Payasos, brujas y democracia
?Ha o¨ªdo usted hablar de Francisco Everardo Oliveira Silva? Es un fen¨®meno pol¨ªtico. Christine O'Donnell tambi¨¦n. Oliveira Silva fue el candidato m¨¢s votado en las elecciones parlamentarias de Brasil. Christine O'Donnell, hasta hace poco una completa desconocida, es la candidata a senadora del Partido Republicano por el Estado de Delaware, tras haber derrotado en las primarias al candidato del establishment. Ambos son notables exponentes de una tendencia mundial: el ascenso al poder de pol¨ªticos advenedizos como gesto de rechazo a los pol¨ªticos "de siempre".
Hasta hace poco Oliveira Silva era solo conocido como el payaso Tiririca. Y Christine O'Donnell era una desempleada que practicaba la brujer¨ªa y declaraba su radical oposici¨®n tanto a la masturbaci¨®n como a la teor¨ªa de la evoluci¨®n. Tiririca fue claro en su promesa electoral: "Yo no s¨¦ qu¨¦ hace un diputado federal, pero si me eliges, voy al Congreso y te lo cuento. Quiero ayudar a la gente de este pa¨ªs, pero sobre todo a mi familia". M¨¢s de 1,3 millones de brasile?os votaron por ¨¦l (es posible que Tiririca no pueda ser diputado ya que el Tribunal Electoral lo acusa de haber adulterado el documento que prueba que sabe leer y escribir. Tiririca se est¨¢ preparando para un nuevo examen).
Proliferan los candidatos que prometen acabar con la pol¨ªtica convencional
Algunos desde?an la elecci¨®n de Tiririca como una expresi¨®n de la inmadurez de la democracia brasile?a. Cometen un error. Entre los muchos progresos de los que se puede ufanar Brasil est¨¢ su desarrollo democr¨¢tico. Las dictaduras militares son un lejano recuerdo. En las elecciones del 3 de octubre participaron m¨¢s de 100 millones de personas que, adem¨¢s de llevar a Dilma Rousseff y a Jos¨¦ Serra a la segunda vuelta de las presidenciales, escogieron a 576 senadores y diputados de entre 6.000 aspirantes (en total se presentaron 364.094 candidatos para cargos nacionales y locales). Claro que, como todas, la democracia brasile?a es defectuosa. Pero la elecci¨®n de Tiririca es algo m¨¢s que un reflejo de las peculiaridades del electorado brasile?o. Es la expresi¨®n local de una tendencia global: el rechazo a los pol¨ªticos profesionales y a quienes hayan estado cerca del poder. Christine O'Donnell es un ejemplo estadounidense de esta tendencia. Otra es Kristin Davis, candidata a la gobernaci¨®n del Estado de Nueva York y cuya fama se debe a que prove¨ªa de prostitutas al ex gobernador Elliot Spritzer, un asiduo cliente. ?Su principal mensaje? "Meter a los pol¨ªticos a la c¨¢rcel". En Canad¨¢, Rob Ford acaba de ser elegido alcalde de Toronto. Su pasado llev¨® a la oposici¨®n a atacarlo con carteles que dec¨ªan: "Vota por un alcalde que le pega a su mujer y que es racista y alcoh¨®lico". Un 47% de los votantes as¨ª lo hizo. La promesa de Ford: acabar radicalmente con el despilfarro y bajar los impuestos. En Italia est¨¢ Beppe Grillo, un c¨®mico cuyas agrias cr¨ªticas a los pol¨ªticos le permiten llenar los auditorios y tener el blog m¨¢s popular del pa¨ªs. En Espa?a, Bel¨¦n Esteban, "la princesa del pueblo", un estridente personaje de la televisi¨®n que revela sus intimidades con inusitado desparpajo, podr¨ªa quedar, seg¨²n una encuesta, como tercera fuerza pol¨ªtica en caso de presentarse a las elecciones de 2012.
Los candidatos del Tea Party estadounidense, de los partidos ultranacionalistas europeos, y aquellos que en todas partes ganan en las urnas cargos reservados a los pol¨ªticos "de siempre", encarnan el hast¨ªo de los votantes con la continuidad y el statu quo. "Que se vayan todos" es un eslogan que se hizo popular en la Argentina de hace unos a?os, pero que ahora se oye desde Islandia a Inglaterra o en las calles de Par¨ªs y Bangkok. Lo mismo sucedi¨® con el famoso Manos Limpias de la Italia de los noventa, que hundi¨® a los partidos tradicionales. Proliferan por doquier los candidatos "limpios" que llegan al poder prometiendo acabar con las "malas artes" de la pol¨ªtica convencional. Silvio Berlusconi, Hugo Ch¨¢vez y Vlad¨ªmir Putin le deben su ascenso a la desesperaci¨®n de votantes hartos de la corrupci¨®n reinante. Conocemos los resultados. Ahora, la crisis econ¨®mica, las nuevas tecnolog¨ªas de la informaci¨®n que someten a pol¨ªticos y gobernantes a un constante, descarnado y no siempre justo escrutinio, las guerras y los cr¨®nicos problemas sociales producen en todas partes un electorado impaciente y hambriento de cambio. Cualquier cambio.
En algunos pa¨ªses, esta impaciencia generar¨¢ mejores gobernantes y una democracia m¨¢s solida. En otros, llevar¨¢ al poder a l¨ªderes que usar¨¢n la democracia para socavarla desde adentro, buscando perpetuarse. La esperanza es que las mismas fuerzas tecnol¨®gicas, sociales y pol¨ªticas que facilitan el ascenso de pol¨ªticos advenedizos generen los anticuerpos que echen a los impostores que, en vez de fortalecer la democracia, abusan de ella.
mnaim@elpais.es
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