Hay que volver a los garbanzos
Los malos h¨¢bitos chocan con las ventajas de la dieta mediterr¨¢nea en Espa?a - La ciencia y el control refuerzan una industria que llega distorsionada al cliente
"Espa?a es de los pa¨ªses con mayor seguridad alimentaria del mundo". As¨ª de tajante se muestra el director de la Agencia Espa?ola de Seguridad Alimentaria y Nutrici¨®n (AESAN), Roberto Sabrido, al describir la situaci¨®n actual del sector. Pero eso no implica que no haya que mejorar. El etiquetado y, sobre todo, la dieta, son factores que pueden hacer que todo el cuidado que se pone para asegurar que los alimentos lleguen al consumidor en perfectas condiciones sea in¨²til si se trata de que los ciudadanos mejoren su salud gracias a lo que comen.
Para los productores, como Clemente Loriente, de la empresa de procesados de c¨¢rnicos Incarlopsa, y Jos¨¦ Manuel Gonz¨¢lez Serna, del Grupo Siro, "la seguridad est¨¢ fuera de toda duda". "En ella nos jugamos la vida de nuestra empresa", dicen casi al alim¨®n. El sector de las galletas y los derivados de la harina, como Siro, ha sido tradicionalmente tranquilo en cuanto a alertas en Espa?a, pero el de la carne, desde las vacas locas hasta el clembuterol, no lo ha estado tanto.
El problema para los celiacos es de cantidad y precio, no de calidad
La gen¨¦tica permitir¨¢ dise?ar men¨²s personalizados
En un encuentro sobre seguridad alimentaria organizado por el Foro Interalimentario y EL PA?S se puso de manifiesto que en estos momentos en Espa?a se vive una situaci¨®n contradictoria. La jefa de Endocrinolog¨ªa del Hospital de Getafe (Madrid), Susana Monereo, lo resume as¨ª: "Nos estamos poniendo muy enfermos a expensas de comer alimentos muy saludables". Y eso que en "una sociedad con la barriga llena, la relaci¨®n entre alimentaci¨®n y salud cada vez va a ir a m¨¢s", seg¨²n Daniel Ram¨®n, consejero delegado de Bi¨®polis, empresa de investigaci¨®n en alimentos. Ram¨®n y Sabrido coinciden en que "cada vez va a haber m¨¢s ciencia en los alimentos". El problema est¨¢ en regularla. Sobre todo en lo que tiene que ver con la publicidad de las supuestas propiedades sanitarias de los alimentos. El director del Foro Interalimentario, Jos¨¦ Ignacio Arranz, resume as¨ª el escenario futuro ideal: "Cada vez va a haber m¨¢s ciencia y menos marketing".
La Uni¨®n Europea est¨¢ intentando regular esta relaci¨®n desde 2006, pero el propio Sabrido reconoce que reglamento actual es "farragoso". Las empresas lo fuerzan porque, como dijo Gonz¨¢lez Serna, "son esas cualidades", las alegaciones nutricionales -si un producto ayuda a combatir el colesterol o si es cardiosaludable, por ejemplo-, "las que permiten diferenciar un producto en un mercado donde compiten 30.000 empresas alimentarias espa?olas y 500.000 europeas". Los usuarios le dan la raz¨®n. Una encuesta de la organizaci¨®n de consumidores Ceaccu indica que solo el 30% de los usuarios lee esas indicaciones, pero que un 60% las sigue a la hora de comprar.
La sobreabundancia de mensajes sanitarios ha llegado a un punto en que es dif¨ªcil distinguir el polvo de la paja. Arranz pone un gr¨¢fico ejemplo: "Dar un paseo por un pinar se ha convertido en hacer prevenci¨®n primaria de cardiopat¨ªa isqu¨¦mica, y de lo que se trata es de que la gente simplemente recupere el gusto por darse un paseo por un pinar". Sabrido reconoce que el caso ha llegado a un extremo en que "solo se publicitan esos alimentos". "Nadie anuncia lechugas o fruta, carne o garbanzos", dice.
La m¨¦dica Susana Monereo va m¨¢s all¨¢: "Ni siquiera los estudios de lo que funciona est¨¢n completos. Se dice que un aceite es m¨¢s sano que otro, pero no hay informes sobre c¨®mo aumenta la longevidad".
