Cabemos todos
Cada d¨ªa la sociedad se vuelve m¨¢s compleja por su abierta diversidad. La econom¨ªa es c¨ªnica, va dando la raz¨®n a quien le interesa: Irlanda era un modelo mundial, el tigre, la pujanza inmobiliaria iba a resolver todos los problemas y la intervenci¨®n bancaria era la salvaci¨®n. Y ahora la especulaci¨®n con la deuda somete a la pol¨ªtica bajo un tac¨®n inflexible. En este contexto, nuestro yo secreto se exhibe cada d¨ªa m¨¢s en la red; el yo privado, aunque es d¨²ctil, tiende a mantener los v¨ªnculos familiares, y el yo p¨²blico se resuelve en la calle.
Lo he escrito alguna vez. Los habitantes de las ciudades con mar suelen ser acr¨ªticos porque miran hacia un horizonte infinito; los de las que est¨¢n divididas por un r¨ªo son m¨¢s suspicaces, se miran por el rabillo del ojo de una a otra orilla; los de las ciudades monumentales, confinados entre horizontes cercanos, suelen ser hipercr¨ªticos.
En el Obradoiro cupo Wojtyla y cabr¨¢ Ratzinger, m¨¢s s¨®lido intelectualmente La calle debe ser gestionada con una pensada intervenci¨®n de lo p¨²blico
Sevilla es una ciudad espl¨¦ndida. Desde Triana y la Maestranza hay dos visiones y se palpan dos sentimientos que se unen en un solo arrebato cuando la Macarena atraviesa el puente de Isabel II en la madrug¨¢ de viernes santo. Es, lo aseguro, algo irrepetible y hay que vivirlo al menos una vez en la vida. All¨ª, en un interesante curso sobre ciudad hist¨®rica y sostenibilidad dirigido por Rom¨¢n Fern¨¢ndez-Baca, director del Instituto Andaluz de Patrimonio, defend¨ª la superaci¨®n del concepto de lo hist¨®rico como algo cerrado intramuros y circunscrito a un determinado repertorio estil¨ªstico. A medida que la ciudad se desparrama en su contexto metropolitano sentimos la necesidad colectiva de mirar hacia los centros y pisarlos con entusiasmo como lugares encontradizos. En todas las ciudades espa?olas las flamantes alfombras del Plan E, quiz¨¢ demasiado r¨ªgidas porque no hubo tiempo para estudiar la movilidad del futuro, est¨¢n propiciando la integraci¨®n y la rehabilitaci¨®n de la arquitectura de las d¨¦cadas pasadas.
Los muros de Sevilla, forzando un poco su tradici¨®n alfarera, est¨¢n poblados de placas de cer¨¢mica. El Camino de Santiago se rastrea f¨¢cilmente a ambos lados del Guadalquivir. En la trianera calle Pureza una placa se?ala la casa donde vivi¨® el compostelano Antonio Machado y ?lvarez, Dem¨®filo. Vaya a donde vaya, siempre hay hitos que me traen de vuelta a esta Compostela mundializada, transitada por gentes de todas partes. ?Que el turismo banaliza la ciudad? Como se banaliza todo hoy en d¨ªa. Es verdad, hay que buscar el equilibrio, pero son pocos quienes van a una ciudad con ojo cient¨ªfico o art¨ªstico; la mayor¨ªa deja pasar las im¨¢genes, si acaso las fotograf¨ªa y luego las asimila. Pero lo importante es que en las ¨¢reas peatonales nos sentimos y cuando nos rozamos pedimos excusas, mientras que al lado, en la calzada, los conductores se alporizan a la m¨ªnima.
La calle es pura proximidad y en ella cabemos todos. En el Obradoiro cabe la manifestaci¨®n de la huelga general del 29 de septiembre, o la del 25 de julio, simult¨¢nea con la ofrenda al Ap¨®stol, una tradici¨®n, es verdad, de dif¨ªcil encaje en un estado laico, pero por el momento cada uno la acepta a su manera. El ayuntamiento recibe igual a Helmuth Kohl, a Fran?ois Mitterrand o a Fidel Castro, a los reyes de Espa?a o a los de Noruega, y las calles jugaron siempre un papel de la fiesta aunque, seg¨²n el color de la visita, suscitase reacciones diversas. En la plaza cupo el papa Wojtyla -recuerdo su mirada penetrante, presidiendo la ceremonia del monte do Gozo con expresiones de hombre de teatro- y cabr¨¢ el papa Ratzinger, m¨¢s discreto, intelectualmente m¨¢s s¨®lido, al que le han tocado momentos muy complejos para la Iglesia cat¨®lica. Caben tambi¨¦n los excluidos, que en la calle socializan la pobreza y se?alan con el dedo nuestro fatuo bienestar.
En mi concepto, la calle es relacional, interclasista, transversal. Multicultural y contracultural. Lugar de encuentro antes que de enfrentamiento. El papel de la pol¨ªtica es inclinar la balanza del lado positivo. Por eso la calle debe ser gestionada con inteligencia las 24 horas del d¨ªa, con muy pensada intervenci¨®n de lo p¨²blico tanto en concesiones y permisos como en la dimensi¨®n f¨ªsica, para que sea flexible a las distintas demandas.
Cuando recorro las r¨²as globales de Compostela me vienen a la memoria unos versos del poeta que, para m¨ª, mejor ha escrito y sentido la ciudad, Salvador Garc¨ªa-Boda?o: Compostela ¨¦ unha r¨²a longa/na memoria/onde vagan os nomes e as horas/que cada quen recorda...
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