Hamburgo: la ciudad-estado elegante y canalla
La ciudad alemana donde naci¨® Brahms bulle en su nuevo distrito fluvial. Sigue viva la bohemia del barrio rojo, en el que se curtieron los Beatles, y un centro testigo de su poder¨ªo comercial
Hamburgo huele a comercio, a intercambio de mercanc¨ªas transportadas entre canales. Es la esencia de una ciudad que comenz¨® a brillar en la Edad Media como parte de la poderosa Liga Hanse¨¢tica, que control¨® el comercio del norte de Europa. Esta ciudad-Estado de mercaderes, nunca sometida a ning¨²n rey ni nobleza, sigue siendo casi mil a?os despu¨¦s uno de los mayores puertos del mundo, adem¨¢s de sede de medios de comunicaci¨®n, editoriales e industrias aerospaciales. La cuna de Hans Castorp, el protagonista de La monta?a m¨¢gica, de Thomas Mann, presume de ser una de las regiones m¨¢s ricas del continente, tras Par¨ªs, Londres y Mil¨¢n. Superviviente de inundaciones, incendios y bombardeos; orgullosa de su barrio marinero, su lago Alster y sus galer¨ªas comerciales, ahora se reinventa con la renovaci¨®n urban¨ªstica de HafenCity, a orillas del Elba. Resurge desde donde naci¨®: el r¨ªo.
7.00 Madrug¨®n mercantil
S¨ª, hay que madrugar. Y no valen excusas porque el Fischmarkt (mercado de pescado) es una de las mayores atracciones de la ciudad. Cada domingo, aqu¨ª se vende de todo. Pescado fresco (trucha, arenque...), faltar¨ªa m¨¢s, pero tambi¨¦n fruta, dulces, ropa, souvenirs y antig¨¹edades. Atenci¨®n a los tenderos, que sueltan pullas en jerga mercantil. Haga un esfuerzo si es de los de caf¨¦ solo al levantarse: pida un bocadillo de arenque Bismarck marinado, como buen hamburgu¨¦s, y curiosee todo lo que pueda. Ojo porque el mercado empieza a las siete y a las diez ya no queda ni el ¨²ltimo tendero. Lo que tiene su lado bueno: queda todo el d¨ªa por delante. Al final del mercado est¨¢ la Lonja, reconvertida en complejo de bares y restaurantes y sala de conciertos para las bandas de rock locales. Solo aqu¨ª podr¨ªa verse esta estampa: familias domingueras con lega?as y aves nocturnas ojerosas compartiendo ca?as de la estupenda cerveza Astra.
10.00 Remontando el Elba
Buena hora para dar una vuelta por los Landungsbr¨¹cken, los 10 puentes de atraque del frente fluvial. Se han convertido en un bullicioso paseo mar¨ªtimo, con bares, restaurantes y tiendas (adem¨¢s del barco-museo Rickmer Rickmers, del siglo XIX). De aqu¨ª parten los tours fluviales por el puerto, el lugar por el que Hamburgo se gan¨® el sobrenombre de "la puerta de Alemania al mundo". Merece la pena navegar por el Elba, el r¨ªo que trajo el comercio y la riqueza a la ciudad. Embarcaciones hay a montones, pero lo m¨¢s barato y pr¨¢ctico (te bajas donde quieres) es tomar un bus acu¨¢tico de l¨ªnea de la compa?¨ªa p¨²blica HVV, como el 62, hasta Finkenwerder.
13.00 De almac¨¦n a joya urban¨ªstica
En el trayecto de vuelta se arriba al coraz¨®n de Hamburgo como debe ser: desde el r¨ªo y a trav¨¦s de la antigua zona de almacenes de mercanc¨ªas. Hoy HafenCity es un nuevo distrito a¨²n en construcci¨®n, el ¨¢rea de transformaci¨®n urbana m¨¢s extensa de Europa. Elegante, con mucho cristal y acero, con oficinas, hoteles, viviendas a pie de r¨ªo y plazas con nombre de descubridor: Vasco da Gama, Marco Polo... Impone la mole de la Elbphilharmonie - E, una sala de conciertos construida sobre un antiguo almac¨¦n proyectada por Herzog & De Meuron, que recrea la forma de una gran ola de cristal. No es mala idea comer en la terraza -surgen como setas en cuanto asoma un rayo de sol- de alguno de los nuevos y coquetos restaurantes junto al r¨ªo, con la vista del puerto de frente. Como el Kaiser Perle (am Kaiserkai, 47; www.kaiserperle.de ), que sirve platos regionales como el matjestopf (ensalada de arenques con manzana y nata).
