?Famosos con causa?
Para unos, un circo. Para otros, la m¨¢s rentable campa?a de comunicaci¨®n de un problema. En la alianza entre celebridades del cine, el deporte y la m¨²sica con las ONG, todos parecen salir ganando. Unos refuerzan su imagen, otros consiguen m¨¢s recursos.
George Clooney va a Naciones Unidas para hablar sobre Darfur y los embajadores, y las embajadoras, hacen cola para hacerse fotos con ¨¦l; David Beckham se mete en una choza de barro en Sierra Leona para llamar la atenci¨®n a la mortalidad infantil en ?frica y es noticia en medio mundo; Gael Garc¨ªa Bernal va a Hong Kong a hablar de la pobreza y la prensa local enloquece; un spot televisivo contra la malaria llega a millones de hogares gracias a -y solo gracias a la participaci¨®n de Andr¨¦s Iniesta, Iker Casillas y otros jugadores de la selecci¨®n espa?ola; se subasta una cena para dos con Scarlett Johansson para destinar fondos a Oxfam y se supera la cifra de 40.000 euros; o se subastan por Internet el capote de Jos¨¦ Tom¨¢s, unos guantes de Fernando Alonso, unas zapatillas de Pau Gasol para un comit¨¦ internacional de caridad; Sean Penn va a Hait¨ª a ayudar a los desamparados del terremoto y la CNN hace un documental sobre el viaje; Angelina Jolie va a Etiop¨ªa; Madonna, a Malaui; Helen Mirren, a Uganda; Oprah Winfrey, a Sud¨¢frica, y Bono, como el esp¨ªritu santo, a todos los lados.
Como dice un trabajador de una organizaci¨®n que trabaja en ?frica, "lo podemos ver como un mal necesario, el mundo no es perfecto"
El contacto con los famosos, las fotos en los medios, sirven como cebo para atrapar a los pol¨ªticos
?Ser¨ªa mejor el mundo si los famosos se quedaran en casa, sin dedicarse a los dem¨¢s? La respuesta tiene que ser 'no'
El n¨²mero de famosos que no se involucran de una forma u otra en lo que los ingleses llaman celebrity diplomacy (la diplomacia de los famosos) se puede contar en los dedos de una mano. Pr¨¢cticamente todos actores, m¨²sicos, modelos, futbolistas est¨¢n en ello. A veces crean sus propias fundaciones, m¨¢s a menudo se asocian con una ONG, que los recluta para su causa de la misma manera, y casi con el mismo punto de competitividad, que lo hacen las marcas de ropa. Pero por lo dem¨¢s el modus operandi es el mismo. Al punto de que las ONG grandes, como Oxfam (en Espa?a, Interm¨®n) o Amnist¨ªa Internacional o Unicef, tienen secciones que se dedican exclusivamente a administrar a los famosos e incluso, como las marcas de ropa deportiva, a rastrear "talento" e identificar personajes que cuadran con la imagen que desean proyectar.
En Estados Unidos, por ejemplo, Oxfam tiene a una mujer llamada Lindsay Cruz como jefa de "relaciones con figuras p¨²blicas". Cruz trabaj¨® en Washington para Dick Cheney, el vicepresidente de George W. Bush, antes de optar por ayudar a crear un mundo mejor. "Hay mucha competencia por las estrellas", dijo Cruz en una entrevista reciente. "Hay muchas ONG y?todas tienen celebridades; todo el mundo parece tener una causa hoy d¨ªa". Cruz aclar¨®, sin?embargo, que tiene como regla sagrada no "robar" famosos a la competencia.
"La diferencia entre nosotros y las marcas de ropa, claro, es que nosotros no pagamos a los famosos por el trabajo que hacen", aclar¨® a El Pa¨ªs Semanal Duncan Green, jefe de investigaci¨®n de Oxfam Gran Breta?a y autor de siete libros sobre c¨®mo combatir la pobreza. "Eso s¨ª, insistimos en que quienes se asocien con nosotros se comprometan a largo plazo y los elegimos acordes con nuestro perfil. No optamos por individuos con pasados turbios".
