Fracasa otra vez
Hace tres a?os, recib¨ª una invitaci¨®n a participar en un congreso literario sobre el Fracaso. La gentil propuesta lleg¨® desde la Universidad suiza de Saint-Gallen. No es desde luego la clase de invitaciones que los escritores reciben normalmente y, sin embargo, pocas cosas parecen tan ¨ªntimamente vinculadas como fracaso y literatura. Tal vez por eso, porque en realidad lo raro era que la invitaci¨®n no me hubiera llegado antes, le¨ª la carta de Saint-Gallen con la m¨¢s absoluta flema, como si hubiera sabido desde siempre que un d¨ªa la recibir¨ªa. No mov¨ª ni un m¨²sculo de la cara. S¨®lo una duda: ponerme la m¨¢scara de fracasado o continuar llevando mi vida normal de fracasado. Despu¨¦s descubr¨ª que, por causas ineludibles, no podr¨ªa acudir al congreso y as¨ª lo comuniqu¨¦ a Yvette S¨¢nchez, catedr¨¢tica de Lenguas Romances en Saint-Gallen y organizadora del encuentro.
El aut¨¦ntico gran fracaso del escritor llega cuando no podemos reproducir con fidelidad lo que acabamos de pensar y querr¨ªamos haber escrito
En Nueva York, por los mismos d¨ªas, Sergio Chejfec recib¨ªa tambi¨¦n la invitaci¨®n para el congreso. Brome¨® con los amigos, pero poco a poco fue qued¨¢ndole "el gusto amargo de no s¨®lo haber ofrecido, sino tambi¨¦n blandido, un flanco d¨¦bil. Como dec¨ªa Borges, uno puede pensar que cuando se r¨ªe o habla mal de s¨ª mismo lo hace en broma y para acercarse a los otros, pero los dem¨¢s lo toman a uno muy en serio".
El a?o pasado se public¨® el libro Po¨¦ticas del fracaso, que conten¨ªa las ponencias del Congreso y as¨ª pude por fin enterarme de lo que acerca de ese tema dijeron all¨ª escritores admirados, Vidal-Folch y Chejfec entre otros. "Un tema, cuya brutal y siempre humillante esencia, con espacio propio en la literatura de todos los tiempos, se neutraliza est¨¦ticamente en dicho arte", escribe Yvette S¨¢nchez en el pr¨®logo del libro. Como sea que ¨²ltimamente el tema me atrae con fuerza, la semana pasada rescat¨¦ Po¨¦ticas del fracaso y acab¨¦ reley¨¦ndome el libro de cabo a rabo, al tiempo que me adentraba, en fascinante lectura paralela, en el n¨²mero 4 de la revista mexicana N¨²mero 0, con su monogr¨¢fico en clave literaria sobre la Fama, es decir, sobre el ¨¦xito, el aguerrido env¨¦s de la derrota.
En Po¨¦ticas del fracaso hay textos de Dorian Occhiuzzi, Ignacio Vidal-Folch (cuatro agudas piezas breves), Ottmar Ette, Ana Merino (una bella aproximaci¨®n a c¨®mo abordaron los dramas infantiles Bu?uel, Julio Ram¨®n Ribeyro y el pintor Berni; especialmente interesante el caso de Ribeyro, que busc¨® la esencia del ser humano desde la misma marginalidad fr¨¢gil creando una po¨¦tica dolorosa, portadora de una inevitable derrota), David Freudenthal, Roland Spiller (que habla del "fracaso con ¨¦xito" de Roberto Bola?o).
?Se "neutraliza est¨¦ticamente" el fracaso en la literatura? Desde luego sobra gente que haya querido situarse en la vaga estela de los artistas rom¨¢nticos para que su previsible desenga?o en la vida les resultara m¨¢s suave. En el pr¨®logo a Po¨¦ticas del fracaso Yvette S¨¢nchez cita a Beckett, pero no al que dijera ciertas palabras memorables ("Da igual. Prueba otra vez. Fracasa otra vez. Fracasa mejor"), sino al que declar¨® que los artistas se hallan en una posici¨®n privilegiada para fracasar donde los dem¨¢s no se atrever¨ªan a hacerlo y lograr as¨ª crear obras de arte "aut¨¦nticas", que carecer¨ªan de sentido, si no contuvieran el fracaso en su propia esencia.
Sin embargo, todo indica que esa posici¨®n de la que hablaba Beckett ha dejado de ser tan privilegiada. Porque hasta no hace mucho las grandes derrotas literarias ten¨ªan prestigio, pero ¨²ltimamente, en pleno apogeo del culto al ¨¦xito, el fracaso ha pasado a ser simplemente un puro y duro fracaso; es m¨¢s, para cualquier escritor actual es una amenaza permanente, incluso ya desde su primer libro. Antes, al menos, al fracaso le dejaban ser, por ejemplo, una paranoia recurrente. Me acuerdo de Italo Calvino, que cada vez que sacaba un libro tem¨ªa que los rese?istas lo fumigaran y escrutaba el horizonte con miedo de ver aparecer el escuadr¨®n de salvajes que aullar¨ªa en su contra y pedir¨ªa que le arrancaran el cuero cabelludo. Y tambi¨¦n me acuerdo de escritores sin otras conexiones con el fracaso que la de vivir feliz y permanentemente en ¨¦l. Onetti, por ejemplo, con su galer¨ªa de personajes inmersos en el universo quieto de la derrota. Y el pobre Felisberto Hern¨¢ndez, gran fracasado que hac¨ªa que fracasaran hasta sus mejores cuentos, historias como Nadie encend¨ªa las l¨¢mparas, donde hund¨ªa las expectativas del lector escamote¨¢ndole el final, permitiendo que el abrupto desenlace quedara ah¨ª flotando, en suspenso.
