Entre la calumnia y el olvido
Don Juan Negr¨ªn L¨®pez (Las Palmas de Gran Canaria, 1892-Par¨ªs, 1956) fue un eminente m¨¦dico fisi¨®logo formado en Alemania que ocup¨® la c¨¢tedra de Fisiolog¨ªa de la Universidad de Madrid y se convirti¨® en el maestro de una escuela de investigadores de prestigio internacional. Tambi¨¦n fue un hombre comprometido con su tiempo, verdadero prototipo del intelectual espa?ol culto y europeizado, que manifest¨® desde muy pronto unas convicciones ideol¨®gicas democr¨¢ticas, republicanas y socialistas. Esta triple inclinaci¨®n le llev¨® a abandonar su brillante carrera como investigador cient¨ªfico para ostentar crecientes responsabilidades pol¨ªticas y administrativas durante la Segunda Rep¨²blica (1931-1936) y el tr¨¢gico trienio de la Guerra Civil (1936-1939).
Primeramente, se revel¨® como un activo y laborioso diputado a Cortes por el Partido Socialista Obrero Espa?ol (PSOE) en las tres legislaturas del quinquenio democr¨¢tico republicano (representando a Las Palmas, Madrid y Las Palmas en cada ocasi¨®n). Ya iniciada la contienda fratricida en julio de 1936, destac¨® como eficaz y sereno titular del crucial Ministerio de Hacienda en el Gobierno del Frente Popular presidido por Francisco Largo Caballero (septiembre de 1936- mayo de 1937). A continuaci¨®n, alcanz¨® la cumbre de su carrera pol¨ªtica en su calidad de en¨¦rgico y voluntarioso presidente del Gobierno republicano durante el resto del conflicto (mayo de 1937- marzo de 1939). Y, finalmente, retuvo contra viento y marea esa condici¨®n presidencial en las amargas circunstancias del exilio en los a?os de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Gravemente enfermo y retirado virtualmente de la pol¨ªtica activa desde 1946, el siguiente decenio de su vida residi¨® en Par¨ªs como exiliado hasta su fallecimiento, por fallo cardiaco, el 12 de noviembre de 1956.
En su calidad de presidente del Gobierno durante aquellos a?os cruciales, Negr¨ªn se convirti¨® en la figura hist¨®rica que m¨¢s plenamente encarn¨® el esfuerzo b¨¦lico del bando vencido. Tanto en el plano interior como en la faceta internacional. No en vano, el doctor Negr¨ªn lleg¨® a personificar el esp¨ªritu de resistencia de la Rep¨²blica con tanto fervor e intensidad como el general Franco lleg¨® a representar al bando enemigo vencedor.
Sin embargo, la derrota, la calumnia y el olvido sepultaron durante mucho tiempo el nombre de uno en contraste con la fama, el triunfo y los honores del otro. En gran medida porque la figura hist¨®rica de Negr¨ªn tuvo el infortunio de concitar en su contra una rara unanimidad formal de contrarios. Por un lado, de modo harto comprensible, fue acerbamente denunciado por el bando franquista por haber sido un supuesto l¨ªder criptocomunista sometido servilmente a Stalin y responsable de una pol¨ªtica de resistencia que hab¨ªa impedido el r¨¢pido triunfo nacional. Por otro, de modo parad¨®jico, fue tambi¨¦n severamente criticado en las filas republicanas por considerarlo el art¨ªfice de la derrota militar final y el culpable del predominio comunista durante la ¨²ltima etapa de la contienda. As¨ª pues, para ambas partes, aunque por razones diversas y hasta antag¨®nicas (retrasar una victoria no se conjuga bien con precipitar una derrota), el doctor Negr¨ªn se convirti¨® en el chivo expiatorio de todas las responsabilidades b¨¦licas y asumi¨® con resignada entereza esa injusticia hist¨®rica clamorosa. En realidad, a tenor de la m¨¢s solvente investigaci¨®n hist¨®rica actual, con todos sus errores pol¨ªticos y fallas humanas, no cabe duda de que fue uno de los mejores estadistas surgidos de aquellas generaciones de la primera mitad del siglo XX, marcadas a d¨²o por la esperanza y la tragedia.
Enrique Moradiellos, historiador, es autor de la biograf¨ªa Negr¨ªn.
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