?o del bar de Alborada puso ese cartel porque se tem¨ªa que la gente acabara orinando en su cocina (con la excusa de la distracci¨®n, la urgencia o la fiesta). Creo que nosotros, que ya nos encontramos orines y/o orinadores en los lugares m¨¢s insospechados o improcedentes de nuestras ciudades, podemos temernos tambi¨¦n lo peor. As¨ª que creo que no vendr¨ªa mal, adem¨¢s de otras medidas, un extenso rotulado urbano con llamativas se?ales de este tipo.
En cuanto al anuncio citado, no lo encuentro particularmente brillante, la verdad. En cualquier caso, lo que lamento es la contrapedagog¨ªa que contiene; que no eduque, sino todo lo contrario, en el principio de que ni las calles ni los parques son un wc, que para eso hay lugares y civismos apropiados.
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