Apunt¨¦monos una
Gente preocupada por la suerte de lo que podemos llamar Galicia lleva tiempo insistiendo en que, en lugar de celebrar nuestras innumerables derrotas colectivas, deber¨ªamos exaltar las victorias. Desde Manuel Rivas (uno de los ¨¢nimos m¨¢s inquebrantables que conozco, y como pesimista esperanzado que soy, conozco bastantes) a Anxo Quintana (desde mi punto de vista como impaciente declarado, uno de los pol¨ªticos m¨¢s pacientes de los que trat¨¦). As¨ª que celebremos la victoria de la fusi¨®n de las cajas. En primer lugar porque es mejor el resultado que las alternativas. En segundo, porque los que han cogido el tim¨®n parecen haber asumido, como dijo el nuevo director adjunto, Javier Garc¨ªa de Paredes, que el mayor activo de las cajas es su conexi¨®n social y territorial. En tercero, porque es de las pocas batallas que se han ganado (aunque de momento y hasta que se active el virus troyano de la privatizaci¨®n) contra los designios de esas altas instancias que desprecian la microeconom¨ªa, dirigen la macro, y a¨²n as¨ª no dan ni una.
Dos cajas hicieron una labor apreciable, malo ser¨¢ que una y moderna no lo haga a¨²n mejor
Si el pasado lunes hubo fumata blanca doble y casi simult¨¢nea en los vaticanos financieros del norte y del sur fue, sobre todo, porque la sociedad gallega, escaldada por experiencias anteriores, no habr¨ªa entendido otra soluci¨®n. Hay que alegrarse del triunfo de la sociedad civil, pero sin dejar de lamentar qui¨¦n y c¨®mo patronea este asunto llamado Galicia, en estos tiempos en que arrecian los golpes de mar. No en vano Confucio advert¨ªa de que "si el gobernante se impone por sus cualidades y mantiene el orden en armon¨ªa con las buenas costumbres, el pueblo sentir¨¢ verg¨¹enza de actuar mal y avanzar¨¢ por el camino de la virtud". Y los gobernantes pueden colgarse las medallas que consideren oportuno otorgarse, pero los peri¨®dicos est¨¢n ah¨ª.
La Xunta, fiel al sagrado principio conservador de que lo que es bueno para la General Motors es bueno para Am¨¦rica, guard¨® silencio durante meses hasta que alguien record¨® aquello de Antonio Machado de que en pol¨ªtica s¨®lo triunfa quien pone la vela donde sopla el aire; jam¨¢s quien pretende que sople el aire donde pone la vela. Y una vez m¨¢s, ?entr¨®!, ?entr¨®! Al BNG, especialista en lo contrario, en esta ocasi¨®n le coincidi¨® que su vela concreta y el aire general estuviesen en una buena conjunci¨®n astral. Todo para que al final se abstuvieran sus cuatro delegados en las asambleas, el 1,25% del total, cuando representa al 15% de los ciudadanos. En la de Caixa Galicia est¨¢ hasta el alcalde de Roquetas de Mar (Almer¨ªa), pero no hay ning¨²n nacionalista en el consejo de administraci¨®n. Los socialistas soplaron en todas direcciones, incluidas las opuestas, y pusieron velas a santos distintos. T¨¢ctica que siempre parece funcionar, y aqu¨ª les sirvi¨® para ganar cuotas de poder. Y mientras, parte de los medios se aplicaron denodadamente no a contar lo que pasaba, sino a reclamar lo que ten¨ªa que pasar.
El resultado de tanto cicl¨®n declarativo y tanta maniobra de soplar y absorber es que el funcionamiento de las cajas en litigio, por otra parte m¨¢s que sabido, fue objeto de escarnio, sus dirigentes lo mismo, y sus cuentas puestas bajo sospecha, aunque no bajo la luz. Hubo pol¨ªticos que clamaron contra la influencia pol¨ªtica y expertos economistas que se fajaron como mitineros. Todo entre invocaciones a los m¨¢s altos principios con el estruendo y la frecuencia de las salvas de ordenanza y en ocasiones con unas argumentaciones que abochornaban a cualquiera con un coeficiente de inteligencia superior a 50. Con el resultado previsible de activar pasiones como las localistas, con alto ¨ªndice de combustibilidad (y que, como los montes, casi nadie se molesta en rozar) entre un sector de la ciudadan¨ªa que, a tenor de c¨®mo se expresa, no tiene m¨¢s dudas que si bajar a la calle a embestir o subir al ¨¢rbol a proseguir la evoluci¨®n.
Y todo ello para que las banderas de la leg¨ªtima victoria ondeen en el mismo aire viciado que antes hab¨ªa (seg¨²n denunciaban en los medios los que sab¨ªan). En general, hay fusi¨®n a costa de que la ley s¨®lo obligue -otra vez- a los que no pueden oponerse a ella. En concreto: no considero aconsejable para la buena marcha de una entidad financiera la adopci¨®n del sufragio universal para la elecci¨®n de sus rectores, pero hay unos te¨®ricos representantes de los impositores, y en mis tres d¨¦cadas de experiencia como impositor nunca me ha llegado una papeleta para elegir a quien maneje mis dineros, cosa que s¨ª pod¨ªa hacer mi padre con los procuradores del tercio familiar en las Cortes franquistas, aunque en mi caso puede que el saldo no d¨¦ la talla. Y si es por sorteo, hay que reconocer que el bombo tiene un ojo de lince a la hora de elegir gente de alto nivel. Ya s¨¦ que esto no pasa s¨®lo aqu¨ª, pero si se trata de modernizar el sector, quiz¨¢ deber¨ªa incluir este aspecto.
En definitiva, si dos cajas hicieron una apreciable labor por separado, malo ser¨¢ que siendo una y modernizada no lo haga todav¨ªa mejor. Apunt¨¦monos una, nunca mejor dicho. Como dijo alguien cuyos aforismos no desmerecen de los de Confucio y Antonio Machado, P¨ªo Cabanillas: "Ganamos, aunque todav¨ªa no s¨¦ qui¨¦nes".
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