ETA ya no tiene margen de maniobra
La banda est¨¢ cercada pol¨ªticamente por el pacto entre el PSOE y el PP, la complicidad Zapatero-Urkullu y las mayores exigencias de PNV y Batasuna
La experiencia del fracaso de la tregua de 2006 no ha sido en vano. Su consecuencia es que tras el par¨®n de la actividad de ETA, declarada el pasado 5 de septiembre , su margen de maniobra pol¨ªtica, lejos de ensancharse, se estrecha de modo progresivo. Todos, escarmentados de experiencias anteriores, est¨¢n contribuyendo a ello: el pacto antiterrorista entre el PSOE y el PP, representado por el vicepresidente Alfredo P¨¦rez Rubalcaba y Federico Trillo; su reflejo en el Pa¨ªs Vasco, con el acuerdo entre Patxi L¨®pez y Antonio Basagoiti, as¨ª como la red de complicidades entre el PSE y el PP. Y la complicidad a?adida entre Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero y el l¨ªder del PNV, I?igo Urkullu.
El fin de ETA no ser¨¢ r¨¢pido porque sus l¨ªderes siguen sin asimilarlo
Batasuna ha pedido a los mediadores que no presionen al Gobierno
De esta red de complicidades, que abarca a los principales partidos democr¨¢ticos, surge el list¨®n que le han fijado a ETA y su entorno: o Batasuna convence a la banda de que abandone las armas o Batasuna rompa con la banda. Esta posici¨®n tambi¨¦n empuja al pragmatismo al n¨²cleo principal de Batasuna, que est¨¢ puliendo su discurso para adaptarlo a las nuevas circunstancias: la exigencia a ETA de un alto el fuego incondicional.
En estas condiciones, el proceso terminal del terrorismo etarra, lejos de las declaraciones pol¨ªticas tan precipitadas que se han escuchado estos d¨ªas, va a requerir tiempo porque el grado de maduraci¨®n en el seno de la banda terrorista va a un ritmo mucho m¨¢s lento del que le marcan los partidos democr¨¢ticos y la propia Batasuna.
Aunque en ETA, la relaci¨®n de fuerzas de quienes est¨¢n a favor del final ha mejorado desde antes del verano a esta parte, seg¨²n se?alan quienes han mantenido alg¨²n contacto con ella, no est¨¢ a¨²n a la altura de las exigencias de los principales partidos democr¨¢ticos.
Lo m¨¢ximo que puede esperarse de la banda en las pr¨®ximas semanas es que se atenga a la petici¨®n de los firmantes de la declaraci¨®n de Gernika -Batasuna, Eusko Alkartasuna y Aralar- de septiembre, y a la de los mediadores internacionales, de marzo, y declare un alto el fuego permanente y verificable.
Pero esta declaraci¨®n ya est¨¢ amortizada por los principales partidos democr¨¢ticos. Todos, incluido el PNV, aunque admitir¨¢n que es un paso hacia la paz, van a valorarla como insuficiente. Y van a exigir a ETA, lisa y llanamente, el cese definitivo e incondicional de la violencia.
Es precisamente el comportamiento del PNV una de las claves que marcan la diferencia con treguas anteriores de la banda. Las bases del acuerdo estrat¨¦gico que mantiene su l¨ªder, I?igo Urkullu, con Zapatero son "s¨®lidas", como gusta decir al presidente. Su complicidad radica en la experiencia com¨²n de la tregua de 2006.
El PNV ya no est¨¢ dispuesto, como en 1998, a proporcionar a ETA una pista de aterrizaje, como fue el Pacto de Lizarra o la Mesa de Loyola, en 2006, que coprotagoniz¨® con el PSE.
Todo lo m¨¢s que plantea, como lo expres¨® su l¨ªder, Urkullu, a Rubalcaba, en un encuentro el mi¨¦rcoles, es flexibilizar la pol¨ªtica de presos -recuperando beneficios penitenciarios, mayor consideraci¨®n a reclusos enfermos...- para aislar a¨²n m¨¢s al n¨²cleo duro de ETA, que tiene en la dureza en el trato a los presos una de las banderas que le fortalecen.
Pero el PNV no solo mantiene la exigencia a la banda terrorista. Tambi¨¦n a Batasuna. "Si ETA no da el paso, Batasuna tiene que emanciparse de ETA", le gusta decir a Urkullu. El list¨®n lo tiene tan elevado que, pese a su desacuerdo con la Ley de Partidos, el PNV no est¨¢ haciendo campa?a contra dicha ley ni invocando la legalizaci¨®n de Batasuna. En su discurso destaca la exigencia de la emancipaci¨®n de Batasuna respecto a ETA. "No se trata de poner el carro delante de los bueyes", se?ala el dirigente del PNV, Andoni Ort¨²zar.
La otra clave, a¨²n m¨¢s importante, es el comportamiento de Batasuna, que ha hecho una apuesta irreversible por el cese de la violencia y pretende que ETA lo haga incondicional. Su pragmatismo le lleva a aplazar su petici¨®n de legalizaci¨®n hasta que la banda se comprometa claramente con el cese de la violencia e incluso a restringir el campo de los mediadores internacionales. Les ha reclamado que no presionen al Gobierno con exigencias y que se limiten a facilitar el fin de ETA con una cobertura internacional.
Mientras Batasuna avanza en su compromiso con el final, ETA a¨²n no lo ha madurado. Estos tiempos distintos hacen pensar que el final la banda no ser¨¢ lo r¨¢pido que esta semana dieron a entender algunos pol¨ªticos y terminales medi¨¢ticas.
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