No hace nada descubr¨ª, gracias al comentario de un amigo, que mi imposibilidad de encarnar la literatura me ha condenado a un exilio perpetuo. Me gust¨® mucho en un primer momento su frase, quiz¨¢s porque juzgu¨¦ elegante que me sucediera algo as¨ª. Pero pronto la condena a perpetuidad me fue dejando en un penoso estado de ¨¢nimo, del que s¨®lo me recuper¨¦ cuando vi que mi desgracia era compartible. ?O no ha dejado de ser el fracaso un tema narrativo para ser sin¨®nimo de la literatura en general?
En su ponencia de Saint-Gallen dedic¨® Chejfec unas interesantes l¨ªneas a 'Escritor fracasado', de Roberto Arlt, cuento incluido en El jorobadito, seguramente un relato esencial (junto con El divino fracaso de Rafael Cansinos Assens) de toda po¨¦tica de la derrota literaria. Narra la historia de alguien que advierte muy temprano, poco despu¨¦s de los 20 a?os y tras su primer libro, obviamente prometedor, que carece de talento. Desde entonces, el resto de su carrera se lo pasa conspirando contra las se?ales que ponen de manifiesto esa condici¨®n. Escritor fracasado puede ser le¨ªdo como un manual de t¨¢cticas literarias para la supervivencia en el medio gremial. Y, seg¨²n como se lea, ofrece pistas, adem¨¢s, para comprender mejor por qu¨¦ el medio literario espa?ol tiene una plantilla tan completa de fumigadores.
"?Para qu¨¦ afanarse en est¨¦riles luchas, si al final del camino se encuentra como todo premio un sepulcro profundo y una nada infinita?", escribe Arlt. Muchos a?os despu¨¦s, en la misma Argentina, C¨¦sar Aira cerraba as¨ª un di¨¢logo con Graciela Speranza: "Tal vez se trate de una resignaci¨®n: resignarse a ser escritor y seguir escribiendo".
Veo horrible escribir para total acabar logrando, con suerte, alg¨²n feliz hallazgo literario, siempre negado por los dem¨¢s, que para compensar su mezquindad esperar¨¢n al funeral para darte un est¨²pido aplauso cerrado. En cuanto a la vida literaria, ¨¦sta en esencia es enredo de tedios, rencores, lucha de vanidades y trasvase de venganzas. Entrar en esa vida equivale a caer en el derrotero mismo de la derrota. En cualquier caso, el aut¨¦ntico verdadero gran fracaso del escritor, aquel que alcanza a tantos, llega siempre con puntualidad, generalmente muy temprana. Es un fiasco doloroso, ¨ªntimo. Llega cuando no podemos reproducir con fidelidad lo que acabamos de pensar y querr¨ªamos haber escrito. Llega cuando comprendemos que no hemos podido ser fieles a la ambiciosa idea que nos hab¨ªamos propuesto al comenzar un libro o un art¨ªculo. Son fracasos que a veces, por prudencia (surgen los enemigos como hongos), se silencian. Querr¨ªamos que nuestros libros y art¨ªculos contuvieran la verdad de nosotros, o por lo menos la parte de esta que puede ser transmitida mediante el lenguaje. Pero escribir sabe a traici¨®n. Ese fracaso lo conocen todos los escritores serios. Como conocen tambi¨¦n otro, de matiz no menos tr¨¢gico, una clase de desastre que podr¨ªamos habernos ahorrado de no ser porque existe la literatura. Llega cuando comenzamos a envidiar a los personajes de las grandes novelas, tan correctos ellos, tan s¨®lidos, tan bien explicados, aunque no sean m¨¢s corp¨®reos que el vuelo de un alma. En cambio nosotros, aun estando inscritos en los registros de nuestra parroquia, cuanto m¨¢s nos ilusionamos con la idea de estar vivos, m¨¢s vemos que tendemos a borrarnos. Este drama nos sit¨²a precisamente en la curva principal del derrotero de los fracasos sin fin. O con fin. De hecho, el fin es otro fracaso.
Po¨¦ticas del fracaso. Yvette S¨¢nchez / Roland Spiller (editores). Narr (Frankfurter Studien zu Iberoromania und Frankophonie, 1). T¨¹bingen, 2009. 2009. Revista N¨²mero 0. N¨²mero 4. Fama. Editorial Almad¨ªa. M¨¦xico, 2010. El jorobadito. Roberto Arlt. Losada, Buenos Aires, 2006. El divino fracaso. Rafael Cansinos Assens. Valdemar. Madrid, 2002. www.enriquevilamatas.com
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