En un pa¨ªs donde el hambre ya no es un problema, entre las cuestiones pendientes est¨¢ la nutrici¨®n de los grupos de poblaci¨®n con necesidades especiales. En el encuentro estaba presente el presidente de la Federaci¨®n de Asociaciones de Celiacos de Espa?a (FACE), I?aki Santamar¨ªa, una asociaci¨®n que defiende los intereses del aproximadamente medio mill¨®n de personas con alg¨²n grado de intolerancia al gluten. Para ellos, la seguridad alimentaria va m¨¢s all¨¢ de que un producto haya pasado los controles sanitarios. Implica poder estar seguros de qu¨¦ productos contienen gluten y cu¨¢les no. "Eso con los etiquetados expresamente es f¨¢cil, con los otros es m¨¢s complicado", dice Santamar¨ªa. La situaci¨®n de este colectivo ha cambiado mucho en los ¨²ltimos a?os. "Ya hay variedad de productos alternativos a los de la dieta habitual, pero sin gluten", indica el presidente de FACE. Otra cosa es el precio. "Aunque aqu¨ª tambi¨¦n se ha mejorado. Hemos pasado de una diferencia de nueve a uno a otra de tres a uno". Por eso la endocrin¨®loga Monereo opina que "deber¨ªa haber subvenciones" para ellos. Jos¨¦ Antonio Jim¨¦nez, de Mercadona, recuerda que ellos tienen el mismo precio para productos similares, sean con o sin gluten.
El etiquetado de los alimentos para celiacos tiene dos vertientes. Porque hay muchos productos, como la carne o las frutas, que de manera natural no tienen gluten. "Pero decir que est¨¢n libres es una responsabilidad", a?ade Loriente. "Nuestras salchichas no lo tienen, pero hay que hacer l¨ªneas separadas y asegurar que no haya contaminaciones cruzadas", afirma. Gonz¨¢lez Serna, de productos Siro, se enfrenta m¨¢s de cerca al problema, porque sus productos se hacen directamente con harina. "Hace falta voluntad, pero aun as¨ª los costes son un 150% m¨¢s caros", dice.
Este tipo de productos es uno de los retos del futuro, coincide Sabrido. Otra posibilidad que la ciencia abre, indica Ram¨®n, es el de la gen¨¦tica. "Dentro de poco se podr¨¢ hacer el genoma de un ni?o por menos de 1.000 euros. Y con ¨¦l se le podr¨¢ alimentar justo seg¨²n lo que necesite". Pero Monereo se muestra esc¨¦ptica de momento. "Ahora ya sabemos que los genes determinan lo que comemos y lo que nos sienta bien, pero con la epigen¨¦tica tambi¨¦n sabemos que lo que comemos influye en c¨®mo se manifiestan nuestros genes". Para la endocrin¨®loga, el problema es m¨¢s de h¨¢bitos, de educaci¨®n. "Cuando la gente lee que algo es sin gluten o sin grasas trans, se come el doble. El resultado es que cada vez tenemos m¨¢s gordos. Que algo sea considerado saludable no quiere decir que haya que com¨¦rselo todo", dice. ?Hay una soluci¨®n? "Volver a los garbanzos", sentencia Monereo.
Y ahora toca el jam¨®n sin sal
"Tanto bombo con la dieta mediterr¨¢nea, y Espa?a es el pa¨ªs de la UE con m¨¢s problemas cardiovasculares". La frase de la endocrin¨®loga del Hospital de Getafe (Madrid), Susana Monereo, puede ser un ejemplo de la contradicci¨®n de un pa¨ªs al que le gusta presumir de lo que come, probablemente sin mucho fundamento.
De hecho, los datos del pa¨ªs no son buenos, y no solo en lo que a enfermedades del coraz¨®n se refieren. Los datos de obesidad -sobre todo la infantil- tambi¨¦n son preocupantes: uno de cada tres menores entre 13 y 14 a?os est¨¢ por encima de su peso, un dato que ha convertido a este pa¨ªs en el tercero de la OCDE con mayor sobrepeso infantil. Ello obliga a repensar todo lo que se hace, indicaron el viernes los expertos reunidos en la jornada sobre nutrici¨®n del Foro Interalimentario y EL PA?S.
Ya ha habido intentos de autorregulaci¨®n liderados por el Ministerio de Sanidad. En febrero de 2005 la entonces titular del departamento, Elena Salgado, present¨® la estrategia NAOS (Nutrici¨®n, Actividad f¨ªsica, Obesidad y Sedentarismo). Pero, obviamente, no ha dado el resultado esperado.
Aquel proyecto solo ten¨ªa una iniciativa que se pudiera medir: la reducci¨®n de sal en el pan. "Ahora tenemos uno de los panes m¨¢s sosos de Europa", dijo Monereo. Pero no es suficiente, y la prueba de que se puede hacer m¨¢s la dio el presidente del grupo c¨¢rnico Incarlopsa, Clemente Loriente: "Ahora estamos estudiando como reducir la sal para curar el jam¨®n".
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