Por supuesto, los famosos hacen lo mismo a la inversa. Buscan causas que cuadran con sus im¨¢genes p¨²blicas. Al extremo de que existen peque?as empresas en Estados Unidos que asesoran a los famosos en este tema, que les dicen qu¨¦ ONG puede funcionar para ellos y cu¨¢l no. Angelina Jolie, tremendamente activa en muchos terrenos, pero especialmente en el de los refugiados, emplea a tiempo completo un asesor en pol¨ªtica internacional.
?Por qu¨¦ la necesidad de patrocinadores de causas humanitarias, sean estas ONG u organismos de la ONU, de aliarse con famosos? La primera parte de la respuesta se resume en la siguiente experiencia. El Centro de Investigaci¨®n en Salud Internacional de Barcelona, dirigido por Pedro Alonso, el m¨¦dico espa?ol que est¨¢ en la vanguardia de la lucha mundial contra la malaria, produjo un spot televisivo para llamar la atenci¨®n del p¨²blico espa?ol sobre una enfermedad que mata a un mill¨®n de ni?os africanos al a?o. El spot, de menos de un minuto y medio, fue filmado en un pueblo de Mozambique. Ni?os con sonrisas preciosas jugando al f¨²tbol con la camiseta de Espa?a, una trama breve pero simp¨¢tica, m¨²sica atmosf¨¦rica de fondo: qued¨® bonito e impactante. Pero si no hubiera sido por el hecho de que al final salieron Andr¨¦s Iniesta, Xabi Alonso, Xavi Hern¨¢ndez, Iker Casillas, David Villa y Vicente del Bosque proclamando "?Todos contra la malaria!", la peque?a obra de arte habr¨ªa languidecido en Youtube. "Lo que despert¨® el inter¨¦s e hizo que sali¨¦ramos en varios telediarios nacionales fue la participaci¨®n de los jugadores", dijo Daniel Tanzer, publicista responsable de la campa?a. "Sin el apoyo de los famosos de la selecci¨®n, el impacto del spot habr¨ªa sido m¨ªnimo, o incluso no habr¨ªa habido campa?a".
El caso se repite a todos los niveles en todo el mundo. El Pa¨ªs Semanal habl¨® con representantes de media docena de ONG, desde grandes como Oxfam y Amnist¨ªa hasta menos conocidas que hacen peque?os trabajos de campo para combatir el sida en ?frica. El consenso fue un¨¢nime. Se ficha a famosos porque generan atenci¨®n en los medios para causas que si no pasar¨ªan relativamente -por no decir completamente inadvertidas.
Pero hay un segundo motivo para contar con celebridades como aliados en causas humanitarias: da acceso, que si no ser¨ªa mucho m¨¢s complicado, a pol¨ªticos influyentes. El contacto con los famosos, las fotos en los medios, sirven como cebo para atrapar a los pol¨ªticos, que despu¨¦s se ven obligados a pensar, e incluso quiz¨¢ actuar, sobre temas que no necesariamente ser¨ªan de inter¨¦s prioritario o secundario.
Despu¨¦s, por ejemplo, de una gala en Londres para recopilar fondos para la lucha contra la pobreza hace cinco a?os, el ¨²nico de los miles de invitados al que Tony Blair invit¨® a tomar una copa en Downing Street fue Bono, un hombre comprometido con tantas causas que ya no est¨¢ claro si su prioridad es el activismo o ser el cantante y l¨ªder del grupo musical U2. Hablar¨ªan de m¨²sica, pero tambi¨¦n, seguro, del hambre en ?frica. Y, por supuesto, no desaprovecharon la oportunidad de hacerse la foto.
