La tijera y la espada
La gran tijera se abate tambi¨¦n sobre los ej¨¦rcitos. Nadie entender¨ªa que los mayores recortes del ¨²ltimo medio siglo no alcanzaran al gasto militar. La poda del gasto p¨²blico es la respuesta inmediata a las exigencias de los mercados, pero sus efectos se proyectan en el largo plazo. Esta crisis econ¨®mica enorme que zarandea a Europa y Am¨¦rica es un momento de adaptaci¨®n convulsa a un mundo naciente, que no se resuelve apret¨¢ndose el cintur¨®n durante una temporada ni con peque?os retoques, sino transformando radicalmente sistemas sanitarios y educativos, empresas e instituciones, las Administraciones p¨²blicas y el entero Estado de bienestar europeo. Y de forma destacada esos artefactos de gran coste y creciente complejidad organizativa y tecnol¨®gica que son los ej¨¦rcitos y los sistemas de defensa.
El recorte exigido por la crisis afecta a los gastos militares y estimula la cooperaci¨®n europea
Puede discutirse la profundidad y oportunidad del recorte respecto a la recuperaci¨®n del crecimiento y del empleo, cuesti¨®n que enfrenta a dos grandes escuelas, quienes creen como Barack Obama que hay que seguir estimulando las econom¨ªas mediante inversi¨®n p¨²blica, y quienes como los europeos en general, pero especialmente el Gobierno alem¨¢n y el Banco Central, consideran que lo primero y esencial es quitar toda la grasa que haga falta hasta recuperar la esbeltez para crecer. Distinta es la discusi¨®n desde el punto de vista del recorte estrat¨¦gico, que afecta a las estructuras y al largo plazo. ?Hasta d¨®nde cabe recortar el sistema de ayudas sociales sin lesionar a los m¨¢s desfavorecidos ni afectar a la igualdad y la solidaridad? ?Hasta d¨®nde se puede limitar el gasto militar sin afectar a la seguridad?
Antes de responder a estas preguntas hay todav¨ªa un trecho previo a recorrer. Hay tareas pendientes que no se abordaron a tiempo y que se deber¨¢n acometer ahora dolorosamente y sin rechistar. Vale para el sistema de pensiones, cuyo futuro hab¨ªa sido detectado por los dem¨®grafos desde hace decenios, pero tambi¨¦n para los ej¨¦rcitos europeos y la defensa conjunta de Europa. Durante demasiado tiempo se han mantenido sistemas de defensa obsoletos, pensados para invasiones terrestres que ya no se van a producir o disuadir a un enemigo sim¨¦trico que no existe. Han cambiado los peligros, y por tanto las prioridades, y lo mismo ha sucedido con la dimensi¨®n de las amenazas. Hay que recortar para dar una se?al clara a los mercados, pero tambi¨¦n porque no se puede soportar el gasto militar de 27 pa¨ªses, cada uno por su cuenta, seg¨²n unos esquemas irracionales y obsoletos.
La OTAN est¨¢ discutiendo su nuevo concepto estrat¨¦gico, que debe proporcionar parte de este marco conceptual sobre nuevos peligros y amenazas. Y a la vez est¨¢ aplic¨¢ndose el cuento: tambi¨¦n correr¨¢ la tijera, que har¨¢ disminuir las estructuras, agencias y comit¨¦s de la Alianza. El escudo antimisiles que se quiere aprobar en la pr¨®xima cumbre de Lisboa, a pesar de su coste de 200 millones de euros, podr¨ªa ser un buen instrumento para el ahorro si significara el desmantelamiento de las armas nucleares t¨¢cticas desplegadas todav¨ªa en Europa. Lo piden varios socios, pero Francia se opone porque el desarme nuclear en Europa pone en cuesti¨®n su peque?o arsenal y con ¨¦l su idea de una soberan¨ªa nacional a la que no quiere renunciar ni quiere compartir.
La reducci¨®n de los arsenales, iniciada suavemente por Obama con la revisi¨®n del tratado de reducci¨®n de misiles estrat¨¦gicos (START) con Rusia, ser¨ªa el mejor de los recortes. Pero se entienden las resistencias en el mismo momento en que los pa¨ªses emergentes empiezan una lenta, pero bien clara, escalada en su gasto militar. Los europeos solo podemos recortar de verdad si nos dotamos de una buena defensa com¨²n y garantizamos junto a Estados Unidos que ninguna potencia emergente o alg¨²n Estado gamberro podr¨¢ amenazarnos en el futuro. Una buena relaci¨®n con Rusia, fundamento de cualquier pol¨ªtica de desarme en el continente, ser¨ªa tambi¨¦n un buen camino para el ahorro. Pero la v¨ªa m¨¢s pr¨¢ctica e inmediata es la cooperaci¨®n y coordinaci¨®n europeas. Bastar¨ªa con que Francia, Reino Unido y Alemania pusieran sus ej¨¦rcitos, sus industrias militares y sus recursos en com¨²n para que la defensa europea empezara a existir. Un paso as¨ª incrementar¨ªa la seguridad de todos, dar¨ªa un gran protagonismo a Europa en la seguridad global y, en asociaci¨®n con Estados Unidos, ser¨ªa un estabilizador mundial formidable. Estamos muy lejos pol¨ªticamente, pero el recorte que exigen nuestras econom¨ªas convierten este objetivo ut¨®pico en una necesidad perentoria.
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