Francia-Football SA
El peso de la historia es tal en la vida francesa que cuando, ante la comprobaci¨®n de que el f¨²tbol franc¨¦s, no hace tanto campe¨®n del mundo, est¨¢ para el arrastre, se celebran desde ayer y hasta hoy unos Estados Generales del f¨²tbol, naturalmente en Par¨ªs. Como si esta fuera la segunda toma de la Bastilla de 1789.
Un comit¨¦ de 14 miembros tiene que hacer de gobernalle de esa reuni¨®n, en la que si est¨¢ claro que son todos los que est¨¢n, no parece tanto que est¨¦n todos los que son, porque faltar¨¢n jugadores, entrenadores y hasta presidentes de club. Los tres asuntos en torno a los cuales se quiere hacer girar la reuni¨®n son Modernizaci¨®n de estructuras; competitividad econ¨®mica y un tanto esot¨¦ricamente, muy a la francesa, funci¨®n social y ciudadana del deporte rey -que en Francia solo es pr¨ªncipe porque seguramente el rugby le aventaja-. Pero m¨¢s all¨¢ de lo que tan solo es un orden del d¨ªa, hay un prop¨®sito que a los aficionados espa?oles ya veteranos podr¨ªa sonarles a conocido. El objetivo declarado para recuperar la grandeur consiste en transformar el f¨²tbol franc¨¦s en una sociedad, limitada o an¨®nima, pero muy profesionalizada.
Y eso es, con solo un matiz puramente deportivo, lo mismo que dec¨ªa en 1962 Helenio Herrera -francoargentino, por m¨¢s se?as- cuando fue entrenador de la selecci¨®n para el Mundial de Chile; afirmaba El Mago que el combinado nacional ten¨ªa que convertirse en un club llamado Espa?a FC. Lo que, por otra parte, proponi¨¦ndoselo o no, es lo que han logrado Aragon¨¦s y Del Bosque con el equipo, primero campe¨®n de Europa y, en junio en Sud¨¢frica, del Mundo. Cortes¨ªa de otro club, el Barcelona FC.
Es tal la importancia econ¨®mica y emocional que alcanza hoy la pr¨¢ctica profesional de este deporte en todo el planeta que ni los presidentes -de pa¨ªs, no de club- se pueden sustraer a echar su cuarto a espadas.
As¨ª, el presidente franc¨¦s Nicolas Sarkozy, acosado por las masas huelguistas, discutido dentro y fuera de Francia, cada vez m¨¢s peque?o en los c¨®nclaves de la UE, no puede, sin embargo, permitirse el lujo de mirar para otro lado. Y tiene que dar un pu?etazo en la mesa para decir: ?Esto hay que arreglarlo ya!
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