Duncan Green, de Oxfam, cuenta otra an¨¦cdota, una de muchas muy similares. "La actriz Helen Mirren viaja a Uganda, vuelve y se entrevista con el ministro de Relaciones Exteriores para hablar de la pobreza en ?frica. Yo, eso", dice Green, sin quejarse, reconociendo que las cosas son as¨ª, "no lo puedo conseguir". Es decir, Green sabr¨¢ mucho m¨¢s sobre el tema que Mirren, ya que a eso se ha dedicado toda la vida. Con lo cual, una reuni¨®n sobre la pobreza entre ¨¦l y un ministro de gobierno tendr¨ªa m¨¢s contenido, m¨¢s informaci¨®n y m¨¢s an¨¢lisis. Pero el valor pol¨ªtico para el ministro de entrevistarse, y que el p¨²blico lo vea entrevistado, con la actriz que gan¨® un Oscar por interpretar el papel de la reina de Inglaterra es infinitamente mayor.
Para gente que trabaja en las ONG, por definici¨®n gente idealista, a veces duele un poco ensuciarse las manos de esta manera, sucumbir al realpolitik. Se dan casos de trabajadores de campo -en Pakist¨¢n, en Etiop¨ªa que directamente se indignan ante la atenci¨®n que reciben los famosos que aterrizan, pasan una ma?ana con los olvidados de la tierra y vuelven r¨¢pidamente a sus casas de Beverly Hills cuando ellos han estado en el frente de guerra, compartiendo los peligros y la pobreza d¨ªa y noche, durante a?os. Y encima se ven obligados a dedicar muchas horas de trabajo en la organizaci¨®n, o producci¨®n, de la invasi¨®n circense que los famosos generan. Sin embargo, los jefes en las sedes de las ONG lo ven, o sienten que lo tienen que ver, de otra manera. Como confes¨® uno que trabaja para una importante organizaci¨®n de derechos humanos, "hay que reconocer que si vamos a avanzar en nuestro trabajo tenemos a veces que tratar con el mundo como es, y no como quisi¨¦ramos que fuera". O, como dijo otro cuya organizaci¨®n opera en los pa¨ªses m¨¢s abandonados de ?frica, "lo podemos ver como un mal necesario: el mundo no es perfecto".
Perfecto o no, es un mundo en el que el fen¨®meno de los famosos est¨¢ en expansi¨®n. El list¨®n, en una ¨¦poca en la que m¨¢s gente se entera de m¨¢s cosas fuera de la ¨®rbita inmediata que nunca, pero en el que al mismo tiempo la prensa se ve obligada a frivolizar las noticias para que la gente las lea, se pone cada d¨ªa m¨¢s bajo. Hace treinta a?os se segu¨ªa con mucho af¨¢n las vidas de los actores y los m¨²sicos de pop, no tanto las de los futbolistas o las modelos. Hoy las vidas, tanto p¨²blicas como privadas, de David Beckham o Gisele B¨¹ndchen y Kate Moss generan el mismo inter¨¦s que las de Angelina Jolie, Brad Pitt o Madonna. Incluso los que salen en aquellos shows de televisi¨®n cuyo objetivo es descubrir nuevos talentos se pueden convertir, de la noche a la ma?ana, en figuras cuyas intimidades la gente conoce mejor que las de sus vecinos.
El fen¨®meno abarca a todo el planeta cuando se trata de gente como los Jolie y los Pitt, pero se da a nivel nacional tambi¨¦n. En India, los grandes actores de Bollywood participan con alta visibilidad medi¨¢tica en causas nacionales contra la pobreza o el sida. En Lituania han ido m¨¢s lejos. Se cre¨® hace poco un partido pol¨ªtico cuyos fundadores fueron todos figuras conocidas del mundo de la televisi¨®n, y el l¨ªder, un se?or que hac¨ªa las preguntas en un concurso.
