Vidas
El otro d¨ªa un joven me pregunt¨® por qu¨¦ el programa Gran Hermano se llamaba Gran Hermano. Ca¨ª en la cuenta de que el origen del t¨ªtulo era una referencia cultural ya tan lejana y difuminada para los espectadores de esta nueva edici¨®n como el ejemplo moral e ideol¨®gico de George Orwell para la sociedad contempor¨¢nea que tanto ayud¨® a hacer m¨¢s libre. Gran Hermano se llama Gran Hermano porque propon¨ªa una mirada escrutadora, perpetua y superior sobre seres encerrados en una casa. Pero Gran Hermano ha menguado, se deber¨ªa llamar Hermano Peque?o, que es como llamaban los censores del franquismo al pene cuando prohib¨ªan su aparici¨®n en alg¨²n plano de pel¨ªcula. Ser¨ªa adecuado, porque el programa ya no habla tanto de las dificultades para relacionarse y convivir, sino que se centra precisamente en la genitalia, en las ganas de fornicar, refrotarse y en los vaivenes emocionales del precoito y el poscoito.
Gran Hermano quiso ser met¨¢fora del mundo y se ha quedado en ilustraci¨®n de la vida min¨²scula de un coche bakaladero repleto de chavales enfarlopados tras una noche de farra. Era un formato ingenioso, fecundo y original, que ha devenido un afterde 24 horas algo cochambroso por una raz¨®n: la selecci¨®n de personal. No aspira a recluir ejemplares variados sino que es monotem¨¢tico, con tan solo alg¨²n bicho raro en medio de estas explosiones de testosterona y cacha. Los libros est¨¢n prohibidos, para dejar paso a los jacuzzis y los aparatos de musculaci¨®n. Qu¨¦ gran met¨¢fora de la sociedad que quieren fabricar las televisiones m¨¢s cutres. Y lo peor es que van camino de lograrlo.
A la misma hora en que se reconoc¨ªan y olfateaban los nuevos candidatos a famoso medi¨¢tico, La 2 ofrec¨ªa un urgente apunte biogr¨¢fico sobre el escritor chileno Roberto Bola?o. Dentro de su programa Imprescindibles, recorr¨ªa su viaje tropezado desde el Chile golpista a Blanes. El pastelero, la quiosquera, el chico de la tienda de videojuegos ofrec¨ªan una imagen certera de un tipo que escrib¨ªa y le¨ªa, le¨ªa y escrib¨ªa, antes de morir y ser presa de mitificaciones y malditismos de galer¨ªa. Un tipo que quiso llamar a un libro Tormenta de mierda y no pudo. Alguien que persigui¨® el ¨¦xtasis abrasador entre tabaco y fr¨ªo. Hay muchas vidas por contar.
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