15.00 Coraz¨®n veneciano
Camino de la ciudad vieja est¨¢ el Speicherstadt, una impresionante red de canales y almacenes de ladrillo granate donde las compa?¨ªas sol¨ªan almacenar sus mercanc¨ªas (especias, cacao, tabaco y alfombras) sin costes de aduana. Hoy, perfectamente conservados, los ocupan museos, medios de comunicaci¨®n y empresas de publicidad. La ciudad vieja la coronan la torre del Ayuntamientoy las puntas de las iglesias de St. Jacobi, St. Katharinen donde toc¨® el ¨®rgano Johan Sebastian Bach en el siglo XVIII), St. Petri y St. Nikolai - L, convertida en memorial tras quedar destrozada en los bombardeos de la II Guerra Mundial. Pero el poder terrenal de esta ciudad-Estado (cuyo nombre completo es "ciudad libre y hanse¨¢tica de Hamburgo") se concreta en su Ayuntamiento, el Rathaus. Lejos de ser austero, exhibe la magnificencia de una de las ciudades m¨¢s ricas de Europa. Igual que la plaza que se abre ante su fachada y que respira serenidad veneciana, con su arcada y su columnata blanca, que hoy alojan tiendas y bistrots exclusivos, y el canal que conecta el Alster, el lago interior, con el Elba.
17.00 Compras y arte
De aqu¨ª parte una de las calles comerciales m¨¢s populares, M?nckebergstrasse, con los almacenes Galeria Kaufhof - . Y a una manzana se abre el paseo del Jungfernstieg, donde el caf¨¦ del Alsterpavillon ofrece una vista estupenda del lago Alster. Se trata de un antiguo r¨ªo cerrado, rodeado de eminentes mansiones residenciales y hoteles como el hist¨®rico Vier Jahreszeiten. Al otro lado del Alster, el museo Hamburger Kunsthalle (Glockengie?erwall;www.hamburger-kunsthalle.de; martes a domingo, de 10.00 a 18.00; jueves, hasta las 21.00; 10 euros) alberga dos de las pinturas m¨¢s c¨¦lebres de Caspar David Friedrich, Mar de hielo y El caminante sobre el mar de nubes.
19.00 A hombros de San Miguel
De vuelta en la Jungfernstieg, caminando hacia la plaza de Johannes Brahms (el genial compositor que naci¨® en la ciudad), se llega a la de G?nsemarkt, en plena ciudad nueva (es un decir, ya que data del siglo XVII). La idiosincrasia dual del barrio queda clara con una imagen: la iglesia de St. Michaelis (San Miguel), con su torre negra y su reloj dorado, reflejada en la fachada acristalada de los modernos edificios que la rodean. Hay que subir a su campanario de 130 metros, con su aguerrido San Miguel matando al drag¨®n, para recrearse con una panor¨¢mica ¨²nica. Y de nuevo abajo, a pasear, por ejemplo por la cercana Grossneumarkt, una recoleta plaza arbolada del siglo XVII, que bulle los d¨ªas de mercado (mi¨¦rcoles y s¨¢bado).
21.00 Entre piratas con los Beatles
Pero no se puede decir que se ha visitado Hamburgo si no se ha pisado St. Pauli, el barrio carism¨¢tico, el antiguo vecindario de los marineros y las prostitutas que presume como pocos de tener su propio equipo de f¨²tbol (conocidos como los filibusteros de la liga), reci¨¦n ascendido a Primera Divisi¨®n. Su famoso barrio rojo lo cruza una calle, Grosse Freiheit, donde hace medio siglo se alojaron cinco chicos de Liverpool. Puede que los Beatles fueran ingleses, pero nacieron en Hamburgo. Aqu¨ª se alojaron cuando a¨²n eran cinco y tocaron sus primeros conciertos en locales como el Star-Club (en el n¨²mero 39) y el Indra. El primero se quem¨® en 1987, pero el segundo pervive como sala de conciertos (www.indramusikclub.com ). Qu¨¦ mejor que acabar el d¨ªa entre los destellos de ne¨®n de la animada Reeperbahn, la arteria del barrio rojo: restaurantes, bares, casino, teatro... El que se va a dormir es porque quiere.
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