Subido al guindo
Lo dif¨ªcil en el mundo de la m¨²sica no es llegar. Tampoco mantenerse una vez llegado. Para algunos, lo m¨¢s dif¨ªcil es saber cu¨¢ndo ya no se est¨¢. Comprender que el tiempo ha discurrido pese que tu reloj se haya parado debe de resultar dif¨ªcil, m¨¢s a¨²n cuando se ha volado muy alto y el tiempo parec¨ªa un sirviente m¨¢s de la voluntad. Axl Rose estuvo muy arriba, y ahora que capitanea una banda sin apenas esp¨ªritu se sigue comportando como en 1992. ?l sigue a lo suyo, metido en un estado mental que le hace comportarse como si a¨²n actuase en un estadio. Ese es el resumen que se puede hacer del concierto de Guns'N'Roses en Badalona, el concierto de una banda que fue.
Fue porque ni siquiera es banda, trat¨¢ndose m¨¢s que nada de un grupo de contratados con un l¨ªder que da lustre. Ellos tocan bien y hacen posturitas, que para eso parecen pagarles. Fue porque exceptuando Chinese democracy, no hay una sola canci¨®n reciente que mueva al p¨²blico a la adhesi¨®n. Y fue, por encima de todo, porque todo en Badalona result¨® anacr¨®nico y desfasado, tan incre¨ªblemente ingenuo que incluso movi¨® a la ternura. Porque en su guindo de estrella del rock, Axl Rose resulta tan entra?able como Chanquete.
GUNS' N' ROSES
Ol¨ªmpico de Badalona 23 de octubre
Todo rememor¨® la est¨¦tica rock de los estadios: la inconcreci¨®n del horario de inicio del show -las estrellas han de ser imprevisibles en el Libro de Petete del Rock Estadio-; los innecesarios solos de lucimiento que apelmazaron el ritmo del espect¨¢culo; la abundante pirotecnia; los cambios constantes de vestuario de Axl; su fuga a un reservado lateral cada vez que no cantaba; la forma en que arrojaba el pie de micro y como este era recogido por el personal de escenario; su manera de dirigirse a la audiencia... Todo evoc¨® sus a?os de gloria. Todo menos su voz, maltratada por problemas de volumen durante buena parte del recital, que como buen concierto de estadio dur¨® lo indecible. Casi m¨¢s que los tiempos en los que Guns'N'Roses fueron.
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