?Cu¨¢ndo comenz¨® todo esto? Las primeras semillas se plantaron en los a?os sesenta con los actores Audrey Hepburn y Danny Kaye, en cuyo honor la Unicef invent¨® el t¨ªtulo de embajadores de buena voluntad. Hepburn, tan famosa en su d¨ªa como Jolie hoy, dedic¨® el resto de su vida, hasta su muerte en 1993, a ayudar a los ni?os pobres del mundo. El fen¨®meno peg¨® un salto cualitativo con el concierto de Live Aid de 1985 en el que artistas de todo el mundo, organizados por el m¨²sico irland¨¦s Bob Geldof, se juntaron para despertar la conciencia del mundo ante la pobreza en ?frica. Ah¨ª se incorpor¨® a la causa Bono y los dos irlandeses, ¨¦l y Geldof, han estado desde entonces en la vanguardia de esta creciente movilizaci¨®n global de famosos. A tal punto que ambos hoy operan solos, creando sus propias iniciativas, sin afiliaci¨®n espec¨ªfica a otras ONG.
Bono y Geldof han marcado el camino, y otros, como Angelina Jolie y George Clooney, los han seguido. Hay quien se mofa de Jolie, "la mujer m¨¢s guapa del mundo", convertida en ¨¢ngel de la caridad, pero su entrega es incuestionable. Ha hecho visitas, muchas veces acompa?ada de su igualmente c¨¦lebre marido, a campamentos de refugiados en Camboya, Sierra Leona, Tanzania, Tailandia, Kosovo, Sri Lanka, Chad, L¨ªbano e incluso Irak, entre otros. Jolie, que trabaja con Unicef, y su marido, Pitt, han donado no solo su tiempo, sino millones de?d¨®lares. Por ejemplo, un mill¨®n, en un caso poco conocido, a Human Rights Watch, la organizaci¨®n de derechos humanos estadounidense, espec¨ªficamente para apoyar su labor en Birmania.
?Qu¨¦ tiene de malo todo esto? Ante todo, que la humanidad no haya logrado un grado de desarrollo tal que la solidaridad planetaria est¨¦ escrita en el ADN de la especie. Interesarse, sin el est¨ªmulo de una celebridad de por medio, por el destino de un ni?o desnutrido en Sierra Leona, un refugiado en Bangladesh o el azote del sida en Zimbabue sigue siendo, y ser¨¢, un deporte muy minoritario.
Por otro lado, a los que reclutan a celebridades para dar publicidad a sus causas les puede salir el tiro por la culata si no se aseguran antes, como advierte Duncan Green, de Oxfam, de que sus personalidades se ajustan al tema en cuesti¨®n. Paris Hilton, famosa por ser famosa, hizo el rid¨ªculo hace tres a?os cuando anunci¨® que iba a ir a resolver los problemas de Ruanda. "Siento que si voy all¨¢ podr¨¦ salvar la vida de algunas personas", pero cambi¨® de plan y se fue en misi¨®n humanitaria a Sud¨¢frica, un pa¨ªs donde hay bastantes m¨¢s hoteles de cinco estrellas. Una vez all¨¢ declar¨®: "Me encanta ?frica: Sud¨¢frica y ?frica Occidental son ambos grandes pa¨ªses".
Otro posible problema, al menos uno muy ameno para aquellos deseosos de ridiculizar a los famosos que se prestan para estas causas, es la tendencia de algunos de ir m¨¢s all¨¢ de publicitar las injusticias del mundo y convertirse en predicadores o, directamente, en pol¨ªticos globales. Jolie y Clooney hablan en Naciones Unidas, en Davos. Bono lo hace en todas partes, muchas veces tras reunirse con grandes l¨ªderes mundiales. Y encima, a veces, les da su bendici¨®n. Como hizo tras entrevistarse con el papa Juan Pablo II ("es un luchador de calle y un astuto defensor de los pobres del mundo", declar¨® de ¨¦l en 2005) y con George W. Bush, cuya pol¨ªtica hacia el sida en ?frica Bono aplaudi¨® p¨²blicamente.
Esas intervenciones fueron quiz¨¢ discutibles. Donde s¨ª parece haber metido la pata de manera pr¨¢cticamente incuestionable, generando acusaciones en la prensa de haberse convertido en un prepotente cuyo principal inter¨¦s es proyectarse como una especie de Henry Kissinger en versi¨®n santo universal, fue en Rusia a finales de agosto. Luciendo sus habituales gafas de sol, convers¨® cordialmente sobre pol¨ªtica internacional durante un t¨¦ con el presidente Dimitri Medvedev, cuyo r¨¦gimen no es de los que m¨¢s se caracterizan en el mundo por su compromiso con la democracia o los derechos humanos. Esa misma noche, durante un recital de U2 en Mosc¨², la polic¨ªa detuvo a varios integrantes de la rama moscovita de Amnist¨ªa Internacional. "Me entristece lo que ha ocurrido", dijo el portavoz ruso de Amnist¨ªa. "Me pregunto si Bono sabr¨¢ lo que nos han hecho".
Nunca se supo, ya que Bono, quiz¨¢ haciendo c¨¢lculos m¨¢s dignos de un pol¨ªtico que de un activista, no se pronunci¨®. Al no decir nada estaba haci¨¦ndole un favor a su nuevo amigo Medvedev y asegur¨¢ndose de que las puertas del Kremlin seguir¨ªan estando abiertas para ¨¦l.
Es f¨¢cil caer en la tentaci¨®n de satirizar a los Bono y a los Jolie. Bono se tiende a prestar a ello, especialmente en la mordaz prensa brit¨¢nica cuyo nivel de tolerancia con la solemnidad y la autoimportancia es baja. Es incluso m¨¢s f¨¢cil sucumbir a la risa en casos como el del rapero Wyclef Jean, que hace poco declar¨® su intenci¨®n de hacer campa?a para la presidencia de Hait¨ª. Tampoco es del todo original observar que, m¨¢s all¨¢ de si las intenciones son buenas o no, la participaci¨®n de los famosos en causas humanitarias tiene su cuota de inter¨¦s personal. Las marcas Beckham, Jolie, Clooney, ganan valor al verse asociadas con campa?as para crear un mundo mejor, o al menos un mundo menos malo. Sus posibilidades, a su vez, de ganar m¨¢s dinero patrocinando ropa o colonia o caf¨¦ se incrementan. Como tambi¨¦n las posibilidades de los actores de conseguir m¨¢s papeles cinematogr¨¢ficos, ya que sus nombres se vuelven a¨²n m¨¢s conocidos. Habr¨¢, indudablemente, algunos famosos que hacen lo que hacen tanto o m¨¢s por su propio bien que por el bien ajeno. Pero decir que la mayor¨ªa son as¨ª, como decir que Bill Gates da su dinero a la investigaci¨®n cient¨ªfica contra la malaria y otras enfermedades del Tercer Mundo para proyectar la imagen de Microsoft o para alimentar su propia vanidad, es pecar de un excesivo cinismo.
Lo que es verdad es que en esta alianza entre los famosos, las causas humanitarias, las ONG y los l¨ªderes pol¨ªticos, todos salen ganando. Es lo que en ingl¨¦s llaman un win win (ganar ganar): los famosos se sienten mejores personas y elevan su perfil; los pol¨ªticos sienten que mejoran sus posibilidades de ganar las pr¨®ximas elecciones si el p¨²blico los ve sonriendo con famosos, pero a su vez se informan de temas fuera de su ¨®rbita habitual, sobre los que posiblemente se sientan presionados a actuar; las ONG reciben m¨¢s dinero y las causas por las que luchan llegan a los ojos y los o¨ªdos de aquella mayor¨ªa de ciudadanos de pa¨ªses ricos cuyo inter¨¦s es mucho m¨¢s grande en la vida matrimonial, o extramatrimonial, de Angelina Jolie o de David Beckham que en los problemas de aquella mayor¨ªa de los habitantes de ?frica, o del sur de Asia, o de Am¨¦rica Latina que batallan cada d¨ªa para poder meramente sobrevivir.
Y al final est¨¢ la pregunta: ?El mundo ser¨ªa mejor si, en vez de dedicar su tiempo y su dinero a combatir la pobreza y los abusos de los derechos humanos, todos los famosos se quedaran en sus mansiones pint¨¢ndose las u?as o meditando si comprarse jets privados m¨¢s grandes? La respuesta, dif¨ªcil de refutar para los c¨ªnicos, tiene que ser no.?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.