Aprendizaje sobre la marcha
Los aspirantes corrigieron en la segunda vuelta una campa?a err¨¢tica que los distanci¨® de sus seguidores
La dura campa?a electoral de esta segunda vuelta de las presidenciales brasile?as ha obligado a los dos candidatos a cambiar muchas cosas respecto al primer intento. Dilma Rousseff, en su primera experiencia como candidata en unos comicios de cualquier tipo, ha aprendido a tragarse mil sapos y a comprender que no es f¨¢cil ganar unas elecciones sin conectar humanamente con los electores y sin dejarse abrazar. Para Serra, veterano en estas lides, la campa?a ha sido su ¨²ltima gran apuesta pol¨ªtica y seguramente le habr¨¢ reafirmado en su idea inicial: es mejor guiarse por el instinto que por unos asesores de imagen que casi acaban con ¨¦l en la primera ronda.
Si gana este domingo y opta a la reelecci¨®n en 2014, Dilma Rousseff ser¨¢ ya seguramente una persona muy distinta, bregada en luchas pol¨ªticas, a la que nadie podr¨¢ acusar de ser una simple marioneta, su peor sambenito en esta contienda. La inexperta Dilma ha tenido que soportar una de las campa?as m¨¢s duras de los ¨²ltimos tiempos y ha tenido que hacerle frente precisamente cuando acababa de superar un c¨¢ncer linf¨¢tico. "Esto es muy cansado", reconoci¨® en uno de sus pocos momentos de debilidad. "Al mismo tiempo ha sido muy gratificante", se corrigi¨® inmediatamente, porque ha sido la primera vez en que se ha sentido aclamada y querida y la primera vez en la que ha intentado tomar el pulso a la gente en la calle.
Dilma mostr¨® m¨¢s calidez con la gente y Serra defini¨® mejor su propuesta
No ha sido f¨¢cil, admiten sus colaboradores, porque Dilma no tiene ni la capacidad de comunicaci¨®n ni la empat¨ªa con el p¨²blico de las que hace gala Lula. Ha tenido que aprender y lo ha hecho en la segunda parte de la campa?a, porque, en la primera, sus asesores la tuvieron mucho m¨¢s aislada. En la segunda ronda, Lula la oblig¨® a lanzarse en brazos de la gente y, aunque es poco probable que le haya tomado el gusto, lo hizo disciplinadamente.
La agresividad contra Rousseff con motivo de sus declaraciones sobre su agnosticismo y a favor de la despenalizaci¨®n del aborto ha sido brutal. Y novedosa, porque, aunque Lula es creyente, siempre pens¨®, como ella, que el aborto clandestino es un problema de salud p¨²blica en Brasil, sin sufrir por eso los feroces ataques lanzados contra su heredera.
Rousseff tuvo que enfrentar la permanente acusaci¨®n de ser "el tercer mandato de Lula". Y aunque es pronto para saber hasta qu¨¦ punto va a sentir la necesidad de demostrar r¨¢pidamente su propio poder, algunas declaraciones, como su cerrada defensa de la libertad de expresi¨®n, han tomado por sorpresa a muchos de sus colaboradores.
Al contrario que Dilma, Jos¨¦ Serra es un perro viejo de la pol¨ªtica, capaz de corregir por s¨ª mismo los errores de la primera vuelta, en la que pareci¨® atemorizado por la popularidad de Lula. Queda la duda de si la reacci¨®n no lleg¨® demasiado tarde y si no ha sido excesiva. Es posible que, empe?ado en aparecer como el m¨¢s cat¨®lico y hasta el m¨¢s evang¨¦lico, haya terminado por disgustar a su electorado m¨¢s agn¨®stico y liberal, molesto con tanto rosario y tanta foto con predicadores que viajan en avi¨®n privado.
La misma inquietud rodea el empe?o de Serra por criticar las privatizaciones llevadas a cabo por el Gobierno de Lula, porque acab¨® pareciendo que ¨¦l estaba en contra, cuando, en realidad, esa es una de las banderas de su partido. Esa repentina falta de convicci¨®n pudo desconcertar a los seguidores del candidato del PSDB. A Serra se le ped¨ªa sobre todo que presentara un modelo pol¨ªtico alternativo al del PT, que no fuera estatista y que prometiera un modo de gobernar m¨¢s profesional y menos trufado de corruptelas. Solo se lanz¨® a hacerlo en los ¨²ltimos d¨ªas de campa?a.
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