Observar
Anoche arranc¨® la s¨¦ptima temporada de House con perspectivas inmejorables. House con coraz¨®n, as¨ª se anuncia. Despu¨¦s de la t¨®rrida escena entre House y Cuddy, final de la temporada anterior, llega el momento de apreciar c¨®mo los guionistas gestionan la tensi¨®n sexual ya resuelta. Nos tentaron dos temporadas atr¨¢s, con lo que result¨® ser una fantas¨ªa del doctor, pero ahora llega la realidad. ?Cu¨¢nto tardar¨¢ en torcerse?, se preguntan los esc¨¦pticos que saben que la clave de la serie es la fidelidad a una norma de comportamiento. Sin embargo, el gran defecto de House era precisamente la repetici¨®n de una misma plantilla, los cap¨ªtulos siempre brillantes y llenos de prote¨ªna inteligente, repiten con apabullante descaro una id¨¦ntica formulaci¨®n narrativa. Si el amor agita la previsibilidad, tendremos una temporada de ensue?o.
En su estupendo art¨ªculo de ayer, Javier Sampedro remit¨ªa a los paralelismos entre House y Holmes, personaje fundamental del m¨¦todo deductivo en la novela de intriga. No en vano Conan Doyle fue un oftalm¨®logo de Edimburgo que dej¨® su consulta poco frecuentada de Wimpole Street gracias al ¨¦xito de su Sherlock. Todo esto fue hace 120 a?os, pero a¨²n, cuando visitas la Universidad de Edimburgo el gu¨ªa recuerda que Conan Doyle sol¨ªa decir que un doctor y un escritor han de compartir una importante virtud: la capacidad de observaci¨®n.
A la credibilidad de Hugh Laurie ayudan sus estudios en Oxford y la carrera de novelista. Compras el brillo de inteligencia tras sus ojos claros. No tardar¨ªa ni cinco minutos en se?alar el origen del brote de legionela en el centro de Madrid. Es la superioridad de la ficci¨®n sobre la realidad, no deja nunca agujeros sin cerrar. A veces, el disfrute de los servicios p¨²blicos de salud se ha convertido en un privilegio al que estamos tan habituados que dejamos de valorar. Permitimos que la campa?a antifuncionarios nos ciegue la mirada. A la ficci¨®n neoliberal, la que deja a m¨¢s de 50 millones de norteamericanos sin cobertura sanitaria mientras el pa¨ªs presume de imperio, no est¨¢ mal sacudirla con una dosis de realidad, como han hecho los servicios de salud andaluces, que regalan a sus pacientes una nota informativa con el coste real del tratamiento que han recibido gratis. Una invitaci¨®n